Según PPK, para prevenir cualquier tipo de desbordes o inundaciones así como que las viviendas sean dañadas en un futuro, se debe trabajar en la limpieza de los ríos. (Foto: Presidencia)
Según PPK, para prevenir cualquier tipo de desbordes o inundaciones así como que las viviendas sean dañadas en un futuro, se debe trabajar en la limpieza de los ríos. (Foto: Presidencia)
Fernando Vivas

Tenía que mejorar un poco. Tres puntitos más de aprobación entre setiembre y octubre, de 22% a 25% según GFK, y algunos más, de 16% a 22% en el DE, atenuando así la peligrosa percepción de gobierno para pitucos. Todo esto acompañado por una recuperación de los indicadores de crecimiento.

El cambio de Zavala por Aráoz fue para bien: Gabinete con más garra política que el anterior (subió de 19% a 26%) y mensaje, clarito, pragmático y descaviarizado, de que no hay diferencias sustanciales con los fujimoristas. Meche repitió cual mantra que los quiere de su lado, que no los odia como Vargas Llosa y que no se opondrá a sus planes esenciales, llámense indulto o cualquier otra cosa sobre la que hasta ahora no han sido ni muy explícitos ni muy persistentes.

Además, la nueva corrección política que encarnan los ministros más sagaces y políticos como la propia Meche, Nieto, Del Solar, Bruce o Basombrío, dice que así como no hay que discriminar a nadie ni acosar mujeres, tampoco hay que menospreciar a los fujimoristas. Rafo León cometió excesos en ese sentido y fue repudiado hasta por parte del establishment (o GCU, ‘gente como uno’, en la jerga de la China Tudela).

Pero la aprobación sigue bajísima y la renuncia de Pablo de la Flor a la Autoridad para la (ARCC) es una alerta a la precariedad del liderazgo de , que ni cambia ni se reconstruye. A inicios de su gobierno, tuvo una idea política, eficaz pero doblemente peligrosa: promover una relación directa con los gobiernos regionales (los GORE ejecutivos) en una suerte de tácito ‘clientelismo de lujo’, que compensara la dura oposición que esperaban de Fuerza Popular.

Lo malo de la idea fue creer que se podía de alguna manera contraponer alternativas a Fuerza Popular, en lugar de agarrar al toro por las astas y persuadir a los conservadores de colaborar en reformas fundamentales, esas que –¡ahí te falta tu ‘RCC’, PPK!– se aguaron en el cambio de Gabinete. El otro peligro de la idea fue aquel contra el que se estrelló De la Flor: respetar la caótica discrecionalidad descentralista en un caso donde más eficiente pudo ser empoderar a un nuevo organismo ejecutor.

PPK sigue sin reconstruir su imagen de viejo testarudo y tecnopolítico soberbio al que le basta su propia experiencia para saber qué hacer. Por eso, no promueve entes planificadores; no escucha a quienes piensan distinto; no dialoga con opositores; y su equipo de comunicaciones es un caos sin cabeza que ni siquiera saca provecho de un gran tema como el de la democratización del agua. El Gabinete está mejor que él. Pero a los 79 y al mando de un gran país como el Perú, nadie está tan viejo como para no poder reconstruirse con cambios.