Aunque sabemos que al presidente Kuczynski le “importa un pepino la opinión de los politólogos” (sic) –incluyendo la de la colega y primera dama, según reciente entrevista–, me atrevo a sugerir –desde la buena fe– un decálogo para el mandatario. Luego de su primer semestre en Palacio –¿o en Choquehuanca?– es evidente que no dirige un “gobierno de lujo” y que carece de visión política atenida a las complejidades del país. Pasemos al modesto catequismo político.
Respetarás a la política por sobre todas las cosas. La tecnocracia arrogante construye su legitimidad sobre un supuesto ‘expertise’ que desprecia al resto de los mortales. Error garrafal, porque para “destrabar” al país no se requieren técnicos sino políticos. Pululan diseñadores de políticas, escasean operadores de gestión de conflictos y soluciones de crisis en el terreno.
No tomarás el nombre del “diálogo” en vano. Lo peor para un gobierno minoritario es devaluar el significado del “diálogo”. De nada valen 211 mesas posconflicto, “cumbres” con líderes partidarios y ex presidentes, ceremonias del Acuerdo Nacional, etc., si el “humor inglés” presidencial socava los acercamientos.
Santificarás la reforma política. El mentado “Estado moderno” requiere instituciones políticas que conviertan el crecimiento económico en desarrollo integral. La bonanza económica debe integrar al peruano promedio a una comunidad política. De otro modo solo se llenan los bolsillos de las élites y vacían los corazones de los ciudadanos.
Honrarás al antifujimorismo y al fujimorismo. Evitar el “pan con pescado” que proponen las dos fuerzas dominantes implica encontrar ese punto medio –la “tercera vía”– para sortear la confrontación. Ello impone una estrategia mínima de colaboración con la oposición, que no ha de ser interpretado como “traición” a su electorado “de segunda vuelta”.
No matarás las esperanzas. La canasta básica es más determinante para su aprobación que las demandas antifujimoristas. La mitad del país aún aprueba su gestión. Sin embargo, de mantenerse el declive puede convertirse en un ‘lame duck’ en tiempo récord. Para revertir dicha tendencia debe enfocarse en los bolsillos de los peruanos.
No te codearás con empresarios impuros. Su mandato y lealtad residen en intereses públicos, no en privados. El déficit de institucionalización política del partido oficialista favorece la fluidez de intereses económicos en el entorno de las decisiones políticas, desnaturalizando el bien público.
No cholearás.
No promoverás falsos valores. Un buen administrador del sector privado no va a ser necesariamente un buen funcionario público. El salto del ‘business’ al Estado requiere un cambio de chip no siempre disponible. Lo único que alienta es la improvisación.
No consentirás funcionarios ni conductas corruptas. Tampoco “agradecer los servicios prestados”.
No codiciarás a los parlamentarios de tu prójimo. Ni alentarás el transfuguismo para debilitarlo. La carencia de recursos políticos no justifica una estrategia ofensiva hacia los rivales políticos. Conviene alentar candidaturas propias para las subnacionales del 2018. Recuerde: los equipos se arman de atrás hacia delante.