“La doble vida de Dani, el policía infiltrado gigoló”, “Descubren a una policía infiltrada en movimientos sociales de Madrid”, “Un policía en la cama de los movimientos libertarios”, “Marc, el poli infiltrado”. No son nombres de películas, sino titulares de noticias. El escrutinio sobre la policía española ha aumentado luego de que medios de comunicación revelaran que que algunos agentes se habían infiltrado en movimientos de extrema izquierda o ecologistas, valiéndose incluso de relaciones íntimas o sexuales para alcanzar sus objetivos.
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La mayoría de las presuntas operaciones fueron destapadas por el medio catalán “La Directa”, que reveló en las últimas semanas que dos policías en Barcelona y Valencia dedicaron sus vidas por más de dos años a infiltrarse en ambientes cuya amenaza no ha podido ser explicada por el gobierno.
El pasado 8 de febrero, Gabriel Rufián, portavoz parlamentario de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), increpó sobre el tema y ante el Parlamento al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. El diputado le recordó al jefe del ejecutivo que uno de los agentes involucrados en el escándalo de infiltraciones terminó con cinco querellas contra él por abusos sexuales y ninguna actuación contra los investigados.
“La próxima vez que quieran infiltrar en una organización criminal, les doy ideas: el Partido Popular (agrupación política de Sánchez), la Fundación Francisco Franco o Zarzuela”, le espetó Rufián. Sánchez ignoró por completo el tema y se centró en defender la labor de la policía.
“La Directa” pudo conocer los nombres reales y falsos de dos agentes que se infiltraron en diferentes movimientos sociales de Barcelona y Valencia, así como sus estrategias para lograrlo, gracias testimonios de las personas que interactuaron con ellos. Ya en junio del 2022 el medio había revelado el caso de otro policía encubierto también en Barcelona.
“Entre las pocas certezas que existen sobre a qué se dedicaron realmente está que pertenecen a la Comisaría General de Información de la Policía, dedicada principalmente a combatir el terrorismo”, dice el medio “elDiario.es”.
Agrega que el trabajo de los agentes no era parte de una causa judicial, por lo que escapa al control de un magistrado. “Los infiltrados descubiertos no actuaban como policía judicial investigando la comisión de un delito sino que se dedicaban a recolectar información de forma preventiva. Y la ley no contempla controles para ese trabajo”, explica.
Los delitos que justifican una infiltración policial según la Ley de Enjuiciamiento Criminal son terrorismo, secuestro, trata de personas, venta de explosivos, de material nuclear, prostitución y tráfico de drogas.
El policía “gigoló” que terminó querellado por ocho mujeres
Para convertirse en Dani Hernández Pons, el agente Daniel H. se sometió a un cambio radical. El policía, del que se sabe que está en sus treintas, sacó músculos y se puso piercings y tatuajes para aprovecharse por casi tres años y medio de sus relaciones sentimentales y sexuales con ocho mujeres del entorno antisistema y anarquista de Barcelona para obtener información, informó “La Directa” en febrero último.
Para lograr el embaucamiento, que ocurrió entre junio del 2020 y octubre del 2022, Daniel se mudó a vivir al barrio de Sant Andreu de Palomar en Barcelona, uno de los de mayor presencia de antisistemas de la ciudad. Citando fuentes policiales, el diario “La voz de Galicia” detalla que en junio se presentó en el gimnasio del centro social okupado La Cinétika. “Cayó muy bien, tanto a ellas como a ellos. Y comenzó sus relaciones continuas con diversas mujeres”.
Valiéndose de las mujeres que engañaba, Daniel, que se presentó como un simpático y desenfadado mallorquín que se dedicaba a instalar aires acondicionados, llegó hasta donde nunca antes un agente de la Policía Nacional lo había hecho en el ecosistema anarquista catalán, según han admitido sus jefes.
Su vida como agente encubierto de la Policía Nacional empezó a venirse abajo luego de que “La Directa” revelara en junio del año pasado el caso de Marc, otro agente infiltrado.
Cinco mujeres han querellado a Dani por el uso inapropiado que consideran que hizo de sus relaciones sexuales y afectivas en su tarea de obtener información. El diario “El País” explica que las mujeres que lo acusan de viciar el consentimiento de las relaciones sexuales, usarlas, deshumanizándolas para obtener información personal e ideológica, forman parte de un grupo mayor. Lo acusan de agresión sexual y de un delito contra la integridad moral, entre otros.
Dani, sin embargo, no ha tenido, hasta ahora, mala fortuna pues, según fuentes policiales, tras revelarse su identidad, fue destacado a una embajada en el extranjero.
Los más discretos
Otro caso destapado en las últimas semanas es el del agente que bajo la identidad falsa de Ramón Martínez Hernández entabló amistad durante dos años con numerosos activistas de colectivos radicales en Valencia.
“Era una persona súper simpática, muy amable y cordial, nunca ponía malas caras y era trabajador. Para encajar bien nunca daba la nota y siempre estaba predispuesto a echar una mano. Ahora entendemos por qué”, dijo un activista del movimiento vecinal de Benimaclet quien se identificó como Alan al “elDiario.es”.
Cuidem Benimaclet tiene como principal bandera el rechazo al proyecto urbanístico para la ampliación norte de este barrio de Valencia, y es de naturaleza asamblearia.
A diferencia de Dani, Ramón, quien se declaraba antifascista y de izquierdas, no tuvo contacto íntimo con ninguna persona, según fuentes consultadas por el medio “El Español”.
“Había mujeres a las que se acercó mucho, no mantuvo una relación sexoafectiva con ellas pero sí afectiva”, señala Alan.
Otro presunto agente encubierto que tuvo un rol discreto fue Marc Hernández, quien era en realidad I. J. E. G., un funcionario del Estado camuflado en el movimiento político de la izquierda independentista catalana.
En concreto pasó dos años participando activamente en movimientos por el derecho a la vivienda y en la izquierda independentista de Cataluña hasta que una investigación de “La Directa” reveló en junio del 2022 su verdadera identidad.
Recientemente también se reveló el caso de una agente de la Polícia Nacional que estaba infiltrada en movimientos sociales de Madris. Según el medio “El Salto”, la mujer, bajo el nombre Mavi L.F., acudía a centros sociales y asambleas sobre ecologismo, como las organizadas por Extinction Rebellion y Futuro Vegetal, para obtener información.