El sábado último el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, empezó su segundo período al frente del pequeño país centroamericano. En el pico de su popularidad y esgrimiendo como bandera lo conseguido en su lucha contra la inseguridad y la delincuencia, el gobernante próximo a cumplir 43 años tiene por delante cinco años más de mandato.
Entre las primeras medidas tomadas en estos días, Bukele nombró al nuevo encargado de una agencia de inversiones y a su secretario jurídico, mientras que ha decidido mantener al resto del gabinete, por lo menos hasta nuevo aviso.
En tanto, el Congreso -dominado por el partido oficialista Nuevas Ideas- aprobó la vigesimosétima ampliación del régimen de excepción, una medida que suspende varios derechos constitucionales y bajo el cual las autoridades pueden realizar arrestos sin órdenes de captura.
Bukele ha concedido, en las últimas horas, una larga entrevista en la que habló de sus fórmulas para buscar y encontrar la paz.
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El factor clave
Tucker Carlson, el controvertido expresentador estrella de la cadena conservadora Fox News, llegó a El Salvador para entrevistar a su presidente. Distendido, dominador del escenario y hasta presuntuoso, Nayib Bukele le dijo a su interlocutor -un comentarista político muy cercano a Donald Trump- que El Salvador es hoy el país más seguro del hemisferio occidental y le confesó que la principal arma que usó para combatir a las pandillas fue la oración. Explicó que ante la inmensidad de la tarea contra el crimen, “nos pusimos a orar” y entonces “se logró el milagro”.
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El salvador
Para revestir el asunto de más mesianismo, señaló que la Mara Salvatrucha y Barrio 18 (las dos bandas que sembraron el terror en los últimos años) habían empezado a hacer rituales satánicos, pero que él y su gobierno les ganaron “la guerra espiritual muy rápido”. Está claro que no solo fue el poder de la oración sino la aplicación de aquella famosa expresión de “a Dios rogando y con el mazo dando”, con la imposición de un estado de excepción en marzo del 2022, que dura hasta hoy y que ha permitido capturar a unos 80.000 supuestos pandilleros a lo largo de 27 meses.
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Remedio amargo
Bukele no se molesta en atender las críticas por los presuntos abusos contra los DD.HH. cometidos en la guerra contra la delincuencia (más de 6.000 denuncias por detenciones arbitrarias y torturas y unas 240 muertes de detenidos bajo custodia estatal reportadas) y exhibe sus innegables logros. Lo que sí deberá atender ahora es la maltrecha situación económica: la pobreza ha crecido y alcanza a más del 27% de los hogares y la deuda pública llega a los US$30.000 millones. Ya avisó Bukele que “en el nuevo tratamiento para sanar la economía quizá haya que tomar medicina amarga”. Sin que falte la oración.
