
Escucha la noticia
Ozzy Osbourne muere a los 76 años: sus excesos, sus múltiples accidentes y su visita al Perú
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
Todo comenzó con un anuncio en una tienda de discos: “Ozzy Zig busca concierto. Tiene su propio equipo de sonido”. No tenía formación musical formal, ni sabía leer partituras, aún así se le unieron varios músicos para formar Black Sabbath, sin saber que su diagnóstico de dislexia, su déficit de atención y su breve estadía en prisión ya habían delineado el margen de lo que sería una vida tan caótica como irrepetible. El martes por la mañana, rodeado de sus seres queridos, esa vida llegó a su fin.
Nacido como John Michael Osbourne el 3 de diciembre de 1948 en Aston, Birmingham —una de las zonas más duras de la Inglaterra industrial—, Ozzy abandonó la escuela a los quince años. Coleccionó empleos breves y desalentadores: desde matarife en un matadero hasta ayudante de plomero. Pronto comprendió que, para sobrevivir, debía cruzar la línea. Fue arrestado por robo y condenado a dos meses de prisión. Ese paso por la cárcel replantearía el rumbo de su vida.
Ese cambio lo llevó a formar una banda con Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward. Comenzaron tocando blues, pero tras una epifanía —la gente paga por asustarse en el cine— decidieron aplicar ese mismo principio a la música. Así nació Black Sabbath y, con ella, sin proponérselo, el heavy metal.

Más allá del infierno
Los años 70 fueron un espiral de ruido y furia. Con discos como “Paranoid” y “Master of Reality”, Black Sabbath cinceló las bases del metal como género. Pero Ozzy no solo cantaba sobre el infierno: parecía vivirlo. Los excesos de alcohol, cocaína y psicodélicos llevaron a su expulsión de la banda en 1979. El guitarrista Tony Iommi, quien años después lo perdonaría, fue quien firmó la sentencia. “Era imposible ensayar. Estábamos todos drogados, pero Ozzy simplemente dejó de funcionar”, reconocería.
En solitario, sin embargo, Osbourne se transformó en un ícono global. Con Blizzard of Ozz y Diary of a Madman construyó una carrera imbatible, amplificada por escándalos imposibles de replicar: morder dos palomas vivas frente a ejecutivos de CBS, comerse —accidentalmente— la cabeza de un murciélago real lanzado por un fan, lanzar vísceras al público como parte del show. Nada era gratuito. Todo era parte del personaje: el Príncipe de las Tinieblas.
Aunque la leyenda negra sobre sus vínculos con lo oculto fue siempre desmentida con un “prefiero el misticismo del whisky”, la estética funcionó. Crucifijos, túnicas oscuras y símbolos demoníacos escandalizaron a padres y fascinaron a distintas generaciones.

Auges y caidas
El reality ‘The Osbournes’, que arrasó en MTV en 2002, lo convirtió en estrella de masas, al tiempo que se desplomaba en la intimidad. “Tomaba 42 pastillas al día”, confesó una vez. Somníferos, ansiolíticos, antidepresivos. Un cóctel para sobrevivirse a sí mismo y a las exhaustivas jornadas de grabaciones.
En 2003, un accidente con un cuatriciclo casi le cuesta la vida. “El bache era un cráter que dejaron los nazis”, bromeó más tarde. Resultado: múltiples fracturas, pulmones colapsados y un cuello roto. En 2019, una caída doméstica agravó aún más su ya debilitado cuerpo. El diagnóstico de Parkinson en 2020 marcó el inicio de su retiro, y la cancelación de su gira No More Tours 2 confirmó lo que muchos temían: Ozzy ya no podía sostenerse en pie.

Aun así, no se fue sin despedirse. El pasado 5 de julio, volvió a los escenarios para un último concierto junto a Black Sabbath en Villa Park, Birmingham. Frente a 40.000 personas —y millones en línea—, agradeció conmovido: “He estado en cama durante seis años. No tienen idea de cómo me siento… gracias desde el fondo de mi corazón”, dijo frente al micrófono. Unas semanas después, su familia confirmó la muerte del cantante a los 76 años, sin dar mayores detalles.
“Con una tristeza que no se puede expresar con palabras, informamos del fallecimiento de nuestro querido Ozzy Osbourne esta mañana. Estaba con su familia y rodeado de amor”, anunció su familia en un comunicado.

El hombre que recordamos
En septiembre de 2011, Perú fue testigo del rugido de una leyenda. Ozzy Osbourne se presentó en la Explanada del Monumental ante una multitud que oscilaba entre el asombro y la devoción. Llegó como parte de su gira Scream, con 62 años y un historial médico complicado, pero en el escenario se movía como si aún estuviera en los años 80. Esa noche, entre fuegos artificiales, gritos desaforados y sudor, se confirmó que el mito seguía vivo. Tocó clásicos como Mr. Crowley, War Pigs y Iron Man, y se despidió empapado en espuma lanzada por él mismo con una manguera, como en sus mejores años.
Dos años después, en 2013, su regreso fue anunciado con bombos y platillos. Esta vez, con Black Sabbath. Era el reencuentro esperado, el viaje completo a la raíz del heavy metal. Pero lo que prometía ser un hito terminó en decepción: el concierto fue cancelado por problemas logísticos. Las entradas habían volado, la expectativa era enorme, pero la gira sudamericana se desmoronó.
Amado por fans de varias generaciones —y redescubierto por millones gracias al reality The Osbournes, que lo convirtió en fenómeno de la cultura pop—, Ozzy fue muchas cosas: símbolo de una época, leyenda viviente, sobreviviente improbable. Nunca fue un cantante virtuoso, ni un músico técnico. Pero logró algo más raro: ser inolvidable.

TE PUEDE INTERESAR
- Muere Ozzy Osbourne a los 76 años: figuras del rock lo despidieron con sentidos homenajes
- Murió Ozzy Osbourne: Marilyn Manson y su emotiva despedida del ‘Príncipe de las tinieblas’
- Murió Ozzy Osbourne: Así fue su última aparición sobre un escenario con Black Sabbath
- Ozzy Osbourne, vocalista y líder de Black Sabbath, falleció a los 76 años
- Ozzy Osbourne falleció: Familia del cantante aseguró que murió “rodeado de mucho cariño”








