Este viernes conoceremos a la nueva fórmula que dirigirá el Congreso en el período 2024-2025. La elección de la Mesa Directiva resulta importante por el perfil que tendrá la nueva presidencia del Congreso. Sin embargo, existe otra negociación que ocurre en paralelo y que es igual de importante: la definición de las presidencias de comisiones.
Si bien las presidencias de comisiones se oficializan en agosto, la elección ocurre desde finales de julio, porque su repartición entra en el paquete de negociaciones de la Mesa Directiva. La importancia en este punto recae en los perfiles de las personas que dirigirán los grupos que dictaminarán las leyes durante los próximos 12 meses. En el Congreso, sobre todo en los últimos años, la elección de las presidencias legislativas ha estado alejada de un criterio técnico, para constituirse en una repartija que busca contentar a todos.
Para tener una idea de la problemática, en El Comercio detectamos que en el 2023 solo cuatro de los presidentes elegidos presentaban un perfil adecuado para el grupo que presidirían. Esto, tras revisar tres criterios claves: que sus perfiles académicos coincidan con las materias de las comisiones, que tengan experiencia parlamentaria (si han presidido un grupo o si han sido miembros o asesores en otros períodos) y que cuenten con proyectos de ley en la agenda del grupo especializado.
La presidencia más codiciada es la de la Comisión de Presupuesto, en la que todos quieren tener el poder de repartir las partidas para los proyectos de inversión. Pero hay otros grupos importantes que se deben tener a la vista, como Salud. ¿Qué espacio de fiscalización puede existir si la preside un miembro de APP, el partido que integra el actual ministro del sector?
La Comisión de Economía es otro grupo clave que, si bien se mantendría en manos de Fuerza Popular, resulta importante que la bancada fujimorista encuentre un perfil adecuado para dicha tarea. Por el momento, se vocea que la más interesada en presidir dicho grupo es la legisladora Tania Ramírez.
Otros grupos claves son Educación y Fiscalización, que no pueden seguir en manos de las bancadas izquierdistas. En el primero, hemos visto cómo a lo largo de todo el último año se dedicaron a impulsar contrarreformas, y en el segundo, el puesto les ha quedado grande y no han fiscalizadora como se debe, ni al gobierno de turno ni a las autoridades subnacionales.
En la repartición de las presidencias de comisión también debería utilizarse el criterio de idoneidad. Ninguna presidencia debería recaer en congresistas que afrontan denuncias en la Comisión de Ética o que arrastran serias indagaciones fiscales por recortes de sueldos o por otros casos como ‘Los Niños’. Es oportunidad de devolverle algo de institucionalidad al Parlamento.