El 19 de agosto del año pasado a las 7, a Arianny Sánchez Pichardo, de 23 años, la llevaron al quirófano del Hospital Austral, ubicado en Pilar, en la provincia argentina de Buenos Aires. Pocos minutos después, los médicos también fueron a buscar a su hijo, Jesús, que tenía nueve meses, para trasladarlo a la misma sala de cirugía. El camino que ambos emprendieron hasta esa habitación estéril empezó lejos de ahí, en Puerto Plata, República Dominicana, cuando a Arianny le dijeron que su hijo necesitaba un trasplante hepático para poder sobrevivir, y al mismo tiempo le comunicaron que no había ninguna institución médica en su país que pudiera realizar esa operación.
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Jesús llegó antes de lo esperado. A los siete meses Sánchez Pichardo tuvo un parto prematuro que fue el resultado de una relación que ya había terminado con un vecino. En ese momento ella vivía con su padre y su hermana de 15 años mientras estudiaba derecho, pero la pandemia de coronavirus y la llegada de su hijo le cambiaron los planes por completo.
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“Por un lado, la pandemia puso mis estudios en pausa, yo sueño con ser fiscal. Al mismo tiempo, empecé a tener problemas con el embarazo, tenía presión alta, me subía el azúcar en sangre, era peligroso. Hasta que Jesús nació a los siete meses y ahí empezaron otras complicaciones”, recordó Sánchez Pichardo.
Jesús tenía la piel amarilla y la panza muy hinchada. Los médicos lo empezaron a analizar hasta que llegaron a un diagnóstico poco alentador. El bebé había nacido sin vías biliares y necesitaba un trasplante hepático.
“Lo tuvieron que estudiar un montón para llegar a esa conclusión. Y no quedaba otra opción que un trasplante, me lo dijo el médico y la gastroenteróloga. Yo sufrí mucho en ese momento porque, según me dijeron, el único trasplante hepático que se hizo en República Dominicana a un niño fue a uno de ocho años. Pero nadie quería hacer una cirugía semejante en un bebé”, señaló Sánchez Pichardo.
La solución estaba muy lejos de ahí: en la Argentina, un país del que no había escuchado nada. “Pensé que iba a ser un problema sin solución. Ya me habían dicho que Jesús solo podía vivir un año más en esas condiciones. Me dijeron que el trasplante se podía hacer en la Argentina, pero yo no tenía la más mínima idea de cómo iba a llegar hasta Buenos Aires”, lamentaba Sánchez Pichardo.
Le recomendaron ir a ver a una médica en Santo Domingo, la capital del país, que es a cinco horas de Puerto Plata. Ahí viajó acompañada por su tía, Jaqueline. La médica que consultaron estaba en contacto con la fundación ETHE, que significa Experto en Trasplante Hepático.
ETHE fue fundada en 2011, con la misión de ser un actor importante en el desarrollo de la medicina de alta complejidad en América Latina y el Caribe a través de tres objetivos: promover la formación de médicos, la investigación científica y la derivación de pacientes a centros donde puedan acceder a procedimientos quirúrgicos de alta complejidad. ETHE se financia gracias a acuerdos de cooperación con los Estados e instituciones privadas, y todo aquel que necesite su ayuda puede entrar en contacto a través de las redes sociales de la fundación.
Así fue como, gracias a esa médica de Santo Domingo, Sánchez Pichardo se puso en contacto con la fundación y, a partir de ahí, empezaron los trámites para lograr que la ETHE les brinde el traslado y les posibilite la cirugía en un hospital de máxima complejidad. Pero, otro de los inconvenientes era encontrar un donante.
“Le dije a mi tía que yo quería ser la donante. Entonces me hicieron estudios y concluyeron que éramos compatibles. Me puse a llorar de la emoción porque si no se hubiera complicado la situación. Tuve suerte en muchos sentidos, hay muchas familias que no logran acceder a todo lo que yo accedí. Estoy muy agradecida con la fundación, el Hospital Austral y los doctores Martín Fauda y Ariel González Campaña, cirujanos de la Unidad de Trasplante Hepático del hospital”, concluye Sánchez Pichardo.
Aquel 19 de agosto fue un día largo. Los dos salieron del quirófano cerca de las 17. A partir de ahí, Jesús se empezó a sentir bien y no rechazó el trasplante. Para Sánchez Pichardo, su hijo volvió a nacer en la Argentina, ese lugar del que no sabía nada y al que parecía imposible llegar. Ambos regresaron a República Dominicana el 25 de octubre.
Hoy, según pudo saber “La Nación”, Jesús continúa su recuperación en República Dominicana. “Los médicos dicen que incluso el pedacito de hígado que le doné ya se debe haber regenerado”, concluye Sánchez Pichardo, que ve con entusiasmo el largo camino que su hijo ahora tiene por recorrer.
Fuente: Alejandro Horvat / “La Nación”, de Argentina / GDA
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