Pocos saben que Augusto Sánchez, motor del éxito del restaurante Mi Barrunto, trabajó como mano derecha de la gran historiadora María Rostworowski. El victoriano se graduó con honores en Bibliotecología, solo por demostrarle a su madre que podía darle el regalo de ver a su hijo convertido en un profesional egresado de San Marcos.
Tuvo que hacer malabares para llevar adelante su emprendimiento cebichero –en el departamento de su madre divorciada– y a la vez estudiar, sin el apoyo de un padre.
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Cuando sus profesores se enteraron de que el joven emprendedor madrugaba para cocinar camotes y dejar todo listo en el restaurante, antes de tomar un bus para llegar a tiempo a las clases matutinas de la universidad, lo eligieron para dar el discurso de graduación.
No pudo haber un discurso más emotivo, con su madre presente en silla de ruedas y ya grave por el cáncer.
Doña María Aranda falleció el 11 de septiembre del 2004, el mismo día que Augusto y sus dos hermanos, Luis y Jonathan, inauguraban el restaurante. De hecho, es la cebichería más grande del país y referente de cualquier turista que quiera llevarse a la boca un gran trozo de peruanidad.
Cuando María Rostworowski se enteró de que su mano derecha vendía cebiches, lo primero que le dijo fue: “¿Y a mí cuándo me invitas uno?”. Augusto se ríe de una vida llena de anécdotas y (hay que decirlo) una destreza sin igual para haber convertido su local en un monstruo gastronómico que a nadie deja indiferente. Porque Mi Barrunto te puede encantar o te puede escandalizar, pero nadie niega un éxito que lleva como sazonadores el fútbol y el barrio.
En el Día de la Madre, por ejemplo, todos los pisos de esta cebichería vecina al estadio de Matute quedan abarrotados y se forma una cola de gente esperando la misericordia de una mesa libre.
Y todo empezó desde que a su hermano Lucho se le ocurrió vender leche de tigre a los jugadores e hinchas de Alianza Lima, en la puerta de su casa. Primero atendían en la calle y luego compraron la fábrica de vidrios, frente a su edificio. Desde entonces, nadie los paró.
Esa ligazón primaria con el deporte rey ha hecho que todos los grandes futbolistas peruanos hayan dejado su firma y fotos en las paredes de Mi Barrunto. Para ellos hay zona VIP en el quinto piso y hasta platos que llevan sus nombres. La enorme Gareca Suprema, con corvina gigante y mariscos, cuesta hasta 180 soles. Pero también hay platos más económicos, como el Cebiche Cuevita, el Pulpo Gallese, los Fetuccinis Lapadula y otros que abren el apetito de la curiosidad.
En el segundo concierto que ofreció Daddy Yankee en la capital, el artista puertorriqueño habló sobre su amor por nuestra gastronomía: “De verdad que siempre me llevo un bonito recuerdo de ustedes, la gran comida que tienen es otro nivel, ustedes lo saben. Gracias porque venimos todos aquí y todo el mundo decimos que increíble la gente de aquí, son chefs por naturaleza, otro nivel”, señaló el cantante.
Y no olvidó mencionar a Mi Barrunto: “Muchas gracias a mi gente de Mi Barrunto que siempre nos tratan tan bonito, muchas gracias a mi gente del barrio del Callao”, expresó el artista, antes de reanudar su concierto.
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- Mi Barrunto atiende de lunes a viernes de 10 a. m. a 5 p. m. en el Jirón Sebastián Barranca 935, La Victoria.
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