Un texto es un espacio limitado. Por definición, no se puede decir todo, pero quizá sí mucho. Tal vez algo más que cuando la página estuvo vacía, sin palabras, versos o coplas. Un texto literario, periodístico o una simple canción tienen un principio y un final, como un concierto, como una carrera, como un “Hola y adiós”, dos palabras unidas por un conector que dan nombre a la gira de despedida de , el ya mítico cantautor, poeta y pintor español que reunió a más de 15 mil personas a la orilla del mar, en Lima, para despedirse musicalmente de “la ciudad que ocupa el 50% de mi corazón”, según el oriundo de Úbeda, en la provincia de Jaén, en Andalucía.

Poco después de las ocho y media de la noche, Sabina apareció en las pantallas al lado del escenario y luego al medio para agradecer, primero, a la capital peruana por “haberme regalado 30 años de un maravilloso matrimonio con una limeña” y, luego sonó “Lágrimas de mármol”, que no por casualidad encierra un verso más que sintomático para los presentes y para su propio autor: el tren se aleja, el tiempo pasa. Porque, dicen los entendidos en los adioses, que las despedidas más dignas inician recordando lo que alguna vez fue.

Hoy, a sus 76 años, el cantante español, con un sombrero de ala corta, un saco oscuro y una camiseta del mismo tono, hizo una pausa para recordar a Paul Flores, el ‘Russo’, cantante de la agrupación nacional Armonía 10, asesinado vilmente hace algunos días por sicarios que balearon el bus donde se transportaba junto a sus compañeros de música. “Asesinar a un músico es una atrocidad. Un acto abominable”, comentó en solidaridad con su colega.

Joaquín Sabina se presentó en Lima como parte de su gira de despedida. Este tour mundial marca su despedida de los escenarios y un homenaje a su público por años de apoyo.
Joaquín Sabina se presentó en Lima como parte de su gira de despedida. Este tour mundial marca su despedida de los escenarios y un homenaje a su público por años de apoyo.
/ Mario Zapata N.

Sabina se despide dos veces

A Sabina le sobran motivos para celebrar. Diecisiete discos de estudio, siete en vivo, una Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, un Premio Ondas al Mejor Artista Español, un Premio Goya y un Premio Grammy Latino a la Excelencia Musical, se apuntan en el palmarés de un hombre que nunca pensó reunir premios, sino apuntar los desamores, las historias de barras de bar, lo excesos y los amores gratuitos y pagados, para conquistar seguidores intergeneracionales que la noche del 17 de marzo de 2025, no sólo cantaron como sí no hubiese un mañana sino que se olvidaron de disimular las lágrimas. “Mentiras piadosas”, “Más de cien mentiras”, “Una canción para la magdalena” y otros temas fueron los protagonistas de un setlist interpretado con la característica voz de tono grave del cantautor.

Antes de esta gira, Sabina había anunciado su retiro, pero como toda persona de bien, atinó a retractarse, porque la vida, si alguna verdad puede albergar, es que también está hecha para traicionarse pues los enigmas a veces son una mentira. Y está bien. “Ya sé que en la última gira, alguna vez, aunque no en voz muy alta, dije que esa sería mi última gira grande. Pero he cambiado de opinión porque lo pasé tan bien y fue tan emocionante estar en América, en España y en más lugares con mis músicos sobre el escenario, que he decidido hacer una última gira de despedida”, comentó antes de empezar con esta serie de conciertos.

Cuando empezó a entonar “Por el bulevar de los sueños rotos”, Sabina contó aquella vez que tuvo el privilegio de conocer a Chavela Vargas, la cantante mexicana de origen costarricense que tanto influyó en él desde lo musical y lo estético. Luego, con “Quién me ha robado el mes de Abril”, se tomó una pausa para mencionar y dedicarle el tema a su amigo personal, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, con quien supo compartir noches bohemias barranquinas y madrileñas.

Tras presentar uno a uno a su banda (Antonio García de Diego, Jaime Asúa, Mara Baros y Laura Gómez Palma), el cantante no dejó de llenar de elogios al público presente, mencionando, quizá con una cortés honestidad o una sinceridad de momento, que había sido aquel con la mayor aura que había sentido sí comparaba todos los conciertos en Lima. Luego de una venia y un aplauso prolongado, el escenario quedó vacío.

Un regreso que fue épico

Alonso es un trujillano de 39 años, sabinero como se define él, que compró a través de Amazon todos los discos de Sabina en una edición especial. Comentó que no podía perderse este concierto aunque ya lo hubiese visto antes, y a pesar de haber ido solo en esta ocasión, recordó que fue un primo suyo el que lo introdujo al mundo de la trova con un viejo cassette que le hizo escuchar a los 13 años “Con Sabina, y con la música en general, todos tenemos una historia”, dijo antes de ver cómo Sabina y compañía regresaban al escenario a pedido de la gente.

Con “La canción más hermosa del mundo” empezó el adiós. El clímax de la noche. Ese momento cúlmine en el que sabes que tu ídolo, tenga en las manos una guitarra, en los pies una pelota o en el corazón una emoción con pocas cosas comparable, se empieza a ir. Y nuevamente, como alguna vez dijo Bryce, en su “Guía triste de París”, corrigiendo a Neruda, lo que es tan largo no es el olvido, sino el recuerdo.

El final fue con balada y rocanrol: primero, “Contigo”, probablemente el tema más dedicado de Sabina entre los enamorados, que se canta con una mano adelante y otra en el pañuelo que seca la lágrima; y luego, con “Princesa”, aquel que interpretó alguna vez con su compatriota Alejandro Sanz.

Sabina se fue entre aplausos, vítores, lágrimas y una mirada que nadie sabe lo que refleja sobre su alma, pero quizá sea de satisfacción.

Joaquín Sabina se presentó en Lima como parte de su gira de despedida. Este tour mundial marca su despedida de los escenarios y un homenaje a su público por años de apoyo.
Joaquín Sabina se presentó en Lima como parte de su gira de despedida. Este tour mundial marca su despedida de los escenarios y un homenaje a su público por años de apoyo.
/ Mario Zapata N.