Santiago Pedraglio

En la última semana han asesinado a dos dirigentes de la Federación de Trabajadores de Construcción Civil: el secretario general del sindicato de Lima y Balnearios, Arturo Cárdenas, y un reconocido dirigente del sindicato del cono sur de , Américo Gonzales.

La Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú () ha denunciado en conferencia de prensa, a través de su secretario general –y presidente de la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP)–, Luis Villanueva, acompañado con representantes de varios importantes gremios empresariales, que desde el 2011 hasta hoy han sido asesinados 24 de sus afiliados (El Comercio, 17/8/24).

No es casualidad que los dos más recientes se hayan producido en Lima, a plena luz del día, con solo horas de diferencia, y que hayan afectado a dos de los principales dirigentes de las bases más importantes de la FTCCP. El mensaje es claro: “Hacemos lo que nos da la gana y en el lugar que queramos”.

La FTCCP, liderada por sus dirigentes sindicales, el gremio empresarial y la Cámara Peruana de la Construcción (), tienen una larga práctica de colaboración, de más de 20 años, que ha permitido, entre otros propósitos, hacerles frente a las organizaciones mafiosas, expertas en el uso de la violencia y la extorsión en el sector. Ahora, la inusitada violencia contra dirigentes sindicales es señal de que las mafias están dispuestas a todo.

Estos asesinatos son expresión, también, de la multiplicación del crimen organizado en el territorio nacional. Estamos ante una situación en la que actúan bandas organizadas de ámbito internacional, nacional, regional e incluso barrial, como parece ser el caso de Lima.

Hay que tomar conciencia de que asesinatos como los que nos indignan hoy, así como los provocados por la minería ilegal en Pataz (La Libertad), y las amenazas y asesinatos de 33 defensores rurales de sus territorios y bosques en los últimos diez años (Infobae, diciembre del 2023) están dirigidos a destruir o someter a empresas legales, a organizaciones comunales amazónicas y andinas, y a organizaciones sindicales de trabajadores. Las mafias –y sus sicarios– buscan el sometimiento por la vía del terror.

¿Qué exigir? Primero lo primero: que la policía capture a los asesinos; y hoy, en particular, a los asesinos de los dirigentes de construcción civil. En paralelo, urge consolidar redes de colaboración antimafias. La experiencia de la FTCCP y Capeco, que hoy, juntas, reclaman por justicia, debería multiplicarse.





*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es Sociólogo