Donald Trump anunció este martes su tercera candidatura presidencial consecutiva, en un intento extremadamente inusual de un exmandatario estadounidense de recuperar la Casa Blanca después de perder una elección.
Sus colaboradores advierten que este anuncio, y esta campaña, se parecerán más a 2016 que a 2020. Despojado de los poderes del cargo, Trump se enmarcará como alguien ajeno al sistema político, que buscará derribar un estamento de izquierda y derecha que lo ve con hostilidad.
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En 2016, a pesar de las probabilidades aparentemente bajas, Trump primero venció a sus rivales republicanos y luego derrotó por poco a la demócrata Hillary Clinton, que buscaba ganar un tercer mandato consecutivo en la Casa Blanca para su partido.
Fue un logro improbable que mostró las fortalezas innegables de Trump como candidato.
Tiene un sentido inigualable de qué temas son importantes para los conservadores de base. Su estilo impredecible e incendiario puede impulsar la cobertura de noticias y robar protagonismo a sus competidores.
Dispone de una base de seguidores leales y puede motivar a votar a los estadounidenses que normalmente no están comprometidos. Después de cuatro años en el cargo, muchos de esos simpatizantes ocupan puestos de autoridad dentro del Partido Republicano.
A pesar de ello, hay razones para creer que el camino que tiene por delante es desalentador. Te presnetamos 6 de ellas.
1. Historial político
Hace ocho años, Trump era una pizarra en blanco. Sin antecedentes como titular de un cargo, los votantes podían proyectar sus esperanzas y deseos sobre él. Podía hacer promesas expansivas, sin críticas que lo señalaran por deficiencias o fracasos del pasado.
Ese ya no es el caso. Si bien Trump tuvo algunos logros políticos notables durante sus cuatro años en la presidencia, incluidos los recortes de impuestos y la reforma de la justicia penal, también tuvo algunos fracasos destacados.
Los republicanos recordarán su incapacidad para derogar las reformas sanitarias demócratas y sus reiteradas promesas de inversión en infraestructura que nunca se concretaron. Y luego está el manejo de Trump de la pandemia de coronavirus, que podría exponerlo a ataques en múltiples frentes.
2. La sombra del 6 de enero
Trump tampoco podrá aferrarse únicamente a su historial político como presidente. Tendrá que defender la forma en que manejó el final de su presidencia y su papel en el ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio de los Estados Unidos.
Las imágenes de ese día, con simpatizantes ondeando pancartas de Trump en medio de los gases lacrimógenos mientras saqueaban el Capitolio y detenían temporalmente la transición pacífica del poder, no se olvidarán fácilmente.
Las elecciones de mitad de período demostraron que lo que sucedió ese día, y las palabras y acciones de Trump en las semanas previas, aún pueden influir en el comportamiento de los votantes.
Casi todos los candidatos republicanos que ofrecieron un apoyo total a la negativa de Trump a aceptar los resultados de las elecciones de 2020 perdieron. Muchos de ellos tuvieron un desempeño inferior al de otros candidatos republicanos en sus estados que no fueron francos en su negación de las elecciones.
3. Problemas legales
Una de las razones por las que Trump parece tan ansioso por lanzar otra candidatura presidencial es porque le permitirá enmarcar de manera más efectiva las múltiples investigaciones penales y civiles en su contra como parte de una vendetta política más grande.
Si bien eso podría funcionar con fines de relaciones públicas, la exposición legal de Trump en estos casos es real.
El expresidente actualmente se defiende de una investigación criminal por manipulación de elecciones en Georgia, un caso de fraude civil contra su imperio empresarial en Nueva York, una demanda por difamación que involucra una acusación de agresión sexual e investigaciones federales sobre su papel en el ataque al Capitolio y su manejo de material clasificado después de haber sido presidente.
Cualquiera de estas investigaciones podría conducir a juicios en toda regla que dominarían los titulares y al menos descarrilarían temporalmente sus planes de campaña.
En el mejor de los casos para él, sería una distracción costosa. El peor de los casos incluiría sanciones financieras masivas o prisión.
4. Un oponente más duro
Cuando comenzó la contienda presidencial republicana hace ocho años, Trump se enfrentó a un gobernador de Florida considerado el favorito del partido. Jeb Bush, sin embargo, demostró ser un tigre de papel.
Un enorme fondo de campaña y un apellido famoso no fueron suficientes. Estaba fuera de sintonía con la base republicana en materia de política de inmigración y educación. Y el nombre Bush no tenía el poder dentro del partido que alguna vez tuvo.
Si Trump quiere la nominación en 2024, es posible que nuevamente tenga que pasar por un gobernador de Florida.
Sin embargo, a diferencia de Bush, Ron DeSantis acaba de obtener una abrumadora victoria en la reelección que sugiere que está en sintonía con los principales simpatizantes de su partido. Si bien aún no ha sido probado en el escenario nacional, su figura política está ascendiendo.
No está claro si DeSantis se postulará o quién más ingresará a la contienda presidencial republicana en este momento.
El gobernador de Florida podría emerger como la elección por consenso entre los fieles del partido que no están interesados en darle otra oportunidad a Trump. Si es así, los votantes republicanos pueden tener el tipo de opción que mejorará sus probabilidades de detener a Trump antes de que se asegure su nominación.
5. Problemas de popularidad
En la víspera del anuncio presidencial de Trump, un grupo conservador publicó una serie de encuestas que mostraban que Trump estaba detrás de Ron DeSantis en un enfrentamiento directo de dos dígitos entre los votantes republicanos en Iowa y New Hampshire.
Esos estados tienen votaciones tempranas en el proceso de nominación republicana.
DeSantis también lideró por 26 puntos en Florida y por 20 en Georgia, que tiene una segunda vuelta en las elecciones al Senado en diciembre. En todos estos estados, las cifras de Trump estaban muy por debajo de las encuestas anteriores.
Según las encuestas a boca de urna de las elecciones intermedias recientemente concluidas, Trump simplemente no es muy popular, incluso en los estados clave que necesitaría ganar para asegurar la presidencia en una elección general.
En New Hampshire, solo el 30% de los votantes dijeron que querían que Trump volviera a postularse para presidente. Incluso en Florida, ese número solo aumentó al 33%.
Por supuesto, Trump también superó las opiniones negativas de su candidatura en 2015. Pero después de ocho años como figura política en el escenario nacional, es mucho menos probable que esos puntos de vista cambien esta vez.
6. La edad
Si gana la presidencia, Trump tendría 78 años cuando preste juramento. Y si bien esa es la misma edad que Joe Biden tenía cuando se mudó a la Casa Blanca, lo convertiría en el segundo presidente de mayor edad en la historia de Estados Unidos.
El tiempo cobra su precio de diferentes maneras en diferentes personas, pero las crecientes cargas de la edad son inevitables.
No hay garantía de que Trump pueda resistir el tipo de campaña rigurosa que se requiere para ganar la nominación republicana, particularmente una en la que probablemente se enfrentará a candidatos mucho más jóvenes.
Trump ha demostrado una resistencia notable en el pasado, pero cada hombre tiene sus límites.