Es como si el tiempo se hubiera detenido en el invernadero. No ha sido el azar: ha sido el jardinero, el único que ha pisado esa tierra en los últimos cuatro años, quien se ha encargado de preservarla intacta. Su rutina, desde entonces, es invariable: cortar, regar y asegurarse de que las plantas crezcan y se mantengan vivas. Es el celador de esas criaturas indefensas.
Hoy, sin embargo, Samuel está irascible. Convertido casi en un ermitaño, no es de extrañar que la presencia de un grupo de policías lo tenga tenso. Ha pasado tanto desde que alguien revisó los rincones del invernadero y de la casa de los patrones que él lo siente como una afrenta a su forma de vivir. Uno de los agentes está encargado del interrogatorio: ¿dónde está Silvia? ¿Cuál es el paradero de la propietaria del lugar? Han pasado varios años desde que se reportó su ausencia y los oficiales, sin motivos conocidos, se han vuelto interesar por el caso.
Samuel no está interesado en responder las interrogantes. Tiene sus razones, pero es que, además, ella nunca partió. Silvia está allí, detrás suyo, vigilándolo y regalándole palabras que solo él puede oír. Ella está en las ramas de las plantas, en la tierra y el agua que las alimenta. Silvia ha echado raíces en el invernadero, raíces que nadie más que él puede ver.
En “Todas las noches de un día” se entremezclan dos dimensiones. Por un lado está la del jardinero (Alonso Cano), un hombre fuerte y dedicado a su trabajo, y por el otro, una mujer (Sandra Bernasconi) que quiere disfrutar de la vida a sus anchas. Pero esas son sus máscaras. Samuel y Silvia son, en realidad, personas rotas que encontraron refugio en la soledad. La coincidencia quiso que se encontraran algunos años atrás y que compartieran sus caminos.
Édgar Saba, director de la puesta en escena que se estrena este jueves en el Teatro de Lucía, anota que no está de acuerdo con la mirada de aquellos que acusan a estos personajes de ser incapaces de amar. Para él, ellos sí pueden hacerlo, aunque en sus términos.
“Y lo pueden hacer a pesar de las cosas que dicen, como ‘Yo he querido quedarme contigo, pero no podía’ o ‘Quería decirte algo, pero no pude’ –comenta Saba–. Eso tiene que ver con los profundos conflictos humanos, en las emociones encontradas que nos permiten decir ‘te amo’ y luego ‘te odio’. Aquí hay momentos en los que ellos intentan controlar sus sentimientos, pero se nota que están falseando. Es cuando no los controlan que la realidad se impone”.
AL DETALLE
La razón que “Todas las noches de un día” da para explicar por qué Samuel se quedó tantos años en el invernadero es el amor. Aun así, Saba es consciente de que hay algo más y que esto podría ser una reflexión, que se aleja del panfleto, sobre la imposibilidad de una relación entre un hombre de clase social baja y una mujer de alcurnia.
“Samuel tiene brotes psicóticos –afirma Saba–. Él está fascinado con ella y, por tanto, tiene el deseo de conquistarla, algo que jamás podrá tener”.
La situación cobra otro matiz al tener en cuenta una de las frases de Samuel: “La belleza de las flores es inútil”. Puede, según Saba, tener que ver con la duración de la juventud, con el hecho de que “la rosa nace y desaparece de forma muy rápida”, e incluso con la fragilidad de la belleza. Pero, acota, también es probable que se esté refiriendo a ella, a Silvia.
“Ella es una mujer que está a punto de hacerse mayor, de envejecer –agrega el director–. Es también una mujer fatal, una Lauren Bacall, por lo que se entiende que cause esa fascinación en él. Es el amor de su vida, pero también es un imaginario que, de pronto, se vuelve realidad. Lo interesante de esta propuesta es que ese imaginario está muerto”.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Teatro de Lucía. Dirección: calle Bellavista 512, Miraflores. Estreno: este jueves. Horario: de jueves a lunes, 8 p.m.; domingo, 7 p.m. Entradas: Teleticket.