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Elecciones primarias
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El 7 de diciembre pasado se completó el proceso de elecciones primarias por medio de las cuales los partidos políticos y alianzas electorales eligieron a sus candidatos para los comicios generales del próximo año. Es cierto que se trató de un proceso bastante deslucido; si bien en el 2019 el Congreso aprobó la realización de elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias para todos los partidos para elegir candidatos, estas no se aplicaron en el 2021, y en el 2023 se eliminaron en la práctica, con lo que se privó a los ciudadanos de participar en un proceso de selección plenamente democrático, que además hubiera permitido retirar de la contienda a las organizaciones sin respaldo. Con todo, de este proceso se pueden a mi juicio extraer algunas lecciones relevantes.
En primer lugar, habría que saludar la iniciativa del Apra y de Renovación Popular de elegir el 30 de noviembre a sus candidatos en procesos en los que participaron todos sus afiliados. En particular el Apra llamó a movilizarse a sus 43.672 afiliados, y la tasa de participación fue del 37,3%. Se trató de un proceso competitivo (y fragmentado), con 14 listas de candidatos presidenciales. Renovación Popular no tuvo competencia al contar con una lista única, pero logró movilizar al 27,5% de sus 39.147 afiliados. Está claro de que se trata de organizaciones con vida interna.
Las demás 37 organizaciones en competencia siguieron una modalidad de selección indirecta: elegir delegados que a su vez eligieron a los candidatos a los puestos de elección. Entre estas, cabe destacar que cuando menos seis tuvieron competencia para elegir a sus candidaturas presidenciales: en Acción Popular compitieron seis listas; en Salvemos al Perú, cinco; en el Partido Morado, tres; en el Partido PRIN, Primero la Gente y en la Alianza Venceremos, dos listas. Otro indicador de la existencia de un mínimo de actividad interna está dado por el número de delegados elegidos: así, algunos partidos eligieron a un número importante de delegados (Fuerza Popular, 105 delegados; Perú Primero, 100; Partido del Buen Gobierno, 80; Partido PRIN, 75; y Acción Popular, 75). Sin embargo, en el otro extremo, cinco partidos eligieron menos de diez delegados. Es notorio el caso de Ciudadanos por el Perú, partido de Nicanor Boluarte, que no presentó candidatos a la presidencia y eligió apenas a ocho delegados (de 27.482 afiliados), de los cuales solo cuatro asistieron a votar.
Estas elecciones no lograron filtrar a partidos cascarón, e inesperadamente, lo que es de lamentar, Acción Popular ha sido el partido excluido del proceso electoral por el Jurado Nacional de Elecciones, en una votación dividida de tres miembros con el voto en minoría de los otros dos. Si bien parece claro que ocurrieron irregularidades serias en las elecciones de delegados (no coincide la lista de delegados electos establecida por el Comité Nacional Electoral de Acción Popular con la lista que inscribió finalmente su presidenta, Cinthia Pajuelo, cuestionándose la elección de 28 de 75 delegados), la decisión del JNE nos parece excesivamente drástica. Hubiera sido mejor privilegiar el derecho a la participación, y resolver los cuestionamientos a las candidaturas en el período de tachas, como sugiere el voto en minoría. Sin embargo, las decisiones del JNE deben respetarse, aun cuando estemos en desacuerdo con ellas.

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