Puede que los seguidores de "Narcos" estén nerviosos por la tercera temporada de la serie, luego que Pablo Escobar, el personaje principal en las dos primeras, fuera eliminado; sin embargo, el elenco de la serie asegura que no hay nada que temer.
Con la muerte del capo, un nuevo cartel pasa al primer plano: el cartel de Cali, encabezado por cuatro “padrinos” igualmente despiadados— liderados por los hermanos Rodríguez Orejuela —que penetraron en la política colombiana hasta el punto de financiar una campaña presidencial con fondos del narcotráfico. ¿Qué más se sabe sobre esta peligrosa organización?
El cartel de Cali, con un perfil mucho más discreto que el de Medellín, permeó empresas, bancos, comercios y todos los aspectos de la vida cotidiana de Cali a principios de los años 90.
Recibieron el nombre de la ciudad en la cual tuvieron su principal base de operaciones. Aunque no se ha logrado calcular el total del dinero que movieron en la década de 1980 y 1990, se especula que fueron miles de millones de dólares, los cuales—según la justicia norteamericana—probablemente estén en la banca suiza.
►Sus inicios
Gilberto Rodríguez Orejuela junto con su hermano Miguel Rodríguez Orejuela y José Santacruz Londoño crearon en la década de los 70 una banda criminal llamada ‘Los Chemas’, que se dedicaba a la piratería terrestre, extorsión y secuestro.
Luego se introdujeron en el negocio de la cocaína, importando pasta básica desde Bolivia y Perú. El negocio ilícito fue creciendo y la organización comenzó a buscar socios para crecer y expandir su negocio con los narcóticos. En ese contexto, por intermedio de José Santacruz Londoño en Nueva York, se hicieron socios del avezado lavador de dólares Hélmer Herrera Buitrago, alias ‘Pacho Herrera’.
►Su eterno enemigo: el cartel de Medellín
El cartel de Medellín fue su principal rival. Ambas organizaciones llegaron incluso a sostener un enfrentamiento armado a mediados de los 80.
Uno de los puntos más álgidos del conflicto entre ambos carteles fue la mañana del miércoles 13 de enero de 1988, cuando tres individuos llegaron en carro hasta el edificio donde residía Pablo Escobar, ubicado entre Medellín y Envigado, hicieron explotar el inmueble causando destrozos en varias edificaciones a la redonda.
En el momento del estallido estaban en el edificio María Victoria Henao, esposa de Pablo Escobar, sus dos hijos Manuela y Juan Pablo, dos empleadas del servicio, y dos personas más. Todos ellos se salvaron de milagro pero el inmueble quedó inhabitable; Manuela hija menor de Pablo quedó con serias lesiones auditivas a causa del atentado.
Tras el ataque se desató una guerra de carteles.
El cartel de Cali hizo una propuesta de paz, a la cual Escobar puso dos condiciones: una indemnización de 5 millones de dólares por el atentado contra su edificio y la entrega de Pacho Herrera, miembro del cartel de Cali y su enemigo acérrimo. Gilberto Rodríguez se negó.
El conflicto volvió a estallar.
La guerra entre los carteles se distendió con la entrega de Pablo Escobar a las autoridades colombianas en junio de 1991.
►Los narcocasetes
Luego del triunfo de Ernesto Samper en las elecciones de Colombia en 1994, surgió el escándalo de los narcocasetes, en los cuales se indicaba que la campaña de Samper había sido patrocinada por el cartel de Cali.
Samper respondió persiguiendo sin cuartel a los jefes de la organización, uno a uno fueron cayendo. El primero fue José Santacruz Londoño, quien fue detenido en un restaurante ubicado al norte de Bogotá. El segundo en caer fue Gilberto Rodríguez Orejuela, en junio de 1995.
►Caletas, mujeres bellas y opulencia
En la época del máximo poderío del cartel de Cali, los cumpleaños de los hijos de los capos se celebraban en un piso entero de un reconocido hotel de Cali, con la presentación de famosos baladistas y grupos de salsa.
Por supuesto, las mujeres bellas eran parte central de las fiestas en las que predominaban los excesos. De hecho, se sabe que en años posteriores, tras las capturas de los capos, las cárceles de Villahermosa y Palmira, donde permanecían detenidos, se convertían en auténticas pasarelas, durante las semanas siguientes a los reinados de belleza.
Las caletas también eran un símbolo oculto de la opulencia. Tras la caída de Pablo Escobar aumentó la construcción de los escondites de dinero, pues los Rodríguez sabían que la mira de las autoridades se centraba ahora en ellos.
Esos tiempos coinciden con la muerte o desaparición de no pocos trabajadores y maestros de construcción, y se deduce que los capos no podían dejar vivos a aquellos que pudieran llegar a delatarlos.
Otros recuerdan que la vía Panorama, paralela a la Cordillera Occidental en el Valle, era cerrada en las noches para convertirla en una improvisada pista de avionetas que trasladaban jefes del cartel, cocaína, armas y dinero.
Igualmente, los taxistas eran una especie de ojo vigilante contra los enemigos del cartel de Medellín: desde el aeropuerto, hoteles y otros puntos, informaban la presencia de personajes sospechosos, Aquel que era descubierto aparecía luego descuartizado.
La guerra contra el narcotráfico en Colombia dejó por lo menos 20.000 víctimas, 5.200 de ellas policías, en los últimos 30 años, según reportó en 2013 el diario "El Tiempo".
Fuente: Agencias
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