En regiones como Cusco, la huelga de maestros supera los 50 días. (Foto: Miguel Neyra)
En regiones como Cusco, la huelga de maestros supera los 50 días. (Foto: Miguel Neyra)
Giulio Valz-Gen

El jueves pasado, luego de la reunión entre el primer ministro Fernando Zavala, la ministra de Educación, Marilú Martens, y los 25 gobernadores regionales, se anunció que se adelantará a diciembre el incremento del salario básico de los docentes a S/2 mil (originalmente
previsto para inicios del 2018). También se estableció que se entregarán S/200 millones para el pago de deudas judicializadas a
maestros y que se les brindarán capacitaciones antes de cualquier evaluación.

En un comunicado conjunto, los gobernadores y el Ejecutivo sentenciaron: “En todas las escuelas del país las clases se reiniciarán
el lunes 7 de agosto”. Si ello no ocurría, los gobernadores aplicarían los descuentos de ley.

En realidad, la afirmación de retorno a clases fue solo una declaración de buenos deseos. Quienes debían acatar la medida no eran los
gobernadores, sino los docentes que no estaban sentados en la mesa.

Lo único acordado con las autoridades regionales fue una fecha de corte para la aplicación de descuentos y un compromiso de estos para ejecutarlos (más allá de que la ley ya lo establece). Dicho sea de
paso, no queda claro qué ocurrirá con los descuentos por los días no trabajados anteriores al 7 de agosto que, en regiones como el Cusco, superan los 50 días (¿borrón y cuenta nueva?).

En una negociación siempre se hacen concesiones y eso es lo que en parte hizo el Ejecutivo cuando se sentó con los gobernadores. El problema está en que las concesiones debieron hacerse en una mesa
con los docentes. Es cierto que, por las disputas políticas dentro del
magisterio por el control del mismo (incluida la manifiesta participación de grupos radicales), el gobierno no encuentra interlocutores válidos con quienes dialogar.

Pese a ello, creer que los gobernadores (algunos de los cuales han apoyado la huelga) son los mejores interlocutores parece ser un
error. Ellos tienen su propia agenda política y muy poca influencia sobre los docentes como lo evidencia la continuidad de la huelga en varias regiones.

Cuando el gobierno se vuelva a sentar en una mesa con los profesores para negociar una posible salida a la protesta, tendrá que otorgar nuevas concesiones a su favor, las ya otorgadas parecen perdidas.

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