Tres estadounidenses fueron arrestados en Venezuela, supuestamente por ingresar al país ilegalmente, están siendo retenidos en una cárcel de máxima seguridad y se exponen a prolongadas sentencias, según se enteró la Associated Press.
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Ninguno de los arrestos había trascendido hasta ahora. Pero dos de los detenidos, Eyvin Hernández y Jerrell Kenemore, fueron apresados pocos días después de que el gobierno socialista de Nicolás Maduro liberase en marzo a otros dos norteamericanos.
A los pocos días, sin embargo, las fuerzas de seguridad venezolanas detuvieron a Hernández, de 44 años, y Kenemore, de 52, en incidentes separados en el estado occidental de Táchira, de acuerdo con una persona al tanto de la investigación, que habló a condición de no ser identificada por no estar autorizada a comentar los casos.
Hernández es de Los Ángeles y Kenemore de Dallas, aunque vivía en Colombia desde el 2019.
Un tercer estadounidense fue detenido en enero, también por ingresar ilegalmente a Venezuela. La AP no revela su nombre a pedido de la familia.
Hay al menos otros ocho estadounidenses detenidos en Venezuela, incluidos cinco ejecutivos de la petrolera CITGO, de Houston, y tres veteranos de guerra, que están siendo usados como moneda de cambio, según las autoridades estadounidenses. Algunos llevan casi cinco años presos.
Los últimos arrestos se producen en momentos en que el gobierno de Joe Biden trata de desarticular la política de su predecesor Donald Trump de castigar a Maduro por vulnerar la democracia venezolana. En su lugar, Biden procura llevar a Maduro nuevamente a una mesa de negociaciones con sus opositores y despejar el camino para unas elecciones limpias y justas.
En el marco de ese acercamiento, Estados Unidos dejó flotando la posibilidad de reducir las sanciones a Venezuela, miembro de la OPEP, en una medida que, con el correr del tiempo, podría ayudar a contener la subida de precios del petróleo que hubo desde la invasión rusa de Ucrania.
La liberación de los dos estadounidenses el 8 de marzo fue celebrada en Washington y dio impulso al acercamiento entre Estados Unidos y Caracas. No está claro qué impacto tendrán los nuevos arrestos de estadounidenses en Venezuela, estrecho aliado de Rusia. Maduro ha sido sancionado por Estados Unidos, que además lo acusó de tráfico de drogas.
El Departamento de Estado confirmó los recientes arrestos, pero desistió de dar más información, aduciendo consideraciones de privacidad.
Al margen de las consecuencias políticas, los arrestos reflejarían lo que las autoridades estadounidenses consideran una tendencia alarmante: el arresto de estadounidenses a lo largo de la frontera entre Venezuela y Colombia, una región con poca presencia del estado dominada por bandas delictivas y rebeldes de izquierda.
Los estadounidenses que intentan ingresar a Venezuela sin una visa son particularmente vulnerables.
A pesar de su dura retórica de Maduro contra el “imperio” estadounidense, sin embargo, no hay indicios de que tenga una política de detener norteamericanos.
Pero las instituciones de Venezuela están muy golpeadas por años de agitación política, hiperinflación y una escasez devastadora, y el control que ejerce Maduro sobre ellas es limitado. Esto permite que delincuentes y sectores duros de la revolución bolivariana traten de obstruir un acercamiento entre Washington y Caracas.
“Hay varios centros de poder en Venezuela y no todos están alineados con Maduro o comparten su objetivo de alentar conversaciones con Estados Unidos”, expresó Phil Gunson, analista del International Crisis Group basado en Caracas.
En un informe de un arresto al que tuvo acceso la AP, agentes de contrainteligencia militar mencionaron las “constantes amenazas, (el) bloqueo económico y (el) rompimiento de relaciones diplomáticas que actualmente mantiene Estados Unidos con el estado venezolano” al explicar la detención.
Altos funcionarios venezolanos justificaron los arrestos. En una conferencia de prensa del 13 de junio para anunciar el arresto de otro estadounidense no identificado, el dirigente socialista Diosdado Cabello dijo que “tienen sus planes contra nuestro país”.
Hernández, quien fue detenido el 31 de marzo, debía presentarse ante un tribunal el lunes, pero la vista fue aplazada.
Amigos y parientes lo describen como un individuo divertido, alguien de origen humilde que trabajó duro para conseguir una buena educación y luego desechó oportunidades laborales lucrativas para dedicarse al servicio público, representando a personas pobres como abogado de oficio.
Llegó a Los Ángeles de niño con sus padres, que le escapaban a la guerra civil en El Salvador, donde nació.
Cursó estudios en un community college (alternativa más barata, con programas de dos años) y luego en la Universidad de California de Los Ángeles, graduándose en matemáticas y física, para luego seguir la carrera de abogado. En el 2006 fue contratado como abogado de oficio del condado de Los Ángeles.
Igual que Maduro, le encanta la salsa y ha sido dirigente sindical, representando a cientos de sus colegas, lo que refleja un espíritu caritativo, según familiares y amigos.
Viaja mucho y ha visitado decenas de países. Le tiene particular afecto a América del sur. Su familia dijo que se estaba tomando un descanso cuando viajó a Colombia, donde ya había estado varias veces. A fines de marzo, cuando ya debía estar regresando, acompañó a un amigo venezolano a la frontera. No se sabe cómo fue que terminó del lado venezolano, pero dijo que nunca fue su intención ir allí y que jamás hubiera ingresado ilegalmente a sabiendas.
El amigo de Hernández también fue detenido y corre peligro de ser acusado de contrabando de migrantes, según la persona al tanto de la investigación.
“Toda la familia extraña mucho a mi hermano”, dijo Henry Martínez, quien también vive en Los Ángeles, en un comunicado. “Trabajó toda su carrera para servir a los marginados y es realmente el mejor de nosotros. Esperamos, rogamos que Eyvin pueda volver pronto luego de esta detención por error”.
Dos semanas antes de que Hernández fuese detenido, Kenemore fue arrestado en circunstancias igualmente turbias.
Según su familia, Kenemore vivía desde hacía un año en Colombia con una venezolana que había conocido a través de las redes sociales cuando ambos salían de divorcios. Residían en un pequeño departamento de Bucaramanga, donde Kenemore trabajaba virtualmente para un cliente de Estados Unidos, pero había decidido mudarse con su novia a Venezuela, donde ella tenía una casa.
La familia de Kenemore dijo que fue detenido por agentes de inmigración al ingresar a Venezuela, según la página de GoFundMe que habían creado para financiar su defensa. Publicaron en esa plataforma la que dicen es la última foto suya antes de su arresto, cerca del cruce fronterizo del puente Simón Bolívar.
Los fiscales dicen que Kenemore, su novia y otras tres personas ingresaron al país por un sendero de tierra conocido como “Las Pampas”, uno de cientos de puntos que usan los venezolanos a diario para adquirir alimentos, acudir a citas médicas o visitar familiares del lado colombiano. Indicaron que Kenemore llevaba tres laptops y que estaba acompañado por un capitán de la Armada venezolana, algo que generó suspicacias.
Igual que Hernández, Kenemore fue acusado de asociación delictiva y conspiración, delitos castigables con hasta 16 años de prisión. Su novia también está detenida.
“Jarrel es un buen norteamericano, un cristiano”, dijo su hermana Jeanna Kenemore Tillery en una entrevista telefónica desde Dallas. “Lo único que quería era estar con la mujer que ama. Sus hermanas, hijo y nieto los extrañamos mucho y ansiamos que vuelva”.
En abril, el Departamento de Estado publicó una alerta sobre los peligros que enfrentan los estadounidenses en la frontera entre Colombia y Venezuela. Recomendó evitar ir a Venezuela y jamás entrar sin una visa. Conseguir visa, sin embargo, es casi imposible ya que Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Venezuela en el 2019.
Las leyes venezolanas estipulan que los extranjeros que son pillados sin visa deben ser deportados de inmediato.
Pero por razones poco claras, los tres fueron trasladados cientos de kilómetros, hasta una cárcel de la capital donde se encuentran numerosos opositores a Maduro.
Los estadounidenses arrestados en Venezuela están en desventaja a la hora de pedir ayuda a su gobierno. Estados Unidos cerró su embajada en Caracas en el 2019, tras reconocer al dirigente opositor Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela.
Las Naciones Unidas se queja desde hace tiempo de la falta de independencia de los jueces venezolanos y de la instalación donde están alojados los estadounidenses.
“No es un sistema legal en el que uno se quiera ver atrapado”, dijo Gunson, del International Crisis Group.
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