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Jacob Collier: “El mundo no necesite más buenos músicos, necesita más gente buena”
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Faltan tres horas para su concierto en Lima. Jacob Collier sale de su camerino con un poncho bordado con Machu Picchu y una llama, y calza unas crocs del “Yellow Submarine” que llamarían la atención incluso de quienes nunca escucharon a The Beatles. Nos recibe con amabilidad y recuerda, todavía maravillado, mientras montamos la cámara para esta entrevista, su visita de esa mañana a la Huaca Pucllana. Hay honestidad en su mirada y gentileza en sus palabras. No encarna la típica imagen del rebelde, pero lo es: a los 19 años se convenció de que hay mucho más que 12 notas musicales y que los microtonos guardan un universo inagotable de posibilidades. Desde entonces, su carrera es prueba de que la música tiene reglas, pero él está dispuesto a romper todas las que sean necesarias.
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Cuando era un estudiante en la Royal Academy of Music de Londres, recibió las peores miradas de sus colegas por ponerse a improvisar con su contrabajo mientras la orquesta ensayaba “Finlandia” de Sibelius. Hoy se ríe al recordar la anécdota y asegura que su profesión consiste en “portarse musicalmente mal para vivir”. Los cuatro volúmenes de “Djesse” —la serie de álbumes a los que dedicó casi ocho años y cuya gira lo trajo por primera vez a Lima— son reflejo de esa filosofía: una travesía que va de lo electrónico a lo acústico, de lo monumental a lo íntimo, y en la que la voz humana se convirtió en eje central, transformando a su público en parte activa del espectáculo. Pero, mejor, que nos lo cuente él mismo.
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- El cuarto volumen de “Djesse” tiene la particularidad de darle protagonismo a la voz humana como instrumento musical. ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con ella?
La voz humana es el instrumento más importante en el mundo. Todos tenemos una voz diferente, no hay voces iguales, podemos decir que tenemos 8 mil millones de instrumentos diferentes en este mundo. Y todas voces increíbles. Cuando empecé a hacer música, lo hice superponiendo diferentes capas de mi voz. Allí estaba yo cantando el bajo y el tenor, el alto y el soprano. Me obsesioné con ese sentimiento de tomar una voz, añadirle otra, y crear acordes y demás. Pero creo que para este álbum realmente abracé la idea de que todos tienen una voz, incluso si no son necesariamente artistas o músicos, sino simplemente personas, seres humanos. Así que grabé a mi público de todo el mundo durante mis conciertos. Y tengo más de 100,000 voces en este álbum, lo que ofrece un sonido enorme. Es como un gran sonido emocional, ¿sabes? Pero también hay unos 100 artistas musicales diferentes en el disco: orquestas, coros, guitarristas, estrellas de rock, raperos y unos 23 idiomas en total también. Para mí, este disco es una celebración global de la música que amo y la gente que amo.

- Como mencionas, en este álbum también grabaste a tu audiencia. Debo confesar que la primera vez que vi un video de ti convirtiendo a tu público en un coro de voces, me resultó muy emotivo, es como una demostración, desde la música, de que juntos podemos hacer muchas cosas increíbles.
Exactamente, siento lo mismo. La música tiene una forma muy especial de unir a la gente. Ni siquiera tienes que decir las cosas, solo las sientes. No necesitas palabras, solo mostrar. Creo que este es un momento muy desafiante en el mundo para ser humano, pero creo que este es el momento en el que la música habla más que en cualquier otro momento, y necesitamos a nuestros artistas, músicos, creadores, poetas… gente que pueda explicar: ‘Ey, así es cómo podemos sentirnos juntos’. Y lo que pasa con la música es que siempre necesitas escuchar primero. Con la música, la curiosidad es mucho más poderosa que el juicio. Te acercas a ella diciendo: ‘me pregunto qué pasaría si pusiera estas dos cosas juntas’. Es una actitud diferente a la de ‘así es como debe ser’. Cuando hago música, siempre intento crear mirando hacia arriba en lugar de hacia abajo. Creo que ahora hay un mundo que necesita desesperadamente gente que demuestre cuánto amor hay en el mundo, porque hay tanto amor en el mundo que lo olvidamos y es fácil que nos convenzan de que no existe, pero sí existe.

- En tus shows dices: “no necesitamos mejores músicos, necesitamos más gente buena”...
Exactamente. No creo que el mundo necesite más buenos músicos, creo que necesita más gente buena. Pero estoy convencido de que ser músico es una muy buena forma de ser buena persona. No se puede ser músico sin escuchar, sin ser curioso, sin ser abierto y sin hacer preguntas. Como músicos, hacemos preguntas, no damos respuestas. Y hacemos preguntas importantes. Lo asombroso de hacer un coro con el público es que es posible porque todos ya saben la respuesta, solo que quizás la habían olvidado. Así que me encanta, me emociona mucho estar en el escenario, dirigiendo a ese coro, porque, sabes, ese será el único momento en la historia en que, por ejemplo, esta noche, este grupo de personas se reunirá. Solo hay un momento, y es hoy. Y este grupo de personas tiene un sonido, y podremos escucharlo esta noche y luego no lo volveremos a escuchar. Así que eso es algo muy especial para mí.
- Y haces que la gente se sienta especial, porque individualmente, uno se puede limitar por pensamientos como “mi voz no es bonita”, “no sé cantar”. Pero juntos, todos suenan muy bien.
Porque generalmente dividimos a cada persona en personas individuales y se pueden hacer cosas muy desafiantes, pero si unimos a las personas, entonces nos hacemos mutuamente más hermosos.
- En el tema “100,000 voces”, con el que abres tus shows de esta gira, además de las voces de tu público, incluyes un sonido diferente. Al cierre tenemos un poquito de metal, de screamo, y en este disco también exploras el rock en temas como “WELLLL”. ¿Cuál es tu relación con el rock?
Me encanta este estilo musical desde niño. Queen, la banda que obviamente todo el mundo conoce, es de Inglaterra, así que crecí escuchando canciones increíbles. Pero no se trata solo del sonido y los acordes del rock, sino del sentimiento, de su intensidad. Yo pensaba cómo puedo crear un sonido con esta intensidad. Pasa con el rock que no hay muchas cosas sucediendo. Suele ser la guitarra, el bajo, la batería y la voz. ¡Bum!, eso es todo. Pero lo que hizo Freddie Mercury fue añadir capas de voces y armonías al sonido rockero, y a mí me encanta la armonía. No puedo evitarlo. Y creo que escucharlo ser armónico a la vez que intenso con el rock... pensé: “¡esto es precioso!”. Para este álbum, quería explorar más el sonido rockero, pero también experimentar con otros estilos musicales que me encantan, más armónicos o rítmicos. En esta canción, “100.000 voces” hay un sonido de samba carnavalesco. Y también hay tambores de la India. Es una canción rockera con este momento de screamo. Pero esta mezcla particular de orquesta, coro y rock me emocionó mucho y siempre quise probarlo.

-En tu carrera también has desarrollado tus propios instrumentos musicales. Está tu famoso teclado harmonizer, pero también una guitarra de 5 cuerdas. ¿Cómo nace esa idea?
Crecí tocando una guitarra de cuatro cuerdas llamada guitarra tenor, se usa mucho en la música folk. Pero siempre imaginé añadir una quinta cuerda para que la afinación fuera simétrica. Y así, las cinco cuerdas fueran como un espejo en la tercera cuerda, y todo lo que está en un lado es igual a lo que está en el otro. Me gustan mucho las cosas simétricas. Es la forma en que funciona mi cerebro. Así que disfrutaba mucho la idea de tener esa guitarra. Llegué a imaginar la afinación y algunos acordes, pero la guitarra no existía. Hasta que le pregunté a un amigo mío, Andy Powers, luthier que trabaja con guitarras Taylor, y me dijo: “Yo te construiré esa guitarra”. La hizo, y desde ese momento, en 2021, en adelante, esa guitarra es básicamente todo lo que he tocado porque tiene un sonido muy especial y es algo así como la forma en que funciona mi cerebro.

-Ya lanzaste un nuevo adelanto de tu próximo álbum, porque ya le dices adiós a “Djesse”...
Con “Djesse”, obviamente, ya no puedo ir más allá. Es el álbum más grande que puedo imaginarme haciendo: viajé por todo el mundo con él, trabajé con tanta gente.. Así que para este siguiente capítulo, me emocionaba la idea de un solo instrumento, ya sabes, y me encanta mi guitarra de cinco cuerdas. Así que pensé bueno, tal vez debería abrazar la guitarra de cinco cuerdas. Y siempre me ha parecido muy importante abrazar ese mundo de sonido en particular, como más folkie, más suave y muy cálido. Me entusiasmo por muchos años la idea de grabar cosas en este estilo, entrar a este mundo de sonido, y he estado disfrutando mucho de la guitarra este año y sentí que era algo que quería explorar un poco más.

- ¿Y por qué empezaste con este tributo a Brian Wilson?
De niño, Brian era para mí como un mago. Si piensas en mundos sonoros y en la superposición de elementos, él surgió de un estilo surf rock muy clásico, pero introdujo instrumentos realmente inusuales, como timbales, silbatos de cisne e incluso campanas de bomberos. Con “Pet Sounds” hace que todo esto cobre sentido. Suena como una juguetería, como una celebración, pero también suena muy a Brian Wilson, y los acordes y las letras de las canciones le son tan característicos. Así que, a medida que he ido creciendo, siempre he tenido un lugar muy especial para Brian en mi corazón. A principios de este año, Brian falleció y quería encontrar la manera de rendirle homenaje. Así que grabé una canción suya llamada “Keep An Eye on Summer” y pensé que sería genial publicarla. La grabé rapidísimo. Me tomó unas tres o cuatro horas grabarla, pero la sensación de la canción era muy directa, como hacer una acuarela rápidamente, entregarla y decir: “Aquí está, en el mundo”.

Jacob Collier inició en septiembre el tramo sudamericano de su "Djesse World Tour". Durante su presentación en Lima, el 4 de septiembre, interpretó acompañado de su piano el tema "El cóndor pasa". "Quería tocar una canción que venga de aquí, nunca la he tocado, pero es una forma de agradecerles por su hermosa música y su hermoso país", dijo el músico antes de su interpretación. El artista confesó que, hace diez años, conoció la música de Susana Baca, de quien destacó tiene el poder de "tocar el alma" con su voz, y que tenía mucha curiosidad por la cultura nacional. Durante su breve estancia en la capital peruana, conoció la Huaca Pucllana. "Mis amigos me dijeron que coma todo lo que pueda y me dijeron que beba una cosa en especial: pisco sour. Así que una de las primeras cosas que probé al llegar fue el pisco sour, es algo fuera de este mundo, es irresponsablemente delicioso", afirmó.












