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Europa se rearma (hasta con submarinos nucleares) para no necesitar más de EE.UU.
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El Reino Unido construirá 12 submarinos nucleares de ataque. Alemania, que durante décadas estuvo contenida militarmente, ha aumentado en 28% su gasto en defensa; Polonia en 31%; mientras que Suecia, en su primer año como miembrRo de la OTAN, subió su presupuesto en 34%. Y son solo algunos ejemplos de cómo los países europeos están decidiendo invertir mucho más en armamento.
Según cifras del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), Europa, incluyendo Rusia, aumentó su gasto militar en 17% entre el 2024 y 2023, con US$693 mil millones de dólares, el nivel más alto desde que terminó la Guerra Fría.
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Si excluimos a Rusia, todos los países del continente, excepto Malta, elevaron su presupuesto militar. Y esto es algo sumamente significativo, pues es un aumento que no se veía tan acelerado en tan poco tiempo, pero que ha sido motivado por dos factores fundamentales: la invasión de Rusia a Ucrania, y el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
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DATOS
En el 2024, el mundo alcanzó la cifra récord de casi 2,72 billones de dólares dedicados a defensa, tras experimentar un incremento del 9,4%.
De esa cantidad, 693.000 millones de dólares corresponden a Europa, es decir el 26% del total.
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“Por un lado, la guerra de Ucrania mostró a los europeos que todavía tienen un vecino hostil, como Rusia, que funciona como un imperio y no va a dejar de serlo, y que va a ser un problema de largo plazo”, comenta a El Comercio el politólogo Max Kessel. “Y esto ha coincidido con el regreso de Trump, para quien el artículo 5 de la OTAN (si se ataca a un país miembro, los demás tienen que salir en su defensa) no es una vaca sagrada para él”, agrega.
Europ

Aunque Trump ya había mostrado sus críticas al presupuesto de la OTAN en su mandato anterior, para los europeos todo quedó claro cuando el vicepresidente JD Vance se presentó en febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich y criticó duramente a la UE. Su aliado principal ya no era más el socio confiable y el garante de la seguridad europea. Ahora, en el Viejo Continente tenían que velar por ellos mismos, sobre todo cuando tienen una guerra sin resolver en su frontera oriental.
Rearmemos Europa
El discurso de Vance tuvo consecuencias. En marzo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó el Plan Rearmar Europa, señalando que los líderes de la UE habían acordado multiplicar el gasto en seguridad y defensa que implicaría hasta 800 mil millones de euros en inversión, dinero que saldría de préstamos, pero también del reajuste de programas sociales.
“En primer lugar, la guerra Rusia-Ucrania despertó la visión de seguridad, que era la pata coja de la Unión Europea como mecanismo de integración. En segundo lugar, significó el despertar del viejo sueño del expresidente francés François Mitterrand y el excanciller alemán Helmut Kohl de formar un euroejército tras la caída del Muro de Berlín; y también el renacimiento del viejo proyecto europeo de una industria militar común”, explica a este Diario Andrés Gómez de la Torre, especialista en temas de defensa e inteligencia.
Si bien el presidente francés Emmanuel Macron ya venía hablando de la necesidad de Europa de dejar de depender de Estados Unidos, la realidad se hizo dramáticamente palpable este año. El nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, entendió rápidamente el mensaje y, sabiendo del peso de su país en el continente, promovió en marzo la aprobación de una medida clave para aumentar más el presupuesto de defensa, que en el 2024 ya había batido récord con US$88.500 millones de gasto en sus fuerzas armadas.
El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, también está en sintonía y por ello anunció recientemente la construcción de una docena de submarinos nucleares y prometió llevar a su país a un estado de “preparación para la guerra”, calificando directamente a Rusia como una amenaza.
“Para la economía y la población que tiene, Europa ha estado invirtiendo muy poco en defensa, y Estados Unidos ha tenido que estar pagando la cuenta. Esto ha funcionado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero ahora ya no tiene mucho sentido. Europa se ha dado cuenta que ya no puede seguir gastando tanta plata en un estado de bienestar, con tantos beneficios sociales para su gente, y que ya es hora de que asuman su propia defensa”, sostiene Kessel.
“El ministro de Defensa alemán ha dicho que su país tendrá el mejor ejército de la Unión Europea. Francia también está alineada, así como el Reino Unido, pese a que ya no forma parte del bloque. Sin duda hay discusiones sobre la disminución del gasto social, pero la UE tiene que iniciar una política propia de seguridad militar ante los acontecimientos”, percibe Gómez de la Torre.
Actualmente, la OTAN (la Organización del Atlántico Norte, al que pertenece EE.UU. y la mayoría de los países europeos) ha estipulado un gasto mínimo para defensa del 2% del PBI a cada uno de sus estados miembros; aunque el objetivo es que se llegue al 5%, tal como había exigido Trump. Polonia, por ejemplo, es el país europeo que más aporta con el 4,2% de su PBI. En comparación, Rusia gasta el 7% y está dedicando buena parte de su economía en sostener la guerra.

Pero desplegar recursos para la defensa también es un buen negocio. “Hay un cambio de paradigma radical en materia de relaciones internacionales y de seguridad, pero también hay que ser claros y pragmáticos. La industria militar está haciendo grandes negocios en Asia y el Medio Oriente. Entonces, el resurgimiento del complejo industrial militar europeo no solo es un tema estratégico, sino también de negocios sumamente lucrativos”, refiere Gómez de la Torre.
Un mismo objetivo
Esta semana, el comisario europeo de Defensa y Espacio, Andrius Kubilius, afirmó que el costo de sustituir los recursos que Washington les proporciona actualmente supondría alrededor de 1 billón de dólares adicionales.
En el caso de la guerra en Ucrania, el Instituto Kiel calcula que el 86% de la artillería de cohetes ucranianos proviene de EE.UU., así como el 82% de la munición de sus obuses. Esto además del sistema de defensa aérea Patriot y los sistemas de largo alcance Himars, sin olvidar el apoyo de la inteligencia estadounidense que sigue siendo clave para la resistencia ucraniana.
Para Kessel, Europa tiene la capacidad para ponerse al nivel militar de Estados Unidos. “Pero eso sucederá si es que trabajan juntos, y esa es la parte más difícil pues tienen que estar alineados. Sus gobiernos, ya sean socialistas, socialdemócratas o de derecha, tienen que estar de acuerdo con el concepto básico de una sola política de defensa europea”, dice el experto.
En una Europa de varias velocidades, el consenso no ha sido sencillo, pero en un contexto de polarización, eso hace el objetivo aún más cuesta arriba, pero no imposible.
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La vulnerabilidad rusa
Hace una semana, Ucrania desplegó un ataque contra Rusia digno de una película. La Operación Telaraña permitió que un centenar de drones camuflados dentro de Rusia destruyeran unos 40 estratégicos aviones militares que estaban estacionados en diferentes bases aéreas del país, un duro golpe para Vladimir Putin y su gobierno.
Entre los aviones atacados estaban los bombardeos TU-95, que son “básicamente irremplazables pues ya no se fabrican”, según comentó a AP el experto en misiles e investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), Fabian Hinz.
Si bien Rusia respondió lanzando misiles y más de 400 drones bomba sobre Kiev, la meticulosa operación de inteligencia ucraniana fue una muestra de que la guerra está lejos de resolverse y puso en evidencia que las fuerzas armadas rusas siguen teniendo preocupantes puntos débiles.
El analista Max Kessel es categórico. La estrategia ucraniana mostró una vez más que las fuerzas armadas rusas “son muy ineptas”. “Esto también es un incentivo para Europa y su intención de rearmarse pues se están dando cuenta de la vulnerabilidad de Rusia, que ya no es un poder invencible”, comenta a El Comercio.
“Rusia está en una posición débil e incluso me atrevería a decir que, si en este momento atacan a algún país de la comunidad europea, solo entre Polonia, Finlandia y las repúblicas bálticas podrían detenerla. Ni siquiera necesitarían de Francia e Inglaterra”.










