La mitad de los problemas del transporte y el tránsito de Lima se podrían solucionar con el chatarreo: tres años investigando el tema vial para la campaña #NoTePases de El Comercio me permiten explicar por qué.
Primer ejemplo: la ‘bestia’ de Petit Thouars. Era la coaster más peligrosa de Lima y circulaba con siete órdenes de internamiento vehicular por la cantidad de papeletas que tenía sin pagar, antes de que fuera detenida tras la publicación de un documental producido en este Diario. Nunca pisó un depósito en 20 años y nadie se preguntaba por qué.
Segundo ejemplo: el auto del peor chofer de Lima, Jesús Alberto Villarreal. Iba por toda la capital con 28 órdenes de captura por la cantidad de multas que debía. La grúa nunca lo detuvo y nadie se preguntaba por qué.
Último ejemplo: la combi pirata que pasó por encima de una fiscalizadora en El Agustino, manejada por un chofer sin brevete la semana pasada. Tenía dos órdenes de captura por el mismo motivo: cientos de miles de soles en infracciones pendientes.
La lógica indica que, a la primera orden de captura, cualquiera de estos vehículos debieron haber ido el depósito. ¿Qué ocurre, entonces? La respuesta es inaudita: no hay espacio suficiente en estos almacenes para poder internarlos. En Lima y el Callao solo hay ocho depósitos pero están repletos porque los dueños de las unidades que se empolvan adentro nunca los recuperan (pues las deudas son a veces más costosas que el valor del mismo auto).
En la mayoría de capitales de América Latina, un auto metido en el depósito por más de seis meses va directo al desguace. Aquí, según declaró a El Comercio la propia Autoridad del Transporte Urbano (ATU), hay vehículos que tienen 17 años ocupando un espacio y evitando que las otras ‘bestias’ salgan de circulación e ingresen aquí.
En junio del 2019, el gobierno anunció con bombos y platillos un masivo programa de chatarreo vehicular. Ha pasado un año y medio y aún no ha sido reglamentada por el Ministerio de Transportes. Ahora la situación está peor que nunca: actualmente en Lima y Callao hay 167 mil órdenes de captura a vehículos de transporte público, como combis y coasters destartaladas, pero que nadie las retira.
Cuando digo que la mitad de los problemas de transporte y tránsito se solucionan con el chatarreo, no exagero: al demostrar que la grúa puede llevarse el auto al depósito, los choferes van a pensar dos veces antes de cometer una infracción y no pagarla; al liberar los depósitos, limpias el aire del humo de esas viejas combis que arrastran millones en multas y que contaminan el triple que un auto nuevo; reduces el tráfico vehicular para darle fluidez a las flotas más modernas y promueves la renovación del parque automotor.
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