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Autores de masacre en Australia habrían entrenado con terroristas en Filipinas: las redes del Estado Islámico en el país asiático
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El tiroteo registrado el domingo 13 en la turística playa de Bondi Beach en Sidney (Australia) dejó un lamentable saldo de 16 fallecidos, pero también un alarmante hilo conductor que parte del historial de desplazamiento de los sindicados como autores de la masacre.
El primero de los perpetradores de los asesinatos antisemitas, Sajid Akram, era un ciudadano indio que llevaba años como residente en Australia y murió abatido por la policía. Su hijo, Naveed Akram, es el segundo sospechoso del caso y a diferencia de su padre sí tenía la nacionalidad australiana, habiendo sobrevivido al letal incidente. Tras dos días en estado de coma, los medios australianos reportan que Naveed logró despertar.
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Las autoridades reportan que la investigación preliminar alrededor de los presuntos responsables del crimen señala que su accionar fue de motivación particular, pero habría sido influenciado por el ideario de la organización terrorista Estado Islámico.
Sajid Akram era oriundo de Hyderabad, en el estado indio de Telangana, y los funcionarios de la India consideran que no hay elementos que puedan sugerir de forma concluyente que puede haber sido influenciado por elementos radicales en su país de origen.
El historial del fallecido atacante no registraba antecedentes delictivos previos y señala que llegó a Australia en 1998. Desde entonces solo volvió a su país de origen en seis ocasiones para visitas familiares y la revisión de temas patrimoniales. Representantes de la policía india indicaron a los corresponsales de BBC en su territorio que su familia no expresó “ningún conocimiento de su mentalidad o actividades radicales”.

“Los factores que llevaron a la radicalización de Sajid Akram y su hijo, Naveed, parecen no tener conexión con la India ni ninguna influencia local en Telangana”, afirmó un funcionario policial del país más poblado del mundo.
Anthony Albanese, primer ministro de Australia, declaró este martes 16 que la Organización Australiana de Inteligencia de Seguridad (ASIO) posó por primera vez sus ojos sobre Naveed Akram en octubre del 2019.
El hombre, que por entonces tenía 18 años, fue investigado por sus vínculos con una célula del Estado Islámico en Sidney y su cercanía con dos personas que terminaron siendo detenidas. Tras una revisión de su familia y entorno se concluyó que el joven no daba señales de radicalización ni de ser propenso a cometer actos violentos.
Un reciente informe de la Corporación Australiana de Radiodifusión (ABC) señaló que el menor de los Akram fue en su adolescencia un seguidor convencido del predicador yihadista Wisam Haddad, afincado en Sidney y conocido por su discurso antisemita. Este último no tiene acusaciones formales por terrorismo en Australia, pero es sabido que tenía viejos vínculos con terroristas oriundos del país oceánico y líderes yihadistas en el extranjero.

Si bien Haddad ha negado “vehementemente” cualquier conexión con los acontecimientos de Bondi Beach, un antiguo agente encubierto de la ASIO consultado por ABC dijo que había “advertido repetidamente” a la agencia que el clérigo “estaba adoctrinando a los jóvenes en su centro de oración”.
Más sorpresiva fue una posterior revelación de la agencia noticiosa australiana, que indicó que Sajid y Naveed Akram habían viajado al sur de Filipinas, donde recibieron “entrenamiento de estilo militar”, según un funcionario antiterrorista anónimo. Tras los asesinatos de Bondi Beach se encontró en el auto de la familia una bandera del Estado Islámico, por lo que se cree que prestaron juramento al grupo terrorista.
La información de ABC fue parcialmente confirmada por la Oficina de Inmigración de Filipinas, que señaló que los Akram llegaron a su territorio el 1 de noviembre y se dirigieron a la localidad de Davao, en el sur del país insular asiático. Salieron de allí el 28 de noviembre.
La presencia del Estado Islámico
El destino elegido tiene una connotación clave en el contexto del tiroteo, debido a que Davao es la ciudad más poblada de Mindanao, isla considerada como bastión tradicional de algunos de los grupos yihadistas del país, muchos de los cuales buscan la creación de un estado musulmán independiente y tienen importantes nexos con el Estado Islámico (EI).
En términos generales puede decirse que el EI no mantiene una presencia formalmente unificada en Filipinas, sino que actúa a través de entidades que comparten su ideario y que operan bajo su bandera.

El Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington señala que la cúpula del gran grupo terrorista no contemplaba originalmente la creación de una ‘wilaya’ (“gobernación”) exclusiva para el territorio filipino, pero sí decidió otorgar títulos como el de emir a los líderes de las milicias y organizaciones afines en el país asiático, tal como lo hizo con Isnilon Hapilon, uno de los líderes del movimiento separatista y yihadista Abu Sayyaf.
El inicio de la presencia formal de la gran organización terrorista en Filipinas puede rastrearse desde el 2014 cuando Abu Sayyaf juró lealtad al Estado Islámico a través de Hapilon. Alrededor de este período se reporta que otras organizaciones yihadistas como el Grupo Maute hicieron lo mismo, mientras que otras optaron por el establecimiento de alianzas con el EI.
Historia fragmentada
La insurgencia musulmana en Filipinas es anterior a la llegada del Estado Islámico y tiene décadas de historia.
Filipinas es un país con 112 millones de habitantes y aproximadamente el 80% de sus ciudadanos profesa la religión católica como herencia del antiguo dominio español, mientras que otras denominaciones cristianas protestantes representan poco más del 10%. Los musulmanes son una minoría importante y constituyen aproximadamente el 6,5% de la población, concentrándose en el sur del país.
Tras el fin del control estadounidense en 1946, el gobierno central gestionado por cristianos impulsó una política que llevó a una gran cantidad de personas de esa religión a trasladarse a territorios tradicionalmente habitados por musulmanes, desplazando progresivamente a estos últimos y generando focos de tensión social, religiosa y étnica.

Esta situación estalló con la Masacre de Jabidah, en 1968, en la que el Ejército de Filipinas asesinó a soldados musulmanes en medio de un operativo opaco. Este fue el inicio de una serie de levantamientos, siendo uno de los más importantes el del Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), entidad fundada por ciudadanos del pueblo moro, grupo étnico de religión musulmana asentado en Mindanao y el archipiélago de Sulu.
Tras años sin lograr acuerdos, el FMLN cambió progresivamente su postura independentista por una autonomista y no fue hasta 1996 que la milicia llegó a un alto al fuego con el gobierno filipino, el cual dio lugar a la Región Autónoma del Mindanao musulmán.
No obstante, la atomización ha sido una constante entre los grupos yihadistas, pues cuando se firmaban acuerdos o se establecía un acercamiento con el gobierno central, era frecuente que un bloque de estas agrupaciones terminara separándose insatisfecho para formar una nueva entidad.
Así pasó, por ejemplo, con el FMLN, del que surgió el Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI), que no llegaría a un entendimiento con la administración central filipina hasta el 2014, lo que daría lugar a una nueva entidad territorial interna: la Región Autónoma de Bangsamoro en el Mindanao Musulmán. Lo anterior no impidió que el FMLI también tuviera escisiones de grupos internos descontentos.
Operaciones y formaciones satélites
Ese escenario de fragmentación continua fue el que EI encontró en Filipinas, por lo que decidió convertir a muchas de estas milicias en sus satélites. Aquellas organizaciones que juraron lealtad y los partidarios de esa causa pasaron a autodenominarse Dawlah Islamiyah, que se traduce literalmente como “Estado Islámico”.
Si bien Dawlah Islamiyah opera a través de células más pequeñas, en algunos casos con decenas de miembros que las Fuerzas Armadas filipinas reconocen por los nombres de sus líderes, buena parte de las operaciones más grandes del EI en el país asiático han recurrido a los colectivos de mayor escala.
Entre febrero y marzo del 2016 tuvieron lugar los enfrentamientos de Butig, en la provincia de Lanao Meridional. El Grupo Maute ocupó la localidad y plantó banderas del Estado Islámico, enfrentándose con una unidad de infantería del ejército filipino. En setiembre de ese mismo año tuvo lugar el atentado del mercado nocturno de Davao, reivindicado por Abu Sayyaf.

No obstante, el ataque de mayor escala hasta la fecha fue la ocupación y batalla de Marawi, otra localidad de Lanao Meridional. El 23 de mayo del 2017 una fuerza que reunía a combatientes del Grupo Maute, Abu Sayyaf y milicianos extranjeros llegó a la ciudad con la finalidad de convertirla en territorio del EI.
Los combates entre los terroristas y las fuerzas estatales se prolongaron por cinco meses y dejaron un saldo de aproximadamente un millar de muertos, miles de desplazados y gran destrucción en la ciudad.
El incidente supuso un grave llamado de atención para el gobierno de Rodrigo Duterte, pero fue un golpe particularmente duro para los yihadistas, que perdieron a algunos de sus líderes más importantes en el conflicto y cuestionaron la capacidad de sus respectivas cúpulas. Si el Estado Islámico buscaba introducirse de forma firme en Filipinas, la derrota en Marawi hizo que dicho objetivo se viera sumamente lejano.
En el período posterior se siguieron registrando atentados y ataques por parte del Dawlah Islamiyah, pero ninguno volvería a ser de la envergadura de Marawi. A pesar de ello, los colaboradores del EI se han reagrupado y han buscado mantenerse activos hasta el presente.
Principales grupos asociados al EI
Organización islamista radical fundada en el 2012 como una escisión del Frente Moro de Liberación Islámica, tiene su centro de operaciones en Lanao del Sur (Mindanao Central). La milicia incluye a antiguos guerrilleros del FMLI, pero también cuenta con combatientes de origen extranjero. El grupo debe su nombre a sus fundadores, los hermanos Abdullah y Omar Maute, y juró lealtad al Estado Islámico en el 2015.
Protagonizó los enfrentamientos de Butig en el 2016 y la batalla de Marawi en el 2017, donde perecieron los hermanos Maute, lo que supuso un golpe duro para la organización. Tras un período de declive retomaron su actividad con mayor intensidad en los últimos dos años, aunque a una escala bastante menor.

Movimiento separatista y yihadista fundado en 1991 por Abdurajak Abubakar Janjalani (muerto en 1998) con presencia importante en el archipiélago de Sulu. El grupo tuvo relaciones importantes con Al Qaeda, las cuales abandonó cuando juró lealtad al Estado Islámico en el 2014 por iniciativa de Isnilon Hapilon, uno de sus líderes más importantes.
Abu Sayyaf es considerado el más férreo partidario del EI en Filipinas y tiene importante presencia en las diversas islas del país, lo que facilita la recepción de combatientes foráneos para sumarlos a su causa. La agrupación terrorista participó en la batalla de Marawi junto al grupo Maute y en ella pereció Hapilon. Lo anterior no les ha impedido seguir activos.

Otra agrupación terrorista creada por disidentes del FMLI, fue fundada por Ameril Umbra Kato y tras la muerte de este se separó en tres facciones, siendo la liderada por el también fallecido Ismael Abubakar la que juró lealtad absoluta al Estado Islámico. Las otras alas de los CLIB contribuyen ocasionalmente con el EI, aunque con mucha más distancia.
Las Fuerzas Armadas de Filipinas consideran que tuvieron una participación menor en la Batalla de Marawi, aunque esto sigue en debate. Pese a que sus miembros siguen activos, sus operaciones han sido irregulares.

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