Israel forma parte del limitado tercio de países del mundo en donde el servicio militar aún es obligatorio. Bajo la ley hebrea, hombres y mujeres deben presentarse a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) al cumplir los 18 años para cumplir con un servicio de como mínimo 36 y 24 meses, respectivamente. Una condición de la que hasta ahora escapaban los judíos ultraortodoxos, un grupo religioso cuyos miembros se verían obligados desde agosto a enrolarse en el Ejército tras un sorpresivo fallo judicial.
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A fines de junio, el Tribunal Supremo de Israel dictaminó por unanimidad que “no existe base legal para excluir a los hombres ultraortodoxos del reclutamiento” por lo que obligó al Gobierno a su enrolamiento y dispuso que se deberán cortar las subvenciones para aquellas escuelas talmúdicas (el Talmud es el inmenso código civil y religioso elaborado por eruditos hebreos) que no cumplan con la disposición.
En respuesta a tal fallo, esta semana el ministro de Defensa, Yoav Gallant, anunció que a partir del mes entrante se ordenará el reclutamiento de los haredim, como se denomina a los judíos ultraortodoxos en hebreo.
El asunto ha causado un tremendo revuelo en Israel, no solo porque pone fin a más de 75 años de exención para este enorme e importante grupo sino que también representa una gran presión sobre el gobierno de Benjamin Netanyahu, quien volvió al poder gracias a una alianza con formaciones ultrarreligiosas.
Cabe resaltar, sin embargo, que la medida es apoyada por un gran segmento de la población civil que por años ha reclamado que los ultraortodoxos cumplan con las mismas obligaciones cívicas que el resto de habitantes.
- Un acuerdo histórico -
Pero, ¿por qué los haredim tenían esta condición especial? Para ello tenemos que remontarnos 76 años atrás, hasta la fundación del estado de Israel.
“Este es un tema bastante antiguo que ahora, por la guerra contra Hamas, ha vuelto con fuerza. En mayo de 1948, cuando se declara la independencia de Israel, el primer ministro Ben Gurión se reunió con autoridades, líderes religiosos, rabinos ortodoxos y ultraortodoxos. Los rabinos explicaron que existían judíos que deseaban dedicar su vida al estudio de la Torá (ley y teología judía) y plantearon al gobierno que al ser un estado judío sería fundamental tener personas dedicadas enteramente a lo espiritual. Además, se acordó que el gobierno los subvencionaría. En aquel entonces hablábamos de 400 personas que legalmente no estaban afectos de ir al ejército. Con el paso de los años, este público ha crecido bastante y se ha transformado en un modo de vida”, explica a El Comercio el rabino de la Unión Israelita del Perú, Simantob Nigri.
“Hoy en día existen ortodoxos modernos sionistas que van al ejército, pero también ultraortodoxos que pueden ser más o menos sionistas pero llevan una vida como la del Arca de Noé; es decir, ven todo lo que está pasando en el mundo y deciden dedicarse a lo sagrado. Durante muchos años tuvieron la aprobación del gobierno para no ir al ejército, hay muchas personas que están a favor de esta tradición pero también genera mucha polémica, sobre todo en la izquierda que aboga porque todos los ciudadanos tengan los mismos beneficios y obligaciones”, detalla el líder religioso.
Se estima que actualmente hay unos 63.000 jóvenes haredim en edad militar viviendo en Israel. Sin embargo, las fuerzas armadas han anticipado que para este año solo podrían reclutar a unos 3 mil de ellos.
La principal dificultad es que esta población presentaría requisitos especiales que obligarían a las IDF a reestructurar sus batallones.
“El sistema del ejército israelí no necesariamente tiene una vida religiosa sino más bien bastante secular: las mujeres y los hombres conviven en los mismos espacios, la comida no siempre será 100% kosher, qué tanto se podrá profanar el shabat para ir a la guerra por más que la ley lo permita, esos son algunos problemas que enfrentarían los ultraortodoxos dedicados enteramente a lo religioso”, explica el rabino Simantob Nigri.
En cuanto a las escuelas talmúdicas o yeshivá, los centros donde se forman estas jóvenes dedicados a la religión, se verían en una situación complicada en caso de que el gobierno decida cortar sus subvenciones educativas y de asistencia social.
En principio, Netanyahu ha intentado reducir el impacto de esta medida al reimpulsar un proyecto de ley que busca reducir la edad, de 26 a 21 años, a la que los judíos ultraortodoxos deben estar inscritos en una yeshivá para evitar el servicio militar.
“En su mayoría, más del 50% del presupuesto de las yeshivá viene del Estado, la otra parte por lo general son donaciones. Ese es el modelo clásico. El Estado ahora habla de no mantener a esos colegios, lo que podría conducir a una crisis. Aunque muchos líderes han dicho que pueden seguir operando con donaciones del extranjero. Yo conozco escuelas talmúdicas que jamás han recibido dinero del gobierno por su ideología, para ellos por ejemplo no habría ninguna diferencia ahora”, señala Nigri, quien también es vicepresidente del Consejo Interreligioso del Perú.
- Una nueva crisis política -
Pero en realidad esta situación no solo podría causar una grave crisis social sino, sobre todo, política. En diciembre del 2022, cuando Netanyahu volvió al poder un año después de haber salido por la puerta falsa debido a los innumerables escándalos de corrupción en su contra, lo hizo de la mano de una coalición conformada principalmente por partidos de la derecha más conservadora y ultraortodoxos como Shas o el Judaísmo Unido de la Torá.
Desde entonces, el primer ministro no solo ha tenido que sortear crisis constantes causadas por su criticada figura, sino también escándalos que han involucrado a sus aliados más polémicos. El atentado perpetrado por Hamas el 7 de octubre del año pasado, además, abrió un nuevo frente de problemas dentro del gobierno.
Nueve meses después del que es considerado como el peor atentado en la historia de Israel, en plena guerra contra Hamas en la franja de Gaza y contra Hezbolá en la frontera norte, en tierras hebreas no solo se discute si Netanyahu debería permanecer en el poder o si la estrategia militar es la correcta sino también cuál es el futuro de las fuerzas armadas.
“Incluso los laicos y la derecha que apoya a Netanyahu consideran que después del ataque del 7 de octubre necesitamos una cantidad mayor de soldados. Los generales israelíes tradicionalmente apostaron por tener un ejército pequeño e inteligente, pero después de lo que pasó por tener la frontera descuidada se vio mas bien que necesitamos un ejército robusto, hace falta más gente, esa también es la opinión de la población”, comenta a El Comercio Gabriel Ben Tasgal, analista político especializado en asuntos de Medio Oriente y director de Hatzad Hasheni.
Las diferentes encuestas realizadas en Israel entre el 2012 y 2024 reflejan que entre el 70% y el 85% de la población estaría a favor de que se eliminara la exención para que los haredim no sirvan en el ejército.
Sin embargo, Ben Tasgal estima que la coalición que lidera Netanyahu logrará sortear esta disposición judicial, no necesariamente por estar de acuerdo sino porque básicamente representa la única opción de mantenerse en el poder.
“No hay alternativa, en una eventual pelea entre ultraortodoxos y el gobierno caería Netanyahu, se iría del poder pero los ultraortodoxos no estarían mejor porque la alternativa es un gobierno de centroizquierda que los obligaría a un mayor número de enrolamientos”, explica el analista.
En ese sentido, el experto considera que la situación representa mas bien un nuevo capítulo dentro del largo libro de enfrentamientos que ha mantenido Netanyahu con la justicia desde su regreso al poder.
“Se trata de un nuevo choque entre la Corte Suprema de Justicia y el gobierno. El problema principal es que la justicia israelí está dominada por un grupo universalista que considera que es momento de presionar al gobierno ante la amenaza de una reforma judicial que le quitaría buena parte del poder que tiene desde hace 30 años. Además, aprovechan el sentir popular de que se necesitan más soldados”, señala Ben Tasgal en referencia a la polémica propuesta presentada por Netanyahu el año pasado y que buscaba quitarle a la Corte Suprema la capacidad de derogar leyes promulgadas por el Parlamento.
Cabe resaltar que dicha reforma, que desató una inédita ola de protestas sociales durante el 2023 en Israel, fue anulada por la propia corte en enero de este año. El gobierno consideró entonces que el tribunal había cooptado todos los poderes del Estado y la tachó de antidemocrática.
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