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Peñico, la joya arqueológica de más de 3.800 años que prolongó la historia de Caral: ¿Cómo protegerla del tráfico de terrenos?
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A 12 kilómetros de la Ciudad Sagrada de la civilización Caral, la más antigua de América, el valle de Supe alberga otra joya arqueológica, que abrió sus puertas al mundo este sábado. Se trata del centro urbano de Peñico, que floreció entre 1800 y 1500 a.C. Este es el resultado de ocho años de investigaciones a cargo de la Zona Arqueológica Caral (ZAC), entidad adscrita al Ministerio de Cultura (Mincul) y dirigida por la doctora Ruth Shady.

Para presentar este sitio arqueológico, la ZAC organizó el último sábado el primer ‘Peñico Raymi’. En una entrevista con El Comercio, Shady declaró que esta fiesta incluirá una ceremonia de pago a la pachamama, un reconocimiento a la población local por su identificación con el patrimonio cultural y un festival artístico. “El ‘Peñico Raymi dio inicio al circuito turístico de Peñico, que también cuenta con un Centro de Información e Interpretación. En este centro, los visitantes podrán conocer la historia social y los valores culturales recuperados de Peñico a través de infografías, maquetas, dioramas y recreaciones digitales“, detalla.
Historia milenaria
Los constructores de Peñico fueron herederos de la tradición de la civilización Caral, que se desarrolló entre el 3000 y 1800 a.C. Shady explicó que la crisis de esta sociedad se debió a estragos de fenómenos climáticos, que obligaron a sus últimos habitantes a abandonar sus instalaciones.
Debido a este desplazamiento, algunos de los últimos moradores de Caral llegaron hasta Peñico, cuyo centro urbano fue construido a 600 metros sobre el nivel del mar hacia el año 1800 a. C. Se asentó sobre una terraza geológica paralela al río Supe y un gran cono de deyección, rodeado por cerros que alcanzan los mil metros de altura. Sus primeros habitantes eligieron esta ubicación estratégica con múltiples propósitos: realzar la monumentalidad de sus edificaciones, protegerse de inundaciones y deslizamientos, y promover la interacción y el intercambio.
“Peñico es la continuación de Caral y se ubica en un lugar estratégico: entre los valles de Supe y Huaura”, destaca Shady. Gracias a esta ubicación, fue un centro urbano de integración social, cultural y comercial entre la costa, sierra y selva.

“En Caral, habíamos encontrado evidencia de intercambios a larga distancia entre la costa, sierra y selva. Por ejemplo, encontramos restos de monos, guacamayos y tucanes, tradicionales de la Amazonía. En Peñico, observamos que esta influencia ocasionó cambios en la cultura y la sociedad. Lo vemos a través de estatuillas de barro de personas con indumentarias y peinados típicos de las poblaciones de la selva. Entonces, se observa que en Peñico se afianzó la influencia de la cultura simbólica de poblaciones de la selva", explica a El Comercio Marco Antonio Machacuay, subdirector de investigación y conservación de sitios arqueológicos de la ZAC.
En ese sentido, y a falta de mayores investigaciones, Machacuay indicó que el centro urbano de Peñico habría cumplido funciones ceremoniales, residenciales, comerciales y de reunión de la población. Por ello, ha sido rebautizado como ‘Ciudad de Integración del Valle de Supe’.
“Es posible que el prestigio alcanzado por la sociedad de Peñico, sumado a su función como nodo en la red de intercambio, estuviera vinculado a la extracción y circulación de la hematita. Este mineral, utilizado para elaborar un pigmento rojo, tenía una alta importancia simbólica dentro de la cosmología andina”, expresa Machacuay.
El investigador también mencionó que la sociedad de Peñico daba importancia a la agricultura. “Tenemos evidencia de pepino, camote, árboles frutales, maíz, pallar y otras plantas andinas”, relata.
El conjunto arquitectónico de Peñico
En Peñico, se han encontrado edificios públicos mayores y menores, y complejos residenciales, divididos en 18 subsectores. Entre todos ellos, destaca por sus relieves escultóricos el componente arquitectónico denominado ‘B2′, integrado al Edificio Público Mayor B1-B3, ubicado en el sector B del centro urbano.

En este edificio se aprecian notables diseños de pututus, instrumentos musicales representados en los muros de un salón cuadrangular. “El pututu es un caracol del norte del Perú que era utilizado como trompeta. Emite un sonido audible a larga distancia y tenía en las sociedades andinas funciones cruciales: convocar reuniones, anunciar eventos importantes y ser considerado como símbolo de importancia social. También era considerado una importante ofrenda ritual a las deidades, en agradecimiento a los beneficios requeridos y recibidos”, narra Machacuay.
Según las investigaciones de la ZAC, este edificio habría sido el de mayor importancia en la historia urbana de Peñico. Debido a su ubicación, monumentalidad y características arquitectónicas, se infiere que allí se realizaron las actividades administrativas e ideológicas de mayor relevancia en el centro urbano, dirigidas por sus autoridades principales y con la participación de los grupos de diversa jerarquía, congregados en las plazas públicas.

En este Edificio Público Mayor, se identificaron hallazgos significativos, como esculturas, elaboradas en barro no cocido, que representan personajes antropomorfos, figuras zoomorfas y objetos ceremoniales. También se encontraron collares confeccionados con cuentas de diversos materiales, entre ellos Spondylus, Argopecten purpuratus, Felicioliva peruviana, rodocrosita, crisocola, hueso animal y arcilla. Entre los hallazgos más destacados, también se encuentran artefactos líticos, como moledores, percutores, chancadores, yunques y batanes.
Un equipo que rescata nuestra cultura
Los trabajos de investigación y conservación en Peñico empezaron a fines del 2017. Como todo trabajo del equipo de la ZAC, grupo formado en su 80% por habitantes locales, las labores consistieron en investigar, excavar y explorar el sitio arqueológico de manera sistemática para dar cuenta de su valor e importancia a través de investigaciones.

“Sin esta exploración y excavación, los restos arqueológicos continuarían en colinas o montículos. Desde el 2017, realizamos el reconocimiento de superficie y levantamientos topográficos. Esto ha permitido identificar las construcciones de Peñico y encontrar diferentes restos de las actividades que allí se realizaban”, detalla Machacuay. “Un sitio arqueológico abandonado, expuesto y sin trabajar es solamente un montículo de tierra”, sostiene.
Asimismo, el investigador asegura que las investigaciones continuarán en la zona. “Haremos fechados radiocarbónicos para definir periodos de tiempo. También, nos falta excavar otras áreas comunes”, expresa.
¿Cómo proteger a Peñico del tráfico de terrenos?
Lamentablemente, la zona arqueológica de Caral sufre constantemente por las invasiones de terrenos, denunciadas por Ruth Shady, que ponen en grave riesgo este importante patrimonio arqueológico.
Familias y traficantes de tierras intentan ocupar áreas intangibles del sitio arqueológico, llegando incluso a construir viviendas y estructuras, y utilizar terrenos para actividades agrícolas.
En esa línea, Machacuay declaró sobre la protección de Peñico de las mafias de tráfico de terrenos. “No hay mejor manera de proteger cualquier sitio arqueológico con la presencia de un proyecto de puesta en valor e investigación permanente como estamos realizando. Queremos que el patrimonio arqueológico se valore, generando un movimiento económico mediante visitas turísticas. Proteger a Peñico no solo es tarea de la ZAC y los pobladores de la zona; es tarea de todos los peruanos”, afirmó.
¿Cómo llegar a Peñico?
El sitio arqueológico de Peñico se encuentra aproximadamente a cuatro horas y media de viaje desde Lima.
La ruta para llegar es similar a la que se sigue para visitar la Ciudad Sagrada de Caral: Los visitantes deberán ingresar por el desvío al valle de Supe (vía Caral–Ámbar), ubicado a la altura del kilómetro 184 de la Panamericana Norte. Desde este ingreso, se recorren 34 kilómetros hasta llegar a Peñico.
El horario de atención al público es de lunes a domingo, incluyendo días feriados, desde las 9:00 a.m. hasta las 4:00 p.m.
Una opción especial para visitar el sitio es ir desde Lima mediante el servicio ‘Viajes Culturales’ de la Zona Arqueológica Caral. Para obtener más información y reservas, los interesados pueden comunicarse al número telefónico 955 881 340.











