Fecha: 1 de enero del 2019. Víctima: Clorinda Laura Bonifacio, de 49 años. Medio empleado: golpes. Delito: feminicidio. Agresor: su esposo Calixto Charaña Chambilla.
Luego de celebrar el inicio del año, Clorinda salió de su casa ubicada en el distrito de Ciudad Nueva, en Tacna, para saludar a sus vecinos. Ya era de madrugada cuando Calixto decidió matarla. Los vecinos fueron testigos de la furia con la que la asesinó. Con la fuerza de sus puños, le destrozó el rostro y la cabeza hasta causarle la muerte. La necropsia reveló que Clorinda, la primera víctima de feminicidio del 2019, murió por una hemorragia intercraneana y traumatismo craneofacial severo.
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Cuando Calixto fue detenido, dijo que la mató porque tenía celos, una justificación que, según la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), no tiene validez porque avala la violencia contra la mujer, pero que suelen utilizar los feminicidas. Clorinda ya lo había denunciado meses atrás por violencia familiar, pero su caso aún figuraba en trámite ante la fiscalía. Recién 11 meses después del crimen, el Poder Judicial lo sentenció a 30 años de cárcel. Hoy está preso.
Así empezó el 2019 y lo que continuó en los meses siguientes ha sido peor. En marzo, en una cueva de El Agustino, la policía halló los restos de Sharoom Berusca León Jara, de 23 años. Había sido decapitada y su cuerpo mutilado y quemado. Su expareja Nick Brayan León Chumpitaz, de 24 años, no soportó que Sharoom terminara la relación. Confesó ante la policía que la secuestró con engaños para luego matarla.
En octubre, el asesinato de Isabel Margot Huapaya Espichán, de 33 años, se sumaba a la lista de feminicidios. Para esa fecha, ya eran 137 los crímenes de este tipo. Isabel tenía dos hijos, de 16 y 14 años. Uno de ellos encontró su cadáver dentro de una bolsa, enterrado en el interior de la vivienda que compartía con su conviviente Frederick Zuloeta Montoya, en Cañete. Llevaba 22 días desaparecida. Zuloeta tenía una orden de captura emitida por el Juzgado de Investigación Preparatoria de San Vicente de Cañete. Días después, fue detenido y admitió ser el autor del crimen.
—Últimos crímenes—
Diciembre inició con el cruel asesinato de la periodista Sonnia Isabel Alvarado Huayunga, de 28 años, en la comunidad de San Lorenzo, en Loreto. Su expareja Felipe Cáceres Rodríguez está detenido por ser sospechoso del presunto feminicidio. Ella lo había denunciado antes por maltrato, pero retiró la acusación por temor, según contó su familia. La comunidad de San Lorenzo no perdona el crimen y culpa a las autoridades de no haber hecho nada para evitarlo.
Esta semana, los 34 policías de la comisaría de San Cayetano, en El Agustino, fueron removidos por no haber auxiliado a Jesica Tejeda Huayanay, luego de que sus vecinos denunciaran que estaba siendo agredida por su expareja Juan Huaripata Rosales. El edificio donde Jesica y dos de sus cuatro hijos fueron acuchillados está apenas a 159 metros de la dependencia policial. Luego de cometer el crimen, el sujeto prendió fuego a la casa con la mujer y los menores dentro. Jesica y tres de sus hijos murieron [inicialmente una niña de 2 años sobrevivió al ataque, pero falleció dos días después en el hospital], lo que desató una indignación generalizada.
Al cierre de esta edición,dos feminicidios más se perpetraron en el país. El primero fue en Rioja, Tarapoto. María Alvarado Cruz, de 45 años, murió luego de sufrir quemaduras de segundo grado en el 90% del cuerpo. La hipótesis que maneja la policía, hasta el momento, es que su esposo, Leoncio Daza Tejada, la habría bañado en gasolina y prendido fuego mientras dormía. La fiscalía ha pedido la prisión preventiva para Daza por el feminicidio.
En Junín, Katty Gisella Ríos Alfaro fue asesinada por su pareja Eduard Ramos Chuquimantari. Él le disparó en la cabeza y luego huyó.
—En aumento—
Clorinda, Sharoom, Isabel, Jesica, Maribel y más de 100 mujeres fueron asesinadas cruelmente este año. Según el MIMP, de enero a la fecha, han sido 165 feminicidios los que se han cometido en el país [incluidos los dos últimos casos], 16 más de los que se registraron en el 2018.
La defensoría ha contabilizado 146 feminicidios y 381 tentativas de feminicidio. Mientras que la fiscalía registró, hasta noviembre, 73 casos de feminicidio y 65 posibles casos.
Actualmente, solo hay 274 sentenciados por feminicidio que cumplen condena en una cárcel del país. En el 2019, ingresaron 92 acusados por este delito y 136 por tentativas.
Para Cecilia Gonzales, fiscal superior titular de familia de Lima, pese a que la fiscalía cuenta con personal especializado y un protocolo para atender los feminicidios, aún la falta de presupuesto y logística afectan los procesos probatorios y, con ello, la rapidez de las investigaciones.
Gonzales asegura que con el nuevo registro único de víctimas y personas agresoras se podrá mejorar la atención de las denuncias por este delito.
-“El silencio también es violencia”-
Por: Lourdes Fernández Calvo
Estranguladas, acuchilladas, degolladas, asfixiadas, descuartizadas, carbonizadas. Las formas más crueles de matar han sido utilizadas por hombres que no han sido capaces de entender que sus parejas, exparejas o las madres de sus hijos no son de su propiedad, que no les pertenecen.
Estos crímenes, lamentablemente, no son nuevos. Solo en el 2009, según la fiscalía, hubo 154 feminicidios en todo el país. Desde entonces, a la fecha, el número de mujeres asesinadas no ha bajado de 100.
Y pese a que estas cifras iban en aumento, tuvo que ser asesinada Eyvi Ágreda el año pasado de la manera más brutal (rociada con gasolina y quemada) y en una de las zonas más frecuentadas de Lima, para que recién el Ejecutivo volteara la mirada hacia la violencia de género. El sufrimiento de Eyvi logró que se creara una comisión multisectorial de violencia contra la mujer, que se aumentara el presupuesto para los sectores involucrados y se modificaran normas para agilizar las denuncias. Sin embargo, poco se ha podido avanzar.
Ahora bien, cabe preguntar: ¿qué estamos haciendo nosotros para acabar con esta violencia? Esperemos que a todos nos alcance la reflexión y que entendamos que al ser indiferentes también somos parte del problema
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