Editorial El Comercio

Una por la Unidad de Periodismo de Datos (EC Data) de este Diario reveló que la lista de candidatos para las próximas que antes ostentaron un cargo de representación política distinto es bastante larga. Casi el 30% de los congresistas del , en efecto, quieren tentar suerte en los próximos comicios. Pero eso no es todo: existen otros 21 exparlamentarios de otros períodos que están en el mismo empeño; e incluso tres excandidatos presidenciales que ahora han descubierto una vena edilicia. Todos ellos buscan un “cambio de cancha” que merece ser analizado.

Pero a ello se agrega un ingrediente más: el de las postulaciones de políticos que se hicieron conocidos con determinado partido y hoy corren bajo las banderas de otro. Es decir, que el intento de “cambio de cancha” viene acompañado frecuentemente de un intento de “cambio de camiseta”. De acuerdo con la referida nota, solo en las listas por Lima, son 24 los candidatos que se ajustan a esa descripción.

Ahora bien, es claro que ninguna de esas dos prácticas es ilegal y en ocasiones puede ser hasta razonable. La cantidad de alcaldes de Lima que luego postularon a la presidencia de la República, por ejemplo, es considerable (Luis Bedoya Reyes, Alfonso Barrantes Lingán, Alberto Andrade Carmona, Luis Castañeda Lossio, etc.). Y si bien ninguno vio cumplida su aspiración, a nadie se le ocurrió dudar en su momento del peso político específico de cada uno de ellos.

Por otro lado, en países de larga tradición democrática, como Estados Unidos, las mudanzas del espacio legislativo al ejecutivo son habituales y se entienden como el trayecto esperable en el proceso de maduración de un líder político. Pero tales pasos suelen producirse tras la culminación de una gestión congresal exitosa y reconocida… Y la verdad es que ese no parece ser el caso en lo que concierne a muchos de los exparlamentarios que ahora quieren recolocarse como gobernadores regionales o alcaldes.

Cabe preguntarse lo siguiente: si no dominaron adecuadamente los instrumentos de la representación legislativa, ¿sobre qué base quieren ahora hacerse responsables de los de la gobernanza local o regional? Hablamos, como se sabe, de tareas muy distintas entre sí y quien no demostró habilidad o dedicación para la primera, mal podría ahora pretender ser solvente para la segunda.

No menos problemática es la situación por la que un congresista es catapultado de pronto a la función de ministro. No solo porque deja de ejercer plenamente el cargo para el que le pidió el voto a la ciudadanía, sino porque el resultado de la superposición de roles es con frecuencia calamitoso. Los ejemplos en la historia reciente abundan, pero con algunos de los presidentes del Consejo de Ministros designados por este gobierno para comprobar que la tendencia a ignorar las especializaciones en el campo de la función pública es perniciosa.

Volviendo sin embargo a las postulaciones que nos ocupan, lo cierto es que, en su mayoría, dejan el sabor de ser más un premio consuelo que una evolución. Daría la impresión, en efecto, de que nos encontramos ante personas que tienen, sencillamente, ganas de poder. Si no lo obtienen en el escenario X, pues procuran conseguirlo en el Y. Y si no es con la camiseta roja, pues a tratar con la amarilla.

No conviene perder de vista, de otra parte, que esto es también consecuencia del absurdo impedimento para la reelección congresal inmediata que impulsó el expresidente . Tal impedimento es un obstáculo para la especialización de la que antes hablábamos y favorece además el olvido de las gestiones penosas. Es muy difícil que un parlamentario que ha decepcionado a sus votantes sea reelegido por ellos (y, de hecho, cuando estaba permitida, la reelección inmediata en nuestro país). Pero con el estímulo que esa prohibición supone para postulaciones como las que estamos viendo, lo más probable es que se consiga que esos mismos políticos decepcionantes defrauden ahora a sus votantes en una nueva cancha.

Editorial de El Comercio

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