*Compartimos con ustedes la última columna de opinión de Bruno Seminario.
La concentración de la población en Lima posiblemente fue una barrera importante para el éxito de las cuarentenas que buscaron contener el avance del COVID-19. Esto es así porque la crisis sanitaria tenía altas probabilidades de generar efectos diferenciados en las familias, debido a la presencia de distintos tipos de empleo en el mercado laboral urbano.
En primer lugar, gran parte de las personas con empleos en empresas grandes posiblemente pasó del trabajo en oficina al teletrabajo y, de esta manera, disminuyeron las probabilidades de contagio en sus familias. En segundo lugar, un determinado porcentaje de personas con empleos en empresas medianas, pequeñas y microempresas posiblemente perdió sus empleos. Este grupo posiblemente utilizó sus ahorros para los primeros días de cuarentena, pero a medida que esta se extendía, ya no podían asumir los costos de vida en la ciudad así que se vieron obligados a desplazarse a sus pueblos de origen llevando consigo el virus hacia otras regiones del país. En tercer lugar, las personas que viven del día a día en sus pequeños negocios, o se encuentran en el sector informal, no tuvieron más alternativa que salir a la calle, incluso sin las medidas de protección recomendadas, para poder generar ingresos que les permitieran subsistir; por lo mismo, estas personas tenían alta probabilidad de transportar el virus de una región a otra, tanto en Lima como en los otros departamentos del país.
De otro lado, la concentración de la población y de la actividad económica trajo consigo también la centralización de la tecnología en las ciudades, lo que generó que la migración de las clases presenciales a las virtuales tuviera efectos diferenciados en el aprendizaje. Los estudiantes de familias con una computadora, ‘tablet’ o smartphone con acceso a Internet de calidad pudieron adaptarse y continuar con su aprendizaje; mientras que los estudiantes de familias con ausencia de estas herramientas tuvieron que suspender la continuidad de sus estudios. Las disparidades en el aprendizaje debido a la brecha digital posiblemente sean mayores en las zonas rurales del país, las cuales ya cargaban con una gran ruptura respecto a las zonas urbanas. Es esta brecha en el aprendizaje, potenciada aún más por la crisis sanitaria, la que se verá reflejada en oportunidades futuras.
Es probable que otra consecuencia de la concentración de la actividad económica en Lima sea la sensación de abandono del Estado a lo largo de todo el país, la cual se ha agudizado debido a la crisis sanitaria. Posiblemente sea esta percepción de desamparo el principal factor para que la intención de voto hacia los políticos tradicionales sea relativamente baja, lo que nos llevará a vivir una crisis política por varios años, más allá de quién gane las elecciones presidenciales.
Las probabilidades de ocurrencia de pandemias han aumentado debido a la mayor presencia de actividades que ponen en peligro la sostenibilidad del planeta. Esto implica que la crisis sanitaria causada por el COVID-19 ofrezca oportunidades para diseñar e implementar políticas que permitan manejar adecuadamente futuros sucesos como este. En el estudio “Concentración de la actividad económica y de la población en el Perú, 1795-2018”, del proyecto Agenda Bicentenario del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, se indica que las políticas orientadas al desarrollo regional del Perú deben considerar la capacidad productiva de las diferentes regiones del país, entendiendo su historia y geografía, para evitar replicar la situación que vive Lima en otras zonas del país.
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