Hernando de Soto, candidato presidencial del partido Avanza País, está a la expectativa de un pase al balotaje, luego del flash de los comicios generales de este domingo. Según el sondeo a boca de urna de América-Ipsos, el economista de 79 años obtuvo un 11.9% y se encuentra en un empate de segundo lugar con Keiko Fujimori (Fuerza Popular), a quien había respaldado en sus campañas de 2011 y 2016. Ambos son solo superados por Pedro Castillo (Perú Libre). Queda pendiente el cómputo de la ONPE.
“Cualquiera sea el resultado, es un resultado que nosotros, mi partido, vamos a respetar y esperamos que sea el correcto”, había declarado De Soto la mañana electoral al salir de su local de votación en Surco. Hace solo un par de meses, el candidato apenas se asomaba en las encuestas. Al inicio, era poco ubicable entre el espectro de políticos experimentados que aspiraban a Palacio de Gobierno. Sin embargo, semanas antes del 11 de abril, las tendencias empezaron a favorecerlo. Aquí recordamos su recorrido hacia estas ajustadas elecciones y analizamos su sostenido repunte.
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Un inicio sin brillo, pero con remontada
“Yo soy Hernando de Soto. Soy, eventualmente, candidato a la presidencia del Perú por el partido… por el partido… Avanza… Avanza País”. El 22 de octubre de 2020, el economista Hernando de Soto anunciaba así ante la prensa su precandidatura a Palacio de Gobierno. Tuvo que voltear la mirada hacia las gigantografías para recordar el nombre de la agrupación política a la que, un mes antes, se había afiliado.
Luego, entre diciembre y enero, llegaron las tachas: una contra su fórmula presidencial por supuesta contravención a las normas de democracia interna y dos por imprecisiones de información sobre sus estudios en Ginebra (Suiza) y en la PUCP. Superados los procesos con apelaciones ante el JNE, el candidato guardó varios días de reserva. Según señaló después, en entrevista con El Comercio, había utilizado ese tiempo para concentrarse en la redacción de su plan de gobierno.
Dicho plan, por cierto, terminó con tres versiones: la más corta, de una página, presentada para la inscripción, otra ampliada a 17 páginas en el sistema Declara, y una que el propio De Soto afinó en un formato de artículo de revista. “Bueno, la idea de este formato es tener algo que alguien va a leer. Si yo presento un mamotreto -y yo he escrito planes de gobierno para varios países y para dos gobiernos peruanos- nadie los lee. Entonces, el objetivo es, efectivamente, tener algo que logra que, por lo menos, alguien lo comience a leer”, dijo a este Diario en un diálogo del 11 de febrero.
Entre diciembre de 2020 y febrero de 2021, De Soto apenas figuraba con un 3% a 5% de intención de voto, según las encuestas de El Comercio-Ipsos.
La campaña de De Soto no tuvo tanto movimiento hasta bien entrado marzo. Cinco semanas antes de la elección, inició una gira maratónica por distintas regiones del país. Piura, La Libertad, Lambayeque, Puno, San Martín, Junín, Cusco, Ica y su natal Arequipa fueron algunos de sus destinos. De hecho, visitó dos veces Puno, bastión de candidatos como el puneño Yonhy Lescano, a quien retó públicamente a un debate desde el centro poblado La Rinconada el 14 de marzo. Lescano no le respondería.
Para entonces, De Soto se encontraba en un no muy expectante séptimo lugar, según los resultados del estudio El Comercio-Ipsos. En ese primer simulacro nacional de voto, publicado el mismo 14 de marzo, el candidato de Avanza País obtuvo el 5.9% de votos válidos. Estaba por debajo de Yonhy Lescano (Acción Popular); George Forsyth (Victoria Nacional); Rafael López Aliaga (Renovación Popular); Keiko Fujimori (Fuerza Popular); Verónika Mendoza (Juntos por el Perú); y Daniel Urresti (Podemos Perú). Los días siguientes, la tendencia variaría muy rápido a su favor.
Contradicciones y rectificaciones continuas
En contraste a su por entonces modesto lugar en las encuestas, Hernando de Soto no dejaba de hacer noticia. El 5 de marzo, el economista se apareció en el plantón que había organizado el candidato López Aliaga frente al JNE por su proceso de exclusión. Allí, en pleno mitin celeste, dirigió unas palabras de apoyo al líder de Renovación Popular y lo abrazó ante cámaras. Horas después, el JNE anunciaría que López Aliaga se mantendría en carrera.
En entrevista con El Comercio, De Soto reconoció que, si bien su gesto fue de solidaridad, sí había un interés oculto: “Fue algo que nació de uno, que es una mezcla de sentimientos, de sentir que el momento es justo, pero que puede, efectivamente, reflejar un cálculo inconsciente. Claro. Espero haber ganado algo. Claro. Claro que sí. Es decir, si no lo pensé, en algún lugar, a nivel inconsciente, estaba allí la idea de no perder por esto”, contó. En ese momento, su rival estaba entre los tres favoritos de los sondeos.
Para politólogos consultados en su momento por este Diario, De Soto cometió un error en esa presentación, pues parecía un endose a López Aliaga; una imagen que, efectivamente, el candidato buscó revertir con críticas abiertas al contendor.
Luego, el 24 de marzo, vendría la revelación de su vacuna en Estados Unidos. Discretamente, De Soto había viajado al país norteamericano pocos días después de declarar que no tenía interés en ofertas de inmunizarse porque “no le gustan los privilegios”. Tras retornar de su segunda dosis en Texas y dirigirse a Cusco para retomar su campaña, el economista finalmente confirmó la razón de esos dos viajes cortos. El hecho le significó algunos cuestionamientos directos hasta los días previos a la elección; especialmente, por parte de las candidatas Keiko Fujimori y Verónika Mendoza.
Para el debate presidencial del 30 de marzo, organizado por el JNE, De Soto volvió a deslucirse, con frases autorreferenciales e imprecisiones que incluso le dieron material al candidato y expresidente Ollanta Humala (Partido Nacionalista) para atribuirle un “complejo de Adán”. A la salida de la polémica, el candidato de Avanza País dijo a la prensa: “Tenía un minuto para decir cosas y estoy en campaña electoral. Siempre me critican de eso, de vanidad, pero creo que tiene que ver con el ‘estilacho’ y porque soy arequipeño”.
El 4 de abril, De Soto fue nuevamente víctima de sus propias frases. Esta vez, sobre la gestión de su eventual gobierno para inmunizar a la población contra el COVID-19. “Yo no voy a dar las vacunas. Los sectores privados, comunitarios y las ONG van a competir el uno con el otro para dar las mejores vacunas, tal como lo requiere la gente. Si es necesario, nosotros les vamos a dar un subsidio, pero no vamos a poner a un Estado, que no sabe organizar su vida comercial, a distribuir vacunas. La dejo a la economía social de mercado”, dijo en una entrevista con Jaime Bayly. Después del revuelo causado, rectificó y aclaró que el Estado continuaría con la vacunación gratuita. Otros candidatos ya lo habían criticado por lo antes dicho.
El mismo 4 de abril, un nuevo simulacro de votación de El Comercio-Ipsos arrojaba un crecimiento notable: De Soto se ubicaba segundo, con 13.9% de votos válidos y solo por debajo de Yonhy Lescano. Su inicial contendor, Rafael López Aliaga, había bajado a un sexto puesto, con 8.2% de votos válidos.
¿Qué permitió el despegue de De Soto a pocos días de la elección?
En diálogo con El Comercio, el analista político José Carlos Requena señaló como posibilidad del crecimiento de De Soto la migración de simpatizantes que antes había capitalizado López Aliaga. Esto, por la evolución negativa del candidato de Renovación Popular, quien ya había empezado a sonar cada vez más agresivo ante los medios, no se había presentado al debate de América TV y Canal N, y había debilitado su imagen en la polémica del JNE el 31 de marzo con la lectura de papeles durante toda su intervención.
“Uno de los motores de los procesos políticos es el miedo. Entonces, si los votantes ven a alguien queriendo defender al mercado, al capítulo económico de la Constitución del 93, la promoción de la inversión en general, y solo por esa razón estaban dispuestos a elegir a López Aliaga, pero luego ven a López Aliaga haciendo o diciendo cosas que no resultan cómodas, pues mucha gente simplemente migra a otro candidato. En este caso, por tratarse de la derecha, optan por Hernando de Soto o inclusive Keiko Fujimori. Pero, entre esos dos, De Soto tiene menos pasivos”, explicó Requena.
Para la politóloga María Paula Távara, es claro que López Aliaga perdió electores con De Soto. Añade que no todos los votantes de ambos están necesariamente ideologizados, por lo que la migración se da casi naturalmente cuando se perciben las debilidades de uno.
“Creo que De Soto recibió parte del voto de López Aliaga, precisamente, cuando este empieza a caer como imagen política y se le empieza a notar no muy solvente para expresarse. La capacidad de liderazgo de López Aliaga estaba quedando en duda luego de todas sus acciones, y considero que eso puede explicar la subida de De Soto. Pero, además, creo que el voto de De Soto no es necesariamente un voto ideológico, sino en gran parte pragmático. Creo que con el contexto que tenemos, de crisis por la pandemia, la tendencia de muchos electores es pensar en alguien que gerencie. No necesariamente se está pensando en un buen político, sino en alguien que posiblemente logre administrar frente a una emergencia”, señaló Távara.
Por su parte, el analista político Gonzalo Banda considera que De Soto -al equivocarse tanto en el tramo de la campaña y evidenciar su propia inexperiencia política- tuvo un crecimiento, hasta cierto punto, inexplicable. Sin embargo, también coincide en que este fue aumentando no por mérito propio, sino por los errores -aparentemente, menos perdonables- de otros candidatos.
“Yo me convencí de que en el crecimiento de De Soto no hubo mucha racionalidad política. Después del debate, pensé que no subiría mucho, pero los traspiés de su intervención pasaron casi desapercibidos. Parecía que su votante era capaz de perdonarle sus estridencias. Los otros errores -de contradicciones, de datos inclusive falsos, de su vanidad y, en general, de sus decisiones durante la campaña- también fueron perdonados. Yo considero que De Soto creció más por el demérito de otros candidatos que por sus méritos propios. En una evaluación muy objetiva, no demostró ser un buen candidato. Por todos lados hacía agua”, indicó Banda.
José Carlos Requena también plantea la posibilidad de que De Soto haya capturado el voto joven mejor que López Aliaga y que, de alguna manera, se presente como un caso parecido a Pedro Pablo Kuczynski en el 2016.
“Agarrar notoriedad también influye en los votantes más jóvenes. Se escucha que lo mencionan más. Puede haberse dado una cosa como la de PPK-o inclusive la de Alfredo Barnechea- en el 2016, en que los jóvenes buscaban algún referente que sea más persuasivo que todo lo que se veía en la oferta. Y, en estas elecciones, De Soto puede haber sido percibido por este sector juvenil como alguien mucho más persuasivo que la mayoría de candidatos”, dijo Requena.
María Paula Távara también se refirió a esa posible comparación de perfiles con PPK: “Creo que los perfiles empresariales o económicos, en este contexto de crisis, nuevamente, empiezan a cobrar fuerza. Incluso entre votantes más jóvenes o más desafectos de la política, se vuelve sobre esta carta del 2016, de un PPK que tenía la experiencia de economista, además del antivoto al fujimorismo a su favor”.
Cabe recordar que, en el estudio de El Comercio-Ipsos publicado el 14 de marzo, se evidenció que De Soto tenía mayor respaldo que cualquier otro candidato por parte de los sectores socioeconómicos altos: los niveles A (22%) y B (26%). También tenía ventaja en la intención del voto limeño (15%) y entre los electores de 18 a 25 años (16%).
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