¡Buenos días, querido lector! Esta semana, me encontré con una reflexión en TikTok que realmente resonó conmigo. Una chica hablaba sobre cómo a menudo nos conformamos con “vivir mal” en nuestro día a día. Planteaba, por ejemplo, cuando usamos un objeto roto, como unos lentes de sol con una patita dañada, y pese a estar en la capacidad de arreglarlos, decidimos usarlos así. Rotos.

Reflexionando sobre ello, me di cuenta de cuántas pequeñas incomodidades toleramos porque estamos demasiado ocupados, o porque postergamos indefinidamente esas pequeñas reparaciones o mejoras en nuestra vida. ¿Pero qué pasa cuando extendemos esa tolerancia a nuestra rutina diaria? Despertar, trabajar, volver a casa, hacer una mínima actividad de esparcimiento, dormir y repetir. Todo esto también es una forma de “vivir mal”.

Conversando con mi mejor amiga, revisamos cómo incluso posponemos actividades que nos apasionan, sumergidos en la rutina. Ahora que habíamos visto el problema, tocaba resolverlo. Ella decidió retomar el basket, su deporte favorito desde la secundaria. Yo decidí volver a “”, un espacio maravilloso de baile y conexión que tanto disfruto y del que ya les he contado antes. Ayer, fui con mi mamá y su hermana que está de visita en Lima, ¡y qué increíblemente lo disfrutamos!

Machi, la gestora del espacio, nos recordó algo fundamental: no tenemos por qué posponer nuestro disfrute. Esta reflexión llegó en un momento perfecto, ya que últimamente he estado muy inmersa entre el trabajo y la universidad –a inicios de este año me aventuré a estudiar la carrera de psicología–. Encontrar tiempo para nosotros, para disfrutar de aquellas actividades que nos llenan de alegría y endorfinas, es esencial.

¿Cómo dejar de “vivir mal”?

  1. Revisa tu entorno: Identifica esas pequeñas cosas que puedes arreglar o mejorar. Ordena tus espacios. No subestimes el impacto positivo que estos cambios pueden tener en tu bienestar diario.
  2. Prioriza tu pasión: Haz tiempo en tu agenda para aquellas actividades que te hacen sentir vivo y conectado.
  3. Sé consciente de tu rutina: Evalúa cómo pasas tus días. ¿Hay suficiente espacio para el disfrute y la relajación? Si no, es momento de hacer algunos ajustes.
  4. Conéctate con los demás: Compartir tus actividades favoritas con amigos o familiares puede enriquecer aún más esos momentos.
  5. Celebra el disfrute: Reconoce y celebra los momentos en los que te permites vivir plenamente. Estos momentos son tan importantes como cualquier otra parte de tu rutina.

¿Qué pequeñas cosas has cambiado para mejorar tu calidad de vida? Envíame un correo a para compartir tus historias y aprendizajes. ¡Sigamos conversando!

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