Los líderes europeos están buscando los cimientos que hoy formarán las bases del gran edificio del mañana. El ideal de los soñadores de todos los tiempos empieza a cristalizarse en hechos prácticos. A los odios seculares sustituirá la solidaridad. No más guerras fratricidas ni bárbaras; no más matanza entre hermanos; no más atentados contra la civilización; no más dolores ni lágrimas. La discusión serena y razonable y el arbitraje serán las armas que en el futuro dirimirán todas las diferencias que surjan entre las naciones. Que así sea.
H.L.M.