En la oficina de la arrocera hondureña había una mesa redonda, un sillón azul y una barra de licores. También, según un excontador de la empresa, había reuniones entre un narco local y el actual presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández.
En esos encuentros hablaron de “la protección y el trasiego de drogas”, dijo el contador, identificado con el nombre ficticio de José Sánchez, como testigo protegido del gobierno de Estados Unidos en un juicio por narcotráfico en Nueva York este martes.
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El acusado es Geovanny Fuentes Ramírez, un hondureño que enfrenta cargos de conspiración para enviar cocaína a EE.UU. y posesión de armas de fuego.
Pero durante el juicio en una corte federal de Manhattan han surgido testimonios contra el propio presidente de Honduras, quien ha negado en distintas ocasiones tener vínculos con el narcotráfico al que asegura combatir.
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“Muchos titulares se basan en testimonios falsos de narcos cuyas mentiras son para vengarse, reducir sus penas y recibir otros beneficios”, sostuvo Hernández en su cuenta de Twitter el 8 de marzo, cuando comenzaba el juicio.
Sin embargo, el testimonio de Sánchez es diferente: un profesional de 45 años, que vivió 40 de ellos en su Honduras natal hasta que huyó temiendo por su vida por haber presenciado dos encuentros donde asegura que Fuentes entregó “sobornos” en efectivo a Hernández.
“No podía creer lo que estaba viendo”, dijo Sánchez sobre la primera de esas dos reuniones, durante la campaña electoral hondureña de 2013.
“Estaba viendo al candidato a la presidencia con un narcotraficante reunido”.
Cuando un fiscal le preguntó si Hernández dijo en sus visitas frecuentes a la arrocera qué haría cuando fuera presidente, el contador respondió: “En muchas ocasiones se habló de que serían intocables”.
“Meter la droga”
Vestido con una camisa clara sin corbata, Sánchez dijo bajo juramento haber trabajado durante 15 años en Graneros Nacionales, una arrocera hondureña propiedad del empresario Fuad Jarufe.
Sostuvo que allí conoció a Fuentes, quien llevaba con frecuencia miles de dólares en efectivo para lavarlos con depósitos que él mismo hacía. A cambio, le devolvía a Fuentes cheques en lempiras hondureñas.
El contador relató que, en el primer encuentro que presenció entre Fuentes y Hernández, éste propuso “que el señor Geovanny Fuentes con su narcolaboratorio trabajara para él”.
“El señor Juan Orlando Hernández le dijo que no había que preocuparse por la justicia ya que tenía al fiscal (general Oscar) Chinchilla para protegerlo y que el trasiego de la droga se haría por medio de transporte militar y policial”, señaló Sánchez.
Añadió que Hernández sostuvo que “cuando EE.UU. se diera cuenta ya habrían modificado las leyes a su favor” para eliminar la extradición, algo que no ha ocurrido.
Según Sánchez, el actual mandatario tomó entonces un trago y afirmó: “Le vamos a meter la droga a los gringos en sus propias narices y no se van a dar cuenta”.
El testigo precisó que la charla ocurrió en la mesa redonda de la oficina de Jarufe, quien le pidió a Sánchez que aguardara en el sillón azul, a metro y medio de distancia.
Hernández, quien en ese momento presidía el Congreso Nacional hondureño, le dijo a Fuentes que le daría el número teléfono móvil de su hermano Juan Antonio “Tony” Hernández, para que le diera instrucciones “para el trasiego de la droga”.
“Tony” Hernández está ahora preso en EE.UU., luego de haber sido hallado culpable de cargos de narcotráfico. Aguarda una sentencia que podría ser de cadena perpetua como máximo.
Sánchez contó que en aquella reunión Fuentes le entregó al actual presidente un maletín con US$15.000 en billetes de US$20.
“Para que se ayude en la campaña”, le dijo.
Y Hernández, que solía ir a esas reuniones en helicóptero y rodeado de guardaespaldas, le entregó el dinero a Sánchez para que lo cambiara a lempiras.
El contador indicó que en la segunda reunión que presenció poco después, Fuentes le dio otros US$10.000 a Hernández en billetes de US$20.
Y contó que obtuvo copias de un video de este encuentro, filmado por las cámaras de seguridad de la empresa.
“Les causa gracia”
Esta no es la primera vez que un juicio por narcotráfico salpica a Hernández, quien ha sido investigado por las autoridades de EE.UU. según documentos presentados a la justicia este año.
Cuando su hermano fue juzgado en 2019, el presidente fue señalado como co-conspirador por los fiscales: plantearon con base en testimonios que Hernández recibió millones de dólares del narcotráfico para campañas políticas.
Y cuando abrieron el actual juicio a Fuentes la semana pasada, los fiscales indicaron que Hernández dio protección al acusado, quien fue detenido en un viaje a Miami el año pasado y niega los cargos en su contra.
Si embargo, hasta ahora el presidente no ha sido acusado formalmente en EE.UU. y se presenta como un defensor de los esfuerzos internacionales antinarcóticos.
“Los aliados saben que mi Gobierno quiere seguir y fortalecer la cooperación efectiva en la lucha, que hemos bajado el paso de la droga (por Honduras hacia EE.UU.) de 87 a 4%”, tuiteó Hernández al inicio del juicio a Fuentes.
Luego preguntó “cómo sería el futuro si los narcos ganan beneficios de USA por sus falsos testimonios, con mentiras obvias”. Y sugirió que habría un “colapso inevitable” de la cooperación.
Los fiscales estadounidenses, en cambio, han presentado a Honduras como un “narco-Estado”. Y los testigos que presentan involucran a varios políticos influyentes, policías y militares.
Uno de esos testigos fue Devis Leonel Rivera, un exlíder del grupo narco hondureño Los Cachiros que cumple cadena perpetua en EE.UU. y aseguró haber pagado US$250.000 a Hernández para que lo protegiera.
Luego Rivera se vio “acorralado” por los investigadores estadounidenses y decidió entregarse.
Pero a diferencia de Rivera, el contador Sánchez está libre, posiblemente bajo una nueva identidad en EE.UU. tras haber brindado información a las autoridades.
En la corte, Sánchez afirmó que Hernández se jactó en una reunión en el escritorio de la arrocera de robos a la seguridad social hondureña.
“Estamos robando mejor que en los tiempos de (el expresidente Rafael) Callejas y nadie nos puede hacer nada”, dijo Hernández según el contador, quien indicó que también obtuvo un video de ese encuentro.
Sánchez afirmó que en otra ocasión el actual presidente sostuvo que “los hondureños son pendejos: una carnita, una cervecera y ya te dan el voto”.
Interrogado por un abogado de la defensa, Sánchez admitió haber pensado que los depósitos en efectivo que hacía para lavar dinero podían constituir un crimen.
“Yo sólo seguía instrucciones”, justificó.
El testigo sostuvo que en un momento le dijo en la cara a Hernández que pensaba que era “un ladrón”. Y añadió que éste, en lugar de ofenderse, sonrió y buscó estrechar su mano, a lo que el contador se negó.
Cuando el abogado defensor le preguntó si había temido por la reacción de Hernández en ese momento, Sánchez lo descartó.
“A los políticos no les molesta en Honduras que les digan ladrones”, explicó. “Les causa gracia”.
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