El programa “Cuarto poder” presentó este domingo un informe sobre un sospechoso caso de intromisión de la familia del presidente Pedro Castillo en la ejecución de obras públicas que deja la clara sensación de la lluvia sobre mojado, pues son ya muchos los episodios similares revelados por la prensa que han merecido la atención del Ministerio Público.
En esta ocasión, se mostró la evidencia de que la señorita Yenifer Paredes, una hermana de la primera dama que fue criada como hija por esta y el actual mandatario, se presentó en setiembre del año pasado –es decir, cuando su cuñado ya estaba en el poder– en una de las comunidades del distrito de Chadín, en Chota (Cajamarca) para ofrecer y garantizar la realización de una obra de saneamiento. Y les dio incluso a los pobladores instrucciones sobre cómo debían responder un censo que ella se disponía a llevar adelante en el lugar.
¿En qué autoridad se amparó para hacerlo? No se sabe, porque ella no ostentaba entonces, ni ostenta ahora, cargo alguno en la administración pública (lo que, por cierto, parecería configurar un caso de nepotismo). El único distintivo reconocible en la indumentaria de la joven, según se deja ver en el reportaje, es una casaca que lleva en la espalda el logo de la empresa JJM Espino Ingeniería y Construcción S.A.C. Llama poderosamente la atención por eso que, mientras se dirigía a los habitantes de la comunidad, la señorita Paredes estuviera acompañada por Hugo Espino Lucana, gerente general y socio fundador de la referida empresa, que, por añadidura, ganó en setiembre del año pasado una licitación con el Estado por S/3′800.000 para trabajos en la provincia de Cajatambo.
Cabe añadir en este inventario de datos inquietantes que Espino Lucana registra cinco visitas a Palacio de Gobierno entre agosto y noviembre del 2021, según el dominical: una de ellas junto a Yenifer Paredes y otra en compañía de la propia primera dama, Lilia Paredes. No se puede ignorar tampoco que la hermana del mencionado empresario, Anggi Espino Lucana, ganó una obra con el Estado en diciembre del año pasado por S/3′098.000.
El asunto, desde luego, tiene que ser materia de investigación (y, de hecho, el Ministerio Público ya anunció la apertura de una investigación preliminar al respecto). Y lo primero que hace falta establecer es si la obra de saneamiento en cuestión se llevó a cabo y, de ser así, quién dio la orden de que fuese ejecutada. ¿Hubo licitación? ¿Quién la ganó y en qué términos?
Volviendo al problema planteado líneas arriba, sin embargo, es fundamental preguntarse cómo así de pronto una pariente del jefe del Estado resulta legitimada para hacer ofrecimientos como el que nos ocupa. ¿Es que acaso estamos en una monarquía en la que los poderes del soberano de alguna manera se extienden a los miembros de su familia? Ya hemos visto algo de eso en los casos que involucran a los sobrinos del presidente Fray Vásquez Castillo –hoy prófugo de la justicia– y Gian Marco Castillo Gómez, “los sobrinísimos”. ¿Es que acaso nos asomamos ahora a la figura de “la cuñadísima”?
En todos los casos aludidos, por otra parte, es evidente que los personajes en cuestión pudieron hacer lo que hicieron por su relación con el mandatario. ¿Procedieron de esa forma con su consentimiento o sin él? Esa es, evidentemente, la gran pregunta que las investigaciones deben responder. Pero, en honor a la verdad, la abundancia de casos es de por sí sugestiva.
Al ser consultado en la tarde de ayer por un grupo de reporteros sobre esta circunstancia, el presidente intentó recurrir de nuevo al manido expediente de la victimización (“Hay un tema demoledor que no es nuevo”, afirmó) para terminar pidiendo que “se esclarezcan y se hagan todas las investigaciones”. Ojalá, decimos nosotros, que facilite estas y no trate de entorpecerlas, como ha venido haciendo.
Pues esta lluvia sobre mojado tiene que cesar.