Una campaña con 24 candidatos presidenciales, además con voto preferencial para las listas al Congreso, sería unas elecciones altamente caóticas. (Foto: GEC)
Una campaña con 24 candidatos presidenciales, además con voto preferencial para las listas al Congreso, sería unas elecciones altamente caóticas. (Foto: GEC)
Martín  Tanaka

Continúo con algunas ideas presentadas la semana pasada. ¿Cómo adecuar las al contexto de emergencia sanitaria?

Las elecciones implican movilizar a casi 25 millones de personas, ciertamente son una preocupación desde el punto de visto sanitario. En teoría, debería haber elecciones primarias hacia noviembre de este año, y deberían haber sido convocadas ya por el ; resulta evidente que no existen condiciones para que estas elecciones se realicen. Las primarias tenían dos grandes propósitos: contar con un mecanismo democrático de selección de candidatos (evitar una selección arbitraria y altamente vulnerable al oportunismo y la corrupción), y establecer una barrera que impidiera llegar a las elecciones generales con 24 candidatos.

Imagínense una campaña con 24 candidatos presidenciales, además con voto preferencial para las listas al , en la que la posibilidad de hacer actividades proselitistas estarán severamente limitadas, sin posibilidad de contratar publicidad en medios masivos. Una elección altamente caótica.

Si por esta vez renunciamos a las elecciones primarias, el papel que tenían debería ser cubierto por las elecciones internas de los partidos, previstas en principio para el mes de julio o agosto. Para esas elecciones, los partidos ya inscritos deberían ya haber registrado un padrón de por lo menos 24.800 afiliados, y 66 comités distribuidos en todo el territorio; y hacia julio, deberían haber cumplido también con esos requisitos los partidos nuevos que aspiran a participar en el 2021.

Es claro a mi juicio que si no queremos que las elecciones internas sean puramente formales, y que se termine excluyendo a los partidos nuevos, se hace necesario, primero, mover la fecha de las elecciones internas hacia finales de año o, de ser posible, hasta inicios del próximo. Segundo, dar más tiempo y flexibilizar la adecuación de los partidos registrados y el proceso de inscripción de los nuevos. Para empezar, la acreditación de afiliados y de comités debería poder seguir procesos virtuales, no presenciales. Incluso podría reducirse el número de afiliados o comités requeridos para facilitar la participación. Pero la contraparte debe ser que el padrón de afiliados debe ser validado y hecho público por Reniec, y debe ser la base para la realización de elecciones internas bajo el principio de “un militante un voto”, y a través del voto electrónico no presencial, organizado por la ONPE.

Al mismo tiempo, debería haber un mínimo de participación para que la elección sea válida y el partido pueda seguir en carrera. Al final, la lista de candidatos debería tener efectos vinculantes, se debe respetar el principio de paridad y alternancia de género; y deberíamos también llegar a la eliminación del voto preferencial. El paso siguiente debería ser terminar la reforma del financiamiento político, para ampliar la franja electoral, que cubra la necesidad de comunicación durante una campaña que será atípica.

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