Iván Alonso

Se ha publicado póstumamente “La y el desafío del desarrollo peruano” del distinguido y, en lo personal, muy estimado economista.

Recibimos la noticia de su muerte el mismo día de la presentación del libro. Su socio y amigo de larga data Drago Kisic tuvo la brillante idea de homenajearlo pidiendo a los invitados, no un minuto de silencio, sino un minuto de aplausos.

Una reflexión crepuscular es como el propio Raúl define su libro. La reflexión comienza con un silogismo cuyas premisas mayor y menor son que la economía de mercado es lo que hace prosperar a un país, pero que, por ser esencialmente meritocrática, tiende a generar una desigualdad de ingresos. Compartimos plenamente la primera y discrepamos abiertamente de la segunda. Pero volvamos a Raúl: la conclusión que se deriva de sus premisas es que tiene que haber un impuesto a la renta progresivo para financiar la prestación de servicios públicos gratuitos o subsidiados para los menos pudientes.

Con ese trasfondo, pasamos al desafío. Nunca, hasta la última década del siglo pasado, habíamos tenido una economía de mercado en el Perú. Cuando llegó, trajo consigo los mismos efectos que ha traído en toda época y lugar: crecimiento económico y una mejora en los niveles de vida. Pero duró poco por dos razones, una que le quitó buena parte de lo “social” a la economía social de mercado y otra que amenaza quitarle lo de “mercado”.

Lo primero se refiere a la pésima reforma tributaria del 2009 que redujo la tasa del impuesto a las rentas del capital muy por debajo de la que se aplica a las rentas del trabajo, restándole progresividad al impuesto. Hemos criticado esa reforma en esta misma columna, pero con un argumento distinto: porque es un trato privilegiado que, además, distorsiona las decisiones de ahorro y consumo. Lo segundo se refiere al mercantilismo y a la desaparición paulatina de la competencia debida al auge de los monopolios. No creemos que haya evidencia de esto último, pero el mercantilismo, ciertamente, nunca descansa.

Hay otras ideas importantes que nos deja Raúl, como que la corrupción generalizada que padecemos hunde sus raíces en una desacertada política antidrogas y que no se puede combatir –si es que de eso se trata– ni el tráfico de drogas ni la minería informal sin entender su lógica económica. Eso es más que suficiente para seguir aplaudiendo.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Iván Alonso es Economista

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