Julia González no sabe cómo hará ahora para costear los traslados en tres autobuses y un tren hasta su trabajo en el centro de Buenos Aires. Lucía Pergolisi llora porque su mejor amiga ha sido despedida de su puesto en un ministerio gubernamental. Hilario Laffite admite que tendrá que remarcar una y otra vez los precios en el negocio donde atiende.
Son algunas de las caras de la cruda realidad que se despliega ante los argentinos a partir de la batería de medidas de ajuste que anunció el gobierno del presidente Javier Milei con el alegado propósito de atajar la inflación galopante y enderezar las distorsiones de la economía.
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El plan del presidente de perfil libertario contempla una reducción de los subsidios al transporte y energía que conllevará un incremento del precio de los boletos de autobuses y trenes, así como de los servicios de luz y gas. Pero también incluye el despido de empleados públicos, la devaluación del peso y la suspensión de la obra pública.
Pese a apoyar al nuevo mandatario, González admitió que se siente muy preocupada porque utiliza varios medios de transporte todos los días para llegar a la casa donde trabaja como empleada doméstica y sus ingresos no le alcanzan.
“Si sube más (el boleto), el sueldo se me va en transporte”, dijo a The Associated Press González, de nacionalidad paraguaya y residente en Argentina desde hace más de una década, mientras esperaba la llegada del autobús.
Madre de una adolescente, dijo que ella y su marido hacen “malabares” para llegar a fin de mes con un ingreso total de 300.000 pesos (365 dólares) en un contexto de constante alza de precios de alimentos, vestimenta y educación.
La inflación en el país sudamericano hoy es de 160,9% anual y Milei ha advertido que la subida de los precios “viaja a un ritmo de entre 20% y 40% mensual para los meses entre diciembre y febrero”.
Pero González se mostró esperanzada en que la situación se revierta. “Son dos o tres días que está Milei. Confío en él, para que Argentina salga adelante”, señaló la mujer, de 35 años.
El líder de La Libertad Avanza ha advertido que el ajuste fiscal será duro aunque inevitable para evitar la caída del país por el precipicio. Cuenta con el amplio crédito político que le dio su llegada al poder con 56% de los votos, pero que se puede licuar en poco tiempo ante una sociedad exhausta de lidiar con un escenario sombrío desde hace años.
Jorge Martínez, que se disponía a salir de una estación de tren a donde había llegado en horas de la mañana, confió en que el nuevo presidente argentino será capaz de resolver los problemas.
“Si ponemos todos un granito de arena, vamos a salir; tengo esperanza en este gobierno, si no tenés esperanza chau, estamos muertos”, dijo Martínez, de 64 años y quien trabaja como pintor de brocha gorda.
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El hombre señaló que no siente miedo ante el angustiante panorama que se avecina: “A esta altura del partido y todo lo que ya pasamos, ¿qué miedo? Ya está. Miedo tengo a que tiren una bomba y desaparezcamos todos”.
Martínez afirmó que “no queda otra que aguantar” y apuntó que los argentinos están acostumbrados a soportar un golpe detrás de otro.
Camilo Tiscornia, director de C&T Consultores, indicó que la inflación seguirá siendo una de las grandes preocupaciones en el país, donde la pobreza ya afecta a más de 40% de la población, en gran parte por la escalada de los precios.
“El salario real viene cayendo hace tanto tiempo y va a seguir cayendo más. Pero bueno, es la realidad, producto de que el gobierno anterior fue pisando una serie de precios que no tendría que haberlo hecho”, señaló el economista.
Tiscornia apuntó que “va a ver malestar, va a haber bronca” por la disparada del alza del costo de vida. “En el transporte me parece que van a ser más acotados los aumentos, porque suelen ser muy incidentes en el trabajador especialmente... La parte de energía va a ser más complicada”.
Víctor —quien no quiso dar su apellido y está empleado en una empresa privada de limpieza —cuestionó por su lado al nuevo mandatario al sostener que las medidas anunciadas empeorarán aún más su calidad de vida.
“No llego ni a los 200.000 pesos de sueldo (243 dólares), me da vergüenza decirlo”, se lamentó el hombre, de 55 años. “La gente no entiende; piensan que Milei les va a cambiar todo; cuando empiece a apretar la barriguita, ahí vamos a ver los que le votaron, si realmente lo aguantan“.
Lucía Pergolesi, 34 años y empleada en el ministerio de Educación de la capital, se quejó de que el presidente ajustó el cinturón de los argentinos “por donde no tenía que ajustar”.
“Esta cara de llanto que tengo es porque mi mejor amiga se acaba de quedar sin trabajo después de haber entrado el año pasado al ministerio de Cultura de la Nación, siendo una persona que trabaja horas extras. Tiene una compañera que está hace 15 años y no hizo nada durante el año... Echaron a los más nuevos, a los más frescos, con ganas de laburar”, se lamentó Pergolesi.
Una de las medidas anunciadas por el ministro de Economía, Luis Caputo, supone la suspensión de la renovación de los contratos laborales con el Estado que tengan menos de un año de vigencia.
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Caputo indicó que los ministerios se han reducido de 18 a nueve y las Secretarías de 106 a 54, lo que redundará en una disminución del 34% “de los cargos políticos totales del Estado nacional”.
Los bonos de la deuda argentina subieron alrededor de 3% en Wall Street tras los anuncios económicos, mientras que las acciones de empresas del país sudamericano registraron pérdidas.
El dólar que se vende en el mercado informal, donde no rigen las restricciones para su adquisición, no sufrió grandes alteraciones y cerró en torno a los 1.070 pesos por unidad, achicando la profunda brecha que mantenía con el dólar en el mercado oficial, el cual cotizó a 820 pesos tras la devaluación establecida por el gobierno.
Hilario Laffite, empleado en una tienda de objetos de diseño, estimó que la depreciación de la moneda disparará aún más la inflación. Señaló que ese recalentamiento de los valores se aplicará sobre productos que ya vienen sufriendo aumentos hace días.
“Todas las semanas me piden que remarque. No es que las cosas aumentan al doble, son pequeños aumentos, pero son tantos que se van acumulando”, indicó Laffite.
Alberto Ramos, Jefe de Investigación Económica de América Latina en Goldman Sachs, apuntó que Argentina “tiene que salir de la profunda sobrevaloración de su moneda” y aplicar un ajuste fiscal estructural, profundo y concentrado en la fase inicial, orientado hacia los recortes del gasto.
“Y eso es exactamente lo que la administración está poniendo sobre la mesa. Pero los próximos meses serán muy difíciles desde el punto de vista económico y social”, aseveró.
La Confederación General del Trabajo, la principal central sindical, cuestionó que el anunciado ajuste no recaiga sobre la “casta”, la élite política a la que Milei prometió recortar sus privilegios, sino que “una vez más, recae sobre el pueblo”.
Advirtió que no se quedará “con los brazos cruzados” ante el previsible deterioro social.
Para contrarrestar el impacto de las medidas en los sectores más empobrecidos, el gobierno afirmó que fortalecerá ciertas ayudas, como la que reciben las familias por cada uno de sus hijos y la que permite comprar alimentos.
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Vicente Bustamante, quien se dedica a recolectar con su carro y luego revender papeles, cartones y otros desechos, teme que la asistencia estatal para los más necesitados termine sufriendo fuertes recortes.
Bustamante acude diariamente a alimentarse a un comedor que dirige un grupo de católicos en el marginal Barrio 31, en el centro de la capital. Instó a la clase política y a las autoridades a que “no hagan la vista gorda”.
“Hay menos laburo; a partir de mañana suben las cosas cien por cien... Es triste porque yo he estado con muchas familias (viviendo) en la calle; no es bueno que una criatura crezca en la calle”, se lamentó.
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