Irma Ramos Chávez

¿Por qué negar la cuando esta promueve valores basados en el respeto y los derechos de las personas, tales como la libertad, la no discriminación, el cuidado de la salud y la igualdad? Además, permite a las niñas, niños y adolescentes aprender a protegerse y denunciar casos de abuso sexual, proporcionando los conocimientos y herramientas necesarias en función de su edad.

¿Por qué satanizar a la ESI cuando su objetivo es brindar herramientas a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes para que cumplan con su plan de vida? La ESI los empodera con información adecuada acorde con su edad y desarrollo.

La educación sexual integral es parte de una educación completa e indispensable a la que todo ser humano tiene derecho. La sexualidad es parte de la vida de las personas en sus diferentes etapas o edades, y en toda su diversidad, que contribuye al desarrollo de su identidad y, por lo tanto, a su desarrollo social.

La ESI tiene un papel esencial en la salud y el bienestar de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes ya que les brinda, progresivamente y en función de su edad, una educación basada en derechos humanos, igualdad de género, relaciones interpersonales, comportamiento sexual de riesgo y prevención de enfermedades desde una perspectiva positiva.

Entre los efectos positivos que tiene la ESI están el aumento del conocimiento de las y los jóvenes y una mejora de su actitud en lo que respecta a la salud y los comportamientos sexuales y reproductivos. La ESI en la escuela, como fuera de ella, no aumenta la actividad sexual, el comportamiento sexual de riesgo o los índices de ITS y VIH.

La ESI logra mejores resultados cuando los programas se dan en las escuelas y se complementan con la participación de padres o cuidadores principales y docentes, de los institutos pedagógicos y los servicios de salud pensados para los jóvenes.

Más de 49.000 casos de violencia estudiantil a nivel nacional se reportaron en el 2022, a través del portal SíSeVe del . De esta cifra, 9.069 correspondieron a denuncias sobre abuso sexual a menores de edad. Ahí una evidencia palpable de por qué es importante comprender que las niñas, niños y adolescentes, durante su crecimiento, necesitan sentirse acompañados para el desarrollo de su sexualidad y el cuidado de su salud.

Las marchas y contramarchas en torno a la ESI no permiten su implementación en las escuelas del Perú. La educación sexual integral es también un proceso educativo continuo que comienza a una edad temprana, se desarrolla sobre lo aprendido previamente y está contemplada en el Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB) y enmarcada como un espacio de enseñanza –aprendizaje que contribuye al bienestar socioemocional de las y los estudiantes–.

En la actualidad, las y los jóvenes reciben información confusa y contradictoria sobre la sexualidad a medida que transitan hacia la edad adulta. La educación sexual integral los empodera a tomar decisiones acertadas sobre sus relaciones, permitiéndoles desenvolverse en un mundo donde la violencia basada en género, los embarazos precoces y no deseados, el VIH y otras infecciones de transmisión sexual son riesgos para su salud física y mental.

Desde Inppares hacemos un llamado a las autoridades a no retroceder e implementar programas de educación sexual integral en las escuelas del país. Nuestra niñez y adolescencia la necesitan.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Irma Ramos Chávez es directora ejecutiva de Inppares

Contenido Sugerido

Contenido GEC