La frustrada captura del exministro Juan Silva y la evasión de responsabilidades por parte de las entidades encargadas es otra muestra de la severa crisis en que se encuentra el sector Interior y, por extensión, la Policía Nacional.
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—¿Juan Silva es un prófugo experto, la policía está siendo muy torpe en su búsqueda, o hay alguien que quiere protegerlo a toda costa de una captura?
Inicialmente no hubo decisión de encontrarlo, porque hubo negligencia o hubo complicidad, es la pregunta del millón. Por lo menos hubo mucha negligencia. Pero ahora la policía se está jugando el prestigio, y el ministro se está jugando el pellejo. Ahora parece que sí están buscando a Silva, se le está poniendo más fuerza a la búsqueda, me lo ha comentado alguna gente en el interior de la institución. El domingo, cuando casi lo atrapan, fue por un informante. El sistema de recompensa es muy efectivo, pero si es que lo quieren capturar. Yo pondría una recompensa de S/100.000, de frente.
—¿Negligencia o complicidad de quiénes? ¿Este es un tema puramente policial o alcanza al ministro?
Yo conozco a Dimitri Senmache, me parece una buena persona; lo que no entiendo es por qué acepta este cargo en este gobierno y en este momento. Quiero pensar que es la fascinación del fajín –como decía Juan Carlos Tafur, “la circulina es más adictiva que la heroína”–, o que ingenuamente pensó que podía hacer algo desde adentro. Pero mira cómo está quedando.
—En sus primeras apariciones públicas como ministro, Senmache repitió que él no estaba allí para encubrir a sobrinos o exasesores.
Pero hay ingenuidad, porque tuvo que haber medido qué cosas iba a poder hacer. Él pensó que cambiando al comandante general iba a ser él el que mandaba. Estaba mostrando músculo a la policía, pero está pésimo, son cuatro comandantes generales de la Policía Nacional en 10 meses, es una vergüenza, una desinstitucionalización, y Senmache ha colaborado en eso. Ahora ha cambiado a 20 generales de sus posiciones, sin saber si mañana a va a seguir en el puesto. Perdió la chaveta, perdió el sentido. Por eso digo: me parece una buena persona, pero su gestión, por ingenuidad o por la seducción del poder, no va a durar mucho. Nunca debió aceptar el cargo, porque nadie que se preste de tener una carrera digna le va a aceptar un cargo a este gobierno. Si ya se sabe cómo funciona, si ya sabemos quién es el presidente y qué gobierno tenemos, y sabiéndolo acepta el cargo, ya pues...
—Entonces, ¿sí hay un grado de responsabilidad política del ministro?
Cada persona que acepta un cargo asume una responsabilidad política. Pero la responsabilidad operativa es de la policía. Por eso deben andar de la mano, porque todo lo que haga uno afecta al otro, más que en cualquier otro ministerio.
—Hace poco, en una entrevista, usted dijo que los ministros del Interior en el Perú no caen por lo que hacen, sino por lo que dicen.
Daniel Urresti era muy popular como ministro, pero era bocón. Y él cayó porque le dieron mal un dato de una intervención en Pichanaki, le dijeron que nadie había disparado, pero resultó que un policía había disparado la cacerina entera, y luego aparecieron heridos por balas de la policía. A lo que voy es que si las acciones las sabes explicar, puedes salvarte.
—Pero si Senmache cae, no va a ser por lo que haya dicho, sino por aquello que no ha hecho. ¿O los sobrimos del presidente, Pacheco y ahora Silva están protegidos por gente con poder?
En el caso de los sobrinos, sí creo que tienen redes que los protegen. En el caso de Pacheco, como decía Alberto Vergara, no estamos hablando de organizaciones criminales –por más que legalmente la teoría fiscal lo diga–, ni ante grandes mafias, estamos ante la Banda del Choclito. Una persona que recibe una coima y esconde US$20.000 en un baño, sabiendo que pronto irá la fiscalía, es un choro monse, es el que roba y no sabe qué hacer con el dinero, ni tiene una coartada, una ‘barreta’, como dice la jerga de los penales. Otros hacen cocteles, pitufeo, algo más organizado. Desde que entró Silva al ministerio, yo pensaba: “¿Él no sabe que va a terminar preso, no ve televisión, no sabe que mañana dejará de ser ministro y tiene que someterse a la justicia?”.
—Por eso usted ha calculado que en poco tiempo veremos a varios funcionarios de este gobierno en un penal.
Y al mismo presidente, con sus sobrinos. Cuando cae el fujimorismo había unos 300 investigados, y más de 100 llegaron a los penales. Estuvieron en Lurigancho, en Castro Castro, el de San Jorge estaba lleno de ellos. Muchos han muerto en la cárcel, y algunos generales antes victoriosos estaban enfermos, viejos y en cárcel. La película ya la vimos, pero nadie se imaginó que sería tan inmediato. Si el primer Alan García destrozó al Perú en cinco años, Castillo solo ha necesitado 10 meses. El primer Castillo era el que tenía beneficio de la duda, lo peor que podía pasar era que no hiciera nada; el segundo Castillo fue el que vive una realidad paralela; y hay un tercer Castillo que, según la teoría fiscal, integra una organización criminal. Pasamos de la ineptocracia a la cleptocracia en menos de un año.
—¿Y la policía en qué está fallando? Porque esta fuga no es un tema aislado.
Tienes cuatro comandantes generales de la policía en 10 meses, y cinco ministros. En la policía, como institución, uno puede respirar el ambiente, y ahora está totalmente desmoralizada. No quieren arriesgar nada por nadie, se preguntan por qué, para qué. Ojo, los buenos generales, que los hay, están trabajando bien. Pero en instituciones como estas se necesitan líderes a quienes seguir, a quienes imitar, una línea de carrera, y aquí no hay. A escala política, las cabezas no quieren quemarse, entonces tienes 14 muertos en Arequipa, te bloquean Cuajone. Si un comisario no ve respaldo arriba, ¿qué hace? Nada.
—¿Es normal que un nuevo ministro cambie a los altos mandos de la policía para colocar a otros de su confianza?
Quiero pensar bien de Senmache, y suponer que es por poca capacidad. Los cambios se hacen a fin de año, no puedes jugar con la gente y la institución. Un general tiene por lo menos 35 años de carrera, se debe tener coherencia institucional.
—La última vez que lo entrevistamos, en enero, el entonces ministro Avelino Guillén estaba abiertamente enfrentado a la insubordinación del general Javier Gallardo. Usted comentó: “Hay un desincentivo, se le baja la moral al efectivo policial”. ¿Ahora es peor?
El mayor intangible que tienen las personas es la credibilidad, que se gana con base en la confianza. Es igual que en el mundo empresarial: si al frente tienes gente sin credibilidad, no vas a invertir, no te arriesgas. En una inestabilidad como esta, como dicen en la cárcel, te ‘sombreas’, no sacas la cabeza hasta que venga un mejor momento. La mayoría de oficiales están ‘sombreados’ por culpa de los superiores.
—Y al mismo tiempo se persiste en el error. Mientras el ministro Senmache declaraba en el Congreso la noche del jueves, en “El Peruano” se imprimía el decreto que amplía el estado de emergencia. ¿Ha notado más patrullaje, más iniciativa policial, algún cambio siquiera?
Nosotros en el Callao dictamos estado de emergencia en el 2015, y llevamos como a 1.000 efectivos de Lima, no llamamos a las Fuerzas Armadas, y las muertes violentas se redujeron en ese lapso, la gente pedía que lo mantuviéramos. Un estado de emergencia no se aplica para luego recién decidir qué hacer; primero se planifica y luego de dicta estado de emergencia, con todo un plan de investigación criminal. No veo resultados ni interés.
—¿Se ha podido aplicar alguna mínima reforma en el sector en estos meses?
Un Gobierno tiene que manejarse por políticas públicas, y aquí no las hay, no hay estrategia. En seguridad comenzaron diciendo que habría rondas campesinas en la ciudad, pero eso no tiene ningún sentido. Luego se habló de prohibir las motos con dos ocupantes, de la castración química para violadores. No son medidas nuevas, y son bluf. Y ahora otra vez hablan de los comités de autodefensa, aunque la propuesta viene desde el Congreso. Esta vez me parece más peligroso porque proponen que el Estado les dé armas, pero no hay proporcionalidad. No va a prosperar, la policía tiene el monopolio de la fuerzas. Luego vendrán otras ideas, con Castillo siempre podemos estar peor.
—¿Es el peor momento de la Policía Nacional? ¿Se puede recuperar el paso?
Con esta debacle va a ser muy difícil, y además tenemos a una delincuencia que se ha desarrollado más. Los generales de mi época hablaban de los policías de antes, sobre todo de la Guardia Civil, de la mística. Ahora, recuperar a la policía va a ser un trabajo de años, pero tendrá que hacerse, no hay alternativa, la seguridad ciudadana es fundamental para el desarrollo del país.
—En medio de todo esto, se está discutiendo sobre el rol que cumplió la policía en las marchas de noviembre del 2020. ¿No se están evadiendo responsabilidades? Primero tengo que preguntarle si leyó el informe de Alejandro Cavero.
No es solo Cavero, también están Jorge Montoya, Martha Moyano. Dicho sea de paso: si tenemos a Castillo aún de presidente, es gracias al Congreso. Sobre ese tema de las protestas, hay una responsabilidad política, pero yo dudo que alguien haya dado una orden específica. Sí hay un responsable en la policía, porque se tiene que haber revisado al personal, ya se ha visto antes ese problema de que ponen perdigones de plomo en las escopetas, cuando eso está prohibido. Hay responsabilidades individuales, pero cuando juntas muchas individualidades, ya no lo es, sino de un grupo. Ese día, en ese grupo de policías de ese lugar específico, allí se tiene que investigar. Me da pena, porque unos meses antes el país aplaudía desde sus balcones a los policías, y más de 500 murieron por la pandemia. Pero por ese episodio todo se revirtió.
“Montesinos es embaucador, estafador”
—Montesinos acaba de regresar a la Base Naval por un hábeas corpus. Todos los presos quieren salir de allí, pero él quiere volver. Justo hace un año se descubrió que llamaba por teléfono a quien quería.
Podía hablar con quien le daba la gana. Hay 50 investigados en la Marina, y eso no sé en qué quedó. Algunos marinos deben haber pensado: estamos en guerra, y cualquier cosa vale.
—¿La ‘guerra’ para esos marinos era el riesgo de que Keiko Fujimori volviera a perder las elecciones?
Así es, por el temor al desastre de un gobierno de Castillo, cosa que está sucediendo. El tema es que las guerras se ganan limpiamente. Yo he hablado varias veces con Montesinos, y a mí reveló una inteligencia astuta pero mediocre. Si no, no estaría donde está. Es embaucador, estafador, te come el coco. Y él vendió la idea de que podía solucionar el problema.
—Usted mismo, cuando era jefe del INPE, pasaba varios controles antes de llegar a su celda. Si tenía celulares es porque se los dieron allí adentro, es obvio.
La guardia de los marinos va cambiando cada mes, precisamente para que no haya vinculación, entonces esto de que pueda llamar desde varios teléfonos por varios días es un tema de mandos medios o mandos altos, no de la custodia. El Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval que yo conocí no era este, y los marinos que conocí no eran estos de ahora. Al final lo sacaron de la Base Naval porque resultó que no era el lugar más seguro.
—¿Dónde debería estar un preso como Montesinos?
Cuando estaba en el INPE diseñamos lo que se llamaba el pabellón de extrema seguridad, entre Ancón I y Ancón II, solo para 24 internos de ese perfil. Todo país tiene que tener un pabellón expresamente para presos peligrosos. Incluso lo conversamos con los marinos, estaban de acuerdo. Los primeros que iban a ocuparlo iban a ser los que están en la Base Naval. Dejamos los proyectos, los planos, todo, pero han pasado 10 años y aún no se ha construido.