Manuel Eráusquin (ME): ¿Cuáles han sido las razones por las cuales anteriores mandatarios como Macri, especialmente porque tiene mayor afinidad ideológica con Milei, no han podido controlar la inflación?

Jorge Liotti (JL): Bueno, puntualmente el problema de la inflación, que es probablemente el tema económico más grave en la historia reciente de la Argentina, sobre todo en la década del 70 para acá, se ha transformado en un vicio no solamente de los programas económicos, sino también se ha enquistado como una dinámica social.

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Francisco Sanz

La mentalidad argentina está seteada en términos de inflación, sobre todo a partir de un quiebre que se produjo en un evento, una devaluación muy fuerte que se produjo en el 75, que acá se conoce como ‘El Rodrigazo’, una medida del ministro de economía de entonces, Celestino Rodrigo. Desde ahí hasta ahora la Argentina ha tenido históricamente problemas de inflación alta, excepto en el periodo de los 90, donde rigió la convertibilidad que estableció una paridad entre el peso y el dólar en uno a uno.

Ese periodo que abarcó del 91 al 2001 efectivamente planchó la inflación, pero al mismo tiempo dejó a la economía Argentina sin capacidad competitiva porque era una economía cara. Eso empezó a derivar en recesión, después en desempleo y terminó con un estallido social en fines del 2001 y que abarcó parte del 2002.

Cuando uno ve a lo largo de la historia los distintos modelos termina encontrando que siempre se recurre o a cubrir ese bache con deuda o se termina con un esquema cambiario demasiado alto, donde la competitividad argentina no es productiva.

En el caso de Macri, intentó un esquema gradualista y entendió que tenía un margen político muy acotado porque había ganado por una diferencia de no más de un punto frente al peronismo y que el mandato central tenía que ver con terminar con el kirchnerismo, que en ese momento llevaba 12 años en el poder. Pero no tenía un mandato tan firme como para poder tomar las medidas de fondo, estructurales, costosas y dolorosas, incluyendo el ajuste del déficit fiscal fiscal, que en todo caso podría estabilizar la economía argentina.

Después vino el Gobierno de Alberto Fernández con Cristina Kirchner que no pudo abordar el tema porque tuvieron el problema de la pandemia y la llegada al poder de Milei tiene mucho que ver con esa demanda.

Milei es un presidente que, por primera vez en la historia argentina, es un economista y tiene un objetivo absolutamente yo diría consistente. El corazón de su mensaje desde la época en que era un panelista de programas de televisión hasta hoy es el equilibrio fiscal contemplando como objetivo la reducción de la inflación.

En la economía él ha sido más oscilante y en algunos aspectos ni siquiera tiene un gran discurso, pero en lo que tiene que ver con equilibrio fiscal ha sido troncal. En ese camino, lo que tomó Milei básicamente fue un ajuste brutal cuando asumió en diciembre del 2023.

Eso implicó una devaluación inmediata y un repunte del 25% en ese mes, 25% de inflación es mensual. Es decir, fue el pico máximo de inflación y a partir de ahí a lo largo del 2024 y lo que va de 2025 ha tenido una curva descendente con algún rebote mínimo, pero el último mes que se conoció que fue el mes de mayo, fue de 1,5% mensual, que para la Argentina es un indicador verdaderamente meritorio.

En consecuencia, esa parte parece encarrilarse, pero empiezan a aparecer y esto lo quiero marcar algunas señales amarillas en el tablero porque empieza a aparecer otra vez el problema de que la Argentina está cara en dólares. Hoy en este momento estamos más o menos a un valor de 1200 pesos por un dólar. Imagínense lo que era antes cuando estábamos uno a uno, cuánto se devaluó la moneda argentina, pero está bastante estabilizado ahí.

Y esto está llevando a que la economía sea cara, esto está haciendo que haya sectores que empiecen a sentir cierta extenuación en términos de su capacidad de producción. Hay una apertura comercial muy grande, con lo cual está aumentando el nivel de importaciones y esto empieza a generar alguna preocupación sobre si no se está repitiendo de algún modo en vez de un uno a uno (en el precio del dólar) un 1200 a 1, una especie de convertibilidad no declarada y que esto terminé generando recesión y desempleo.

Entonces hoy están los dos datos sobre la mesa en inflación altamente satisfactorio para el gobierno, razón por la cual la mayoría de la sociedad todavía respalda al gobierno, pero empiezan a aparecer algunas luces amarillas en el tablero.

Francesco Tucci (FT): Entonces podríamos decir que la receta gradualista no podía tener éxito con relación a lo que hizo Macri, mientras Milei pudo aprovechar una situación sociopolítica distinta que favoreció una cura shock. Sin embargo, lo que está faltando ahora como está señalado es que empiezan a haber unas grietas, se van a abrir unas grietas. Por un lado está bien el dato de la inflación, ¿pero estas luces amarillas que ha mencionado empiezan a preocupar y en este caso el grado de aprobación de Mileu ya se está resintiendo o no?

Bueno, respondo a la pregunta en dos partes, la primera retrospectiva. Claramente el gradualismo que aplicó Macri no terminó dando resultados. Tengamos en cuenta de que en ese momento lo que buscaron fueron trazar metas de inflación a lo largo del cronograma.

Eso no funcionó y la justificación de Macri era que no tenía el mandato popular para poder avanzar en medidas tan profundas. Él temió durante gran parte de su gestión que el peronismo volviera a arrebatarle el poder. Entonces ese fantasma de un peronismo en la versión kirchnerista de algún modo lo terminó condicionando y la situación social no era la misma.

En la elección de Milei lo que hubo desde mi punto de vista fue una ruptura y un cambio de época, un quiebre histórico que de algún modo fue madurando desde la salida de la pandemia, de 2021 hasta el 2023, y que hizo que la sociedad tuviera una percepción de cambio profundo estructural en la idea de que el país así como estaba no podía seguir.

Esto permitió la llegada de un ‘outsider’ absoluto como Milei que no estaba en el plan de nadie. Yo creo que era un candidato testimonial que de pronto empezó a capitalizar ese descontento tan profundo y terminó convertido en presidente, quizás sin que ni él mismo lo hubiese previsto de ese modo.

Ahora sí en ese caso había un mandato popular de hartazgo muy profundo que Milei logró aprovechar con medidas de shock porque él es un convencido absoluto del recorte del déficit fiscal.

Por eso decía que es lo más consistente en su discurso a lo largo de los años y en ese sentido ha aprovechado (la oportunidad) para cortar en cinco puntos del PBI. Prácticamente en dos meses recortó jubilaciones, recortó obras públicas, transferencias a las provincias.

Fue un ajuste realmente muy severo y de algún modo la sociedad lo terminó aceptando en el espíritu de que era el dolor que había que superar para tratar de recuperar los órganos que estuvieran todavía para ser salvados.

Respecto a la segunda parte de la pregunta, yo diría que estamos en un momento bastante significativo porque la percepción social sigue siendo mayoritaria a favor de Milei, pero obviamente hay sectores que están un poco desilusionados porque si bien reconocen la baja de la inflación, esto todavía no es acompañado con la recuperación del poder adquisitivo.

Aparece todo el tiempo un poco en los focus group en los que uno ha presenciado la verbalización de “sí noto que los precios no suben tan rápido como antes”, que “voy al supermercado y al mes siguiente más o menos están en un valor similar o ligeramente mayor, pero a mí la plata no me alcanza para llegar a fin de mes”.

Entonces yo creo que Milei cumplió una parte del mandato central, que es el ordenamiento macroeconómico y mejorar la condición objetiva de vida de los ciudadanos. Cumplió en la parte de la inflación, pero todavía falta la recuperación del poder adquisitivo.

Daría la impresión de que todavía hay un nivel de tolerancia social para esperar un tiempo más y yo creo que va a terminar favoreciendo al gobierno en la elección de medio término de octubre.

Sin embargo, estas señales, estas luces amarillas le están marcando al gobierno que no se va a poder quedar confortablemente recostado en los logros de este primer año y medio, sino que la agenda va a empezar a mutar y la demanda va a empezar a crecer en términos de reactivación económica, de mejora de la capacidad del poder adquisitivo, tanto del salario, de las jubilaciones o de las prestaciones sociales y tiene que haber un rebote más vigoroso que lo que estamos viendo hoy.

Creo que le va a alcanzar para esta elección, pero claramente tiene que interpretar que no va a ser suficiente para atravesar la segunda mitad del mandato si se queda con el logro de la inflación.

La gente dice “la inflación está muy bien, pero ahora necesito tener posibilidades de consumir más, posibilidades de mejorar mi situación”. Están habiendo síntomas muy divergentes en términos de consumo y estratos sociales; es decir, hay un sector que está mejorando fuertemente.

Por ejemplo, han crecido mucho todo lo que los que tienen capacidad de adquisición en dólares: vehículos, inmuebles, se están moviendo mucho de los viajes al exterior. Por el contrario, estamos viendo un retroceso fuerte en todo lo que es consumo masivo: construcción, comercio, venta mayorista de supermercados o almacenes.

Entonces está apareciendo una fractura social muy marcada y eso puede terminar condicionando el futuro del plan.

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