Un grupo de vecinos del aristocrático barrio de la avenida Nicolás de Piérola ha venido a El Comercio para hacernos conocer una queja que sin lugar a dudas es justa. Como se sabe, al final de esa avenida se encuentra el templo de Santo Toribio, de los padres jesuitas. Los sacristanes que ahí cumplen funciones, desde las 6 de la mañana tocan vigorosamente las campanas llamando con insistencia a misa y despiertan a todo el barrio. No toman en consideración que muy cerca está la Clínica del doctor Febres Odriozola cuyos pacientes sufren también el campaneo. H.L.M.
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