Puede quese haya puesto la soga al cuello en su pelea contra . Para el abogado neoyorquino y profesor asociado de la Universidad de Cornell Randy Zelin, el mejor escenario era llegar a un acuerdo, es decir, la forma en la que ellos mismos podían “controlar su destino”. Pero ahora que la conversación entre los abogados no llegó a buen puerto y han decidido ir a juicio, “alguien va a ser infeliz”, eufemismo para describir un escenario poco favorable para las partes. La resolución de la fallida compra de la red social se decidirá en octubre, a pesar de que el magnate quiso retrasarla hasta febrero del 2023.

El caso será visto por la Corte de Chancery de Delaware, estado que además de proveer facilidades fiscales a las grandes empresas, también ofrece un sistema de justicia ad hoc. “De hecho, muchos negocios se ubican allí para aprovecharlo. No es una corte común sino una especializada en disputas entre compañías. No hay un jurado sino un juez, y los problemas se resuelven muy rápido”, explica Zelin. La presidenta del tribunal es Kathaleen McCormick, recordada por obligar al gigantesco capital privado Kohlberg & Co. LLC a comprar DecoPac por US$ 550 millones, luego de que el primero no quisiera honrar su promesa de adquisición. ¿Obligará a Musk a respetar su palabra de adquirir Twitter?

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Para la red social, el asunto es simple: hay un contrato y Elon Musk lo rompió”, recuerda Zelin. La historia está de su lado. El 4 de abril, Musk anunció la compra del 9,2% de Twitter y, diez días después, ofreció hacerse con toda la compañía por US$ 54,2 la acción. Para fines de aquel mes, el millonario vendió US$ 8.400 millones de su participación en Tesla para luego sumar esfuerzos con otros actores y conseguir el dinero ofrecido. Sin embargo, el 8 de julio canceló el acuerdo y sostuvo que recibió información “falsa y engañosa” de parte de la empresa.

Para Zelin, el argumento de Musk no es convincente. “Antes de firmar, los contratos son revisados a detalle. Pero este tipo de documentos son muy sofisticados, así que dudo de que haya ambigüedades y que él legítimamente pueda decir: ‘Un momento, no me dieron información sobre los bots, no me dijeron esto sobre otros asuntos’. Esto es, por lo menos, sospechoso. Y ni hablar de los que dicen que si intentó comprar Twitter fue porque necesitaba una excusa para vender acciones de Tesla”.

¿Existe la posibilidad de que el empresario de origen sudafricano vaya a la cárcel? Sí, pero es muy remota. Zelin explica que, por el momento, a Musk no se le acusa de ningún crimen y que la única posibilidad de que suceda ello sería si se niega a presentarse o a entregar documentación requerida por la corte. Entonces se le podría acusar de desobediencia y podría perder su libertad.

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El abogado agrega: “Pero cuando tienes tanto dinero como él, puedes pelear y litigar hasta ser el último hombre en pie”. La pregunta, en todo caso, es quién pagará los platos rotos. “Esto recién se descubrirá en el juicio, cuando los documentos, testimonios y todo lo feo salga a la luz”.

Finalmente, para Zelin son dos los escenarios: 1. Que Elon Musk le pague a Twitter por los daños generados por la compra fallida, una cifra que seguramente superará los mil millones de dólares; y 2. Que Musk compre Twitter a un precio menor que el original. El resultado se conocerá en octubre, en un juicio que durará solo cinco días.

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Una cuestión de imagen

¿Por qué Elon Musk quiso comprar Twitter? Miguel Sánchez Ferrán, analista político y especialista panameño en negocios internacionales, recuerda que una de las primeras explicaciones que se barajaron fue la de sus ganas de aumentar su influencia. Controlar la red social era dominar parte de la discusión pública. A la luz de los hechos, sin embargo, no parece haber sido tan cierta. “Al hablar de bots y cuentas falsas, mostró a la plataforma como una en la que circula información no veraz. Es decir, una que promueve la desinformación y que puede manipular la opinión pública”.

Es en ese contexto que Musk aparece como el promotor de la libertad de expresión, como el que se enfrentaría a la cultura de la censura. La mejor prueba, sus palabras: durante una conferencia organizada por el “Financial Times”, él que no le parecía correcta la sanción a Donald Trump, quien fue expulsado por Twitter por comentarios que incitaban a la violencia. “Moralmente fue una mala decisión, y extremadamente tonta”, agrega.

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¿Se trató entonces de una jugada de márketing, una forma de revalorizarse en el mercado? Para algunos, dice Sánchez Ferrán, esto habría sido “un capricho para tener más poder”; en cambio, para sus simpatizantes, cancelar la compra respondería a que se dio cuenta del problema en el que se metía y que le tomaría muchísimo tiempo y esfuerzo “renovar y trabajar” a su modo.

En todo caso, lo que Musk logró fue dañar la imagen de Twitter, la mostró como una plataforma que no “fomenta el diálogo saludable”. El especialista agrega: “La expuso, habló de manipulación y censura, e hizo que se dudara de su credibilidad”.

Paradójicamente, las grandes firmas de inversión del mundo apuestan por ella. Nathan Anderson , fundador de Hindenburg Research, sobre el desenlace del juicio: “En todos los escenarios anteriores, vemos que Twitter cotiza significativamente más alto que los niveles actuales”. La suerte parece estar del lado de la red social. ¿También lo estará la jueza McCormick?

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