A medida que se conocen más detalles sobre el insólito episodio en el que un soldado estadounidense cruzó la frontera el último martes hacia Corea del Norte, las dudas sobre la condición del hombre y las razones que lo motivaron a tomar esa decisión incrementan.
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El militar ha sido identificado como Travis King, de 23 años y originario de Racine (Wisconsin). Según oficiales que hablaron con las cadenas de noticias CBS y ABC, King era un soldado raso y acababa de cumplir una sanción de 47 días en un centro de detención surcoreano debido a dos acusaciones de agresión.
Luego de su castigo, King había sido conducido por una escolta militar hasta el Aeropuerto Internacional de Incheon para abordar un vuelo que lo trasladaría de vuelta a Estados Unidos, donde debería presentarse ante la autoridad militar para continuar con el proceso disciplinario abierto en su contra.
Cabe resaltar que King no se encontraba en situación de detenido, por lo que su escolta simplemente lo acompañó hasta el aeropuerto, pero no hasta dentro del avión.
Fue entonces cuando el joven se las ingenió para colarse en un grupo de turistas que se dirigía hacia el pueblo fronterizo de Panmunjom. Así, King llegó hasta la denominada Zona Desmilitarizada (DMZ) que desde 1953 divide a las dos Coreas y, posteriormente, corrió al país del norte lanzando una carcajada, según aseguró una testigo que se encontraba en el grupo de turistas.
El Mando de la ONU, órgano encargado de la seguridad en la zona sur de la DMZ, apuntó el mismo día en un comunicado que cree que King se encuentra bajo la custodia de Corea del Norte.
SIN EXPLICACIÓN CLARA
Desde el primer momento la principal característica en torno al caso de King ha sido la gran cantidad de dudas que ha generado su comportamiento.
El medio estadounidense Daily Beast conversó con Carl Gates, tío materno de King, quien aseguró que el joven cayó en un colapso mental y emocional luego de enterarse de la muerte de su sobrino de 7 años. El hijo de Gates, quien sufría de un raro síndrome incurable conocido como SPTLC-2, falleció en febrero de este año y era bastante cercano a King.
Sin embargo, se conoce que uno de los antecedentes por agresiones del militar se remonta a octubre del año pasado.
Al cierre de este artículo no existen indicios de que King haya estado vinculado a ningún servicio de espionaje o contrainteligencia norcoreano; además, no se encontró registro público en el que haya desertado al Ejército estadounidense.
“Efectivamente, es bastante inusual, al punto que no se conocen sus intenciones. Los puntos a notar son que el soldado detenido es en realidad de categoría baja, con poca experiencia. Por otro lado, venía teniendo un proceso disciplinario en Corea del Sur. Podríamos teorizar de que se trata de un acto de rebeldía o incluso de un quiebre emocional o mental. El hecho de ser un militar, sin embargo, podría representar para Corea del Norte un elemento de interés para obtener algún tipo de información sobre todo en el contexto actual con la llegada del submarino nuclear estadounidense a la costa coreana. Personalmente, dudo que al tratarse de un soldado de bajo rango les sea de mucha utilidad”, comenta a El Comercio Marco Carrasco, docente de Estudios de Asia Oriental de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de San Marcos.
UN DOLOR DE CABEZA
Más allá de las razones de King, este episodio representa un auténtico dolor de cabeza diplomático para Estados Unidos, especialmente en un momento en el que Washington busca presionar a Pyongyang con el cese de sus alarmantes y cada vez más frecuentes ensayos balísticos.
Estados Unidos y Corea del Norte oficialmente no mantienen relaciones diplomáticas por lo que las conversaciones sobre el caso se han dado a nivel militar. Esto fue confirmado desde el comando estadounidense el mismo martes, que aseguró estar abordando el tema con su par norcoreano pero sin dar detalles por la sensibilidad del asunto.
“En ningún caso de este tipo se ha llegado a una solución rápida, siempre ha tomado tiempo conseguir algún acuerdo o negociación. El caso más notable fue durante las conversaciones del 2017 entre Donald Trump y Kim Jong-un, cuando las relaciones entre ambos países parecían mejorar, y Corea del Norte liberó a un detenido en menos de un mes. Se consideró un récord por la premura, pero lo usual es que los detenidos pasen varios meses o años antes de una negociación que permita la liberación. Por otro lado, tenemos casos lamentables como el del joven Otto Warmbier que había sido detenido por aparentemente haber intentado llevarse unos posters del hotel y sufrió de un derrame cerebral durante su detención”, explica al respecto Carrasco.
El experto, sin embargo, advierte que las propias negociaciones entre Trump y Kim pueden servir de ejemplo para conocer el método que emplearían los norcoreanos para abordar este tipo de situaciones, en las que buscarían sacar el mayor provecho posible a cambio de prácticamente nada que perder.
“La estrategia que viene siguiendo Corea del Norte durante las últimas décadas está enfocada en el desarrollo militar, no desde la confrontación sino desde la disuasión y la propaganda política. Quizás una de las jugadas más interesantes fue lo que consiguieron con la Administración Trump, yo considero que nunca quisieron tomar el paso hacia la desnuclearización, sino solo vieron qué podían obtener a cambio. Este caso puede llevarse por la misma vía; es decir, obtener la mayor ganancia posible a cambio de la liberación del soldado”, señala.
Ante la incertidumbre de saber la condición en la que King permanece en Corea del Norte -ya sea como detenido o como informante-, si realmente deseará retornar a territorio surcoreano o Estados Unidos o el interés norcoreano por negociar el retorno del militar, este episodio sin duda ha inclinado la balanza sorpresivamente a favor de Pyongyang y ha alterado los planes de Washington en la península coreana.
Hay varias características que vuelven a este un evento sui generis. El muchacho llevaba apenas 2 o 3 años como oficial del Ejército y aparentemente estuvo en un lío que lo llevó al arresto previo al incidente. Entonces, no necesariamente estamos ante un caso tradicional de espionaje. Por otro lado, tampoco está claro que se trate de un desertor e incluso entonces se han registrado muy pocos casos de desertores occidentales hacia Corea del Norte, la mayoría de casos son de personas que han entrado a Corea del Sur. Los casos típicos que se venían registrando eran estadounidenses que visitaban Corea del Norte y el régimen los consideraba espías por tomar una fotografía o por su propio perfil, por lo que terminaban arrestados.
En cuanto a sus motivaciones para cruzar, se me ocurre que está vinculado al proceso que seguiría al llegar a Estados Unidos luego de ser enviado como medida disciplinaria desde Corea del Sur. Quizás el soldado aguardaba una probable sanción o incluso una eventual expulsión, lo que lo habría dejado sin beneficios.
Esto representa un problema, aunque no muy grave, para Estados Unidos. Recordemos que el acercamiento de Donald Trump y Kim Jong-un llevó a que Pyongyang liberase a los tres últimos estadounidenses que mantenía presos, este arresto revierte esa situación. Y llega, además, en un momento en el que EE.UU. acaba de enviar un submarino nuclear en respuestas a las pruebas de misiles que viene realizando Corea del Norte. Entonces, Washington se verá obligado a negociar y ceder cuando tenía mas bien la intención de presionar.
Porque si algo debe quedar claro es que aunque este muchacho no sea un personaje de alto perfil del Ejército, no deja de ser un ciudadano estadounidense. Además, ya había cumplido su castigo en Corea del Sur y no necesariamente iba a ser expulsado de las Fuerzas Armadas. Entonces el trámite sobre su caso se mantiene inconcluso, por lo que se considera como un asunto pendiente. Sumado a ello, el Gobierno tiene la presión de atender los casos de prisioneros políticos con premura luego de que se les criticara que no tuvieron el mismo énfasis en negociar la liberación de la basquetbolista Brittney Griner que la del periodista Evan Gershkovich en Rusia.
*Octavio Pescador es analista político y catedrático de la Universidad de California en Los Ángeles - UCLA.
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