Con un bullicio ensordecedor, las multitudinarias protestas en Israel contra la reforma judicial del Gobierno volvieron este martes al aeropuerto internacional de Tel Aviv, donde la Policía se enfrentó cuerpo a cuerpo con la marea de manifestantes mientras los pasajeros se abrían paso entre el caos.
Entre banderas israelíes, tambores y estridentes cornetas, unas 7.000 personas tomaron la entrada principal de la terminal aérea al grito de “¡democracia!”. Levantando el puño y pancartas contra el Gobierno de Benjamín Netanyahu -el más derechista de la historia de Israel-, los manifestantes bloquearon los carriles por donde normalmente pasan taxis y autobuses para recoger a los pasajeros.
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“El Gobierno está amenazando nuestra democracia, nuestra libertad. Gente de todo el mundo está pasando por aquí y está viendo este mensaje de que la libertad es importante para nosotros, es nuestro derecho y deber luchar por ella”, dijo a EFE Iris Shaked, una instructora de pilates de 58 años, mientras ondea su bandera con la estrella de David.
Netanyahu y sus socios ultraortodoxos y ultranacionalistas anunciaron en enero una reforma judicial que busca otorgar más poder al Ejecutivo en detrimento de la Justicia.
Desde entonces, el país se ha polarizado y surgió un histórico movimiento de protesta que aglutina diversos sectores de la sociedad: académicos, banqueros, reservistas del Ejército y empresarios del pujante sector de la tecnología, quienes consideran que la reforma socavará la democracia, limitará las libertades individuales y acarreará graves consecuencias económicas.
La manifestación en el aeropuerto es una de las muchas que estallaron este martes en varias ciudades de Israel -como Jerusalén o Haifa- en el marco de la “jornada de resistencia”, convocada después de que la Knéset (Parlamento) aprobara parcialmente el primer proyecto de ley de la reforma.
Esta iniciativa, que se espera sea votada en segunda y última lectura antes del 31 de julio, cuando el Parlamento entra en receso, elimina la doctrina de razonabilidad, que permite al Supremo revocar decisiones gubernamentales que considere no razonables.
El Supremo aún podrá revocar decisiones gubernamentales con base en otros supuestos como la desproporcionalidad, la discriminación o la ilegalidad; pero muchos juristas ven la razonabilidad como una garantía a la separación de poderes en un país donde el poder Ejecutivo y Legislativo se funde, al gobernar siempre una coalición de partidos que tienen mayoría parlamentaria.
“Es una guerra”
El mayor sindicato de Israel, Histadrut, amenazó con una segunda huelga general -la primera, en marzo, detuvo momentáneamente el trámite legislativo-, mientras que decenas de miles de israelíes salieron desde temprano a bloquear las principales carreteras y autopistas de Israel, cortando los accesos a grandes ciudades.
También se congregaron frente a la embajada de Estados Unidos en Tel Aviv y se aprestan a trasladarse a la residencia de Netanyahu en Jerusalén; para acabar con una gran concentración nocturna en la avenida Kaplan, en el centro de Tel Aviv.
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“Estuve en el Ejército, sé cómo pelear. Esto es una lucha sin armas, esto es una lucha por nuestros derechos y por la forma en que pensamos que debe dirigirse el país”, dijo Amir, un soldado retirado, mientras protestaba en el aeropuerto.
“Esto es una guerra. Me apostaré aquí, me apostaré en los puentes, en las playas, en las avenidas, adonde quiera que me llamen, iré”, recalcó, vestido de militar.
Aunque comenzaron como un movimiento pacífico, las protestas han ido adquiriendo un cariz más agresivo, mientras el bloque ultraderechista del Gobierno eleva los llamados de “mano dura” para aplacar las movilizaciones.
Al menos 70 personas fueron arrestadas “por alterar el orden público” durante las protestas, de las cuales 45 fueron liberadas, informó la Policía, que utilizó cañones de agua y movilizó a sus fuerzas montadas para dispersar a los manifestantes.
En el aeropuerto de Tel Aviv, las vallas metálicas de la Policía no lograron contener a la enardecida manifestación, que se desbordó sobre las vías de acceso a la terminal.
Y aunque la protesta se desarrolló sin incidentes graves, los policías formaron varias cadenas humanas para embestir de frente a los manifestantes, que pusieron el cuerpo y resistieron a golpes y empujones.
La semana pasada dimitió el jefe de la policía de Tel Aviv, Amichai Eshed, para no ceder a las presiones del ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, quien pedía reprimir de forma más contundente a los manifestantes.
Pasajeros atrapados
“No tengo miedo, adonde quiera que haya una manifestación, yo voy”, dijo Rafi Levy, un ingeniero retirado del sector de la alta tecnología.
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Durante el caos en el aeropuerto este martes, una familia de cinco intentaba arrastrar sus valijas entre la multitud.
“Entendemos y apoyamos la causa”, comentó al paso Sandra Brown, una judía de origen estadounidense.
Pero muchos otros pasajeros se mostraron más bien furiosos, tratando -en vano- de abrirse paso a empujones, con niños llorando sobre los hombros, asustados por la muchedumbre y el escándalo.
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