El cielo de Nueva York se tiñó de naranja y residentes y turistas evocaron escenas del apocalipsis o de una película de terror. Pero lo que veían sus ojos era mucho más real. La inmensa metrópoli resgistró la peor calidad del aire del mundo a causa del humo emanado por los incendios forestales en Canadá.
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La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha emitido alertas sobre una zona con más de 100 millones de personas, donde el humo está causando serios estragos. Los ciudadanos ya están usando mascarillas y tratando de quedarse en casa para no exponerse a los efectos de la contaminación.
La “neblina naranja” y los efectos del fuego han impactado duramente en el noroeste de Estados Unidos. La visibilidad es tan compleja que la agencia estadounidense de aviación civil (FAA) ralentizó el transporte aéreo e incluso mantuvo en el suelo a algunos aviones en la región.
La Casa Blanca dijo que el presidente Joe Biden había conversado con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el miércoles, ofreciendo “apoyo adicional para responder a los devastadores e históricos incendios forestales”. El fuego sigue arrasando gran parte de Canadá, donde la provincia de Quebec se ha convertido en epicentro de la emergencia.
El Comercio conversó sobre el impacto del humo en la salud con José Luis Cabrera, neumólogo de la Clínica Internacional y vicepresidente de la Sociedad Peruana de Neumología. El experto advierte que muchas de las consecuencias serán visibles a largo plazo.
—¿Cómo puede afectar este humo tóxico a las personas expuestas?
Hay dos tipos de de reacciones que se pueden ver: las reacciones inmediatas, que son las más obvias, y las tardías, que pueden pasar desapercibidas durante muchos años.
Esto ha sido bastante bien estudiado, no solamente por incendios forestales, que son la regla en ciertas zonas del mundo, sino también a raíz del atentado contra las Torres Gemelas, donde se hicieron estudios y seguimiento a gran escala de las personas expuestas a ese desastre.
Se ha visto que los problemas agudos, que se pueden ver fácilmente, están relacionados con un efecto irritante directo de las partículas que están siendo emitidas por la combustión de los bosques. Esas partículas pueden significar exposición a una serie de sustancias como monóxido de carbono, ozono, óxido nítrico, una serie de componentes orgánicos que directamente pueden irritar las zonas expuestas como los ojos, la mucosa o el interior de la nariz, la garganta, los bronquios, etc., y que los problemas respiratorios más evidentes pueden ser rinitis, rinofaringitis, procesos como bronquitis e incluso esto puede predisponer a una neumonía, al alterar el funcionamiento de las defensas a nivel local en la vía respiratoria.
—¿Qué ocurre cuando se produce una exposición demasiado directa y prolongada?
Estas partículas en el aire pueden producir envenenamiento por sustancias como el monóxido de carbono y en lugares pobremente ventilados puede ser bastante perjudicial y venenoso y hacer que el paciente fallezca por asfixia, incluso mucho más rápido que por la exposición al fuego directo. Además, la exposición a los ojos puede producir enrojecimiento, ardor, puede producir visión borrosa. Este material impregnarse en la piel y producir dermatitis, picazón, enrojecimiento y erupciones cutáneas.
"A largo plazo estas sustancias pueden penetrar el torrente sanguíneo y están relacionadas con una serie de enfermedades como las cardiovasculares"
—¿Y qué consecuencias podríamos tener a largo plazo?
A largo plazo estas sustancias pueden penetrar el torrente sanguíneo y están relacionadas con una serie de enfermedades como las cardiovasculares. Hay personas que pueden tener problemas en las arterias coronarias, pueden sufrir problemas como infartos, arritmias y tienen más riesgo de presentar a la larga accidentes cerebrovasculares, derrames cerebrales o trombosis cerebral. Esto también predispone a formar a largo plazo una enfermedad llamada fibrosis pulmonar y también a la aparición de la enfermedad bronquial obstructiva crónica, con un efecto que puede ser mucho más directo e irritante que la exposición crónica al tabaco, por ejemplo. A largo plazo también se han descrito una serie de problemas relacionados con cáncer. La clásica asociación está relacionada con el cáncer de pulmón, pero también con el cáncer de laringe, con el cáncer de tráquea y también en sitios que podrían considerarse alejados de la exposición directa como el cerebro. Por ejemplo, hay más riesgo de cáncer cerebral, según estudios hechos en poblaciones que tienen varios kilómetros de distancia a donde se generó la emergencia del incendio.
—¿Qué recomendaciones deberían seguir las personas que se encuentran en una situación como esa o similar?
Nosotros tuvimos hace unos años una una emergencia, aunque no hay tanta magnitud, a raíz de un incendio en un centro ferretero. Lo primero es seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias para evacuar cuando sea necesario. No debemos esperar que que el humo sea evidente visualmente para cumplir con las recomendaciones de evacuación. Como mencionaba, la exposición hasta a kilómetros de distancia puede estar relacionada con problemas a largo plazo. Lo segundo es que si uno tiene cercanía con una fuente de humo de un incendio, y esto lo hemos aprendido durante la pandemia, tiene que usar protección respiratoria.
—¿Una mascarilla siempre será la mejor opción?
Se debe usar una mascarilla que ofrezca el mejor y mayor sello posible, una mascarilla mientras más sellada nos va a dar una mayor protección. Cuando hay una exposición directa lo que hay que hacer es lavarse los ojos, lavarse la cara, cambiarse la ropa, usar protección respiratoria y alejarse por el tiempo que sea necesario, según las indicaciones de las autoridades. Las personas que tienen enfermedades de fondo, que tienen enfermedades cardiovasculares o pulmonares son una población particularmente susceptible porque son los más afectados con lo que causan las sustancias que son emitidas en este tipo de emergencia.
—¿Las personas que han sufrido casos graves de COVID-19 están más expuestas a estos problemas?
En realidad sí. Los pacientes que han tenido COVID-19 y cuadros de neumonía severa suelen quedar con con algunos problemas respiratorios. Gracias a Dios esto no ocurre en en el grueso de pacientes con COVID, sino principalmente en las personas que han tenido cuadros graves y han estado hospitalizadas, ellos podrían ser más susceptibles al efecto nocivo de estas sustancias.
—Hay muchos factores que pues ocasionar problemas respiratorios. ¿Qué tanta relevancia le dan los expertos a los relacionados con la calidad del aire?
La calidad del aire es sumamente importante, se le está dando una dimensión mucho mayor en los últimos años porque está relacionada, en una escala quizás menor, a problemas cardiovasculares, respiratorios y alérgicos. Hay una relación directa entre la calidad del aire y la aparición de infecciones respiratorias y problemas alérgicos de vía aérea, como rinitis alérgica, asma y más.
Hay aproximadamente un 25% de cáncer de pulmón que no está relacionado con el consumo de tabaco y gran parte de ese 25% estaría relacionada con la exposición a una mala calidad de aire. Es de notar que Lima, por ejemplo, está dentro del top 3 de ciudades más contaminadas de América y dentro de las 20 más contaminadas del mundo. Eso podría tranquilamente explicar por qué cada vez hay más casos de infecciones respiratorias y, sobre todo, de problemas alérgicos en la vía aérea en ciudades contaminadas como Lima.