Pierina Denegri Davies

Si algo tiene que ofrecer Argentina, además de una selección de fútbol campeona mundial, son las carnes de primera calidad, usualmente preparadas a la parrilla. Por eso, no es sorpresa que el mejor restaurante de ese país, según The World’s 50 Best Restaurants 2023, y el , de acuerdo a los 50 Best Latam 2024, sea Don Julio, un espacio que celebra las carnes en todo su esplendor. Provecho visitó su conocido local ubicado en Palermo Viejo y aquí te contamos todo sobre la experiencia.

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No hace falta ni ver el nombre del local para saber que se está acercando a Don Julio. Ese que supo conquistar a todo el mundo, incluso a Messi, quien visitó el restaurante la misma semana que nosotros causando conmoción en el barrio. Un olorcito a carne a la parilla embriaga a todo aquel que se acerca y un grupo considerable de comensales que esperan su reserva se reúnen afuera del aparentemente pequeño pero acogedor lugar.

La historia de este restaurante se remonta a 1999, cuando Pablo Rivero decidió abrirlo, teniendo poco más de 20 años de edad. Con el paso del tiempo, se forjó como un respetado sommelier y ahora es uno de los restauranteros de más alto perfil de la ciudad.

En estos tiempos, conseguir una reserva para Don Julio puede resultar toda una travesía. Nosotros, que no queríamos perdernos la oportunidad, recomendamos hacerlo con meses de anticipación -ni bien se tengan los pasajes a Buenos Aires-. La capital de Argentina es realmente nocturna y no nos esperábamos la gran cantidad de gente que se reunía afuera de Don Julio y que estaba dispuesta a esperar una hora para entrar, siendo las 10:30 p.m.

¿El secreto? El equipo de servicio del restaurante reparte copas de vino espumante delicioso y pequeñas empanaditas argentinas como un bocado que lo invita a uno a quedarse y estar contento. Cero quejas con ese nivel de atención y cuidado.

Al entrar se ve la perfecta combinación entre equipos de primera calidad en una cocina pulcra, y una decoración bastante tradicional donde se exhiben botellas de vino, la luz es tenue para generar una atmósfera de intimidad y todo se corona con una hermosa y larga barra donde se ve cómo el equipo de cocina, dirigido por Guido Tassi, trabaja los imponentes e intimidantes cortes de carne y, por ser temporada, se exhiben unos suculentos zapallos que también se ofrecen en la carta.

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En Don Julio la tienen clara: para ser los mejores hay que ofrecer lo mejor y eso lo proponen usando carne de res de ganado Aberdeen Angus y Hereford criado de forma tradicional, alimentado con pasturas naturales de la Pampa Húmeda, en las afueras de Buenos Aires.

Según se explica en el portal de The World’s 50 Best, sus carnes se almacenan en una cámara climatizada durante al menos 21 días para alcanzar la madurez óptima: esa que permite una calidad, sabor y textura que se espera de un espacio como este.

La experiencia

Nos asignaron un asiento en el segundo nivel, bastante privilegiado para poder observar todo el movimiento del primer piso. Mozos iban y venían con distintos platos que causaban mucha curiosidad (por su tamaño, principalmente) y distintas exclamaciones de los comensales nos indicaban que ahí la comida era buena.

Como piqueo sirven un delicioso pan casero crocante por fuera y de miga suave, que va a la perfección con la salsa criolla que y el chimichurri que entregan en la mesa. También ofrecieron aceite de oliva. El toque especial es la sal gruesa, que sabemos es para sazonar la carne a nuestro gusto.

En menos de 20 minutos ya tenemos la mesa servida con nuestras bebidas, el piqueo y la sommelier de turno nos recomienda un vino que, para nuestro gusto, resultó muy ácido y no lo aprovechamos tanto.

Las entradas disponibles son bastante clásicas de un restaurante de parrilla argentina: encontramos provoleta a la parilla, un tipo de queso delicioso que derrite por dentro y queda casi casi crocante por fuera; empanadas de carne cortada al cuchillo o de zapallo con queso cuartirolo; embutidos artesanales como salchicha parillera, morcilla y chorizo; y anchuras como mollejas de corazón, riñones y chinchulines de novillo.

Apostamos por un chorizo que si bien tenía un sabor bastante agradable y diferente, tenía una textura algo seca para nuestro gusto y costumbre, solemos encontrar chorizos que combinan más la carne y la grasa.

La carta de Don Julio es mucho menos intimidante de lo que se puede pensar y bastante amigable para aquel comensal que no sabe mucho de cortes magros o con hueso, entre otras distinciones. Incluso lleva dibujos de las mismas y no tema preguntar a los mozos que están muy bien capacitados para resolver cualquier duda.

Puede encontrar desde un ojo de bife hasta un entrecot, pasando por un vacío del fino, un bife de lomo o un asado de tira. La única opción de cerdo es un churrasquito.

Optamos por un bife de chorizo ancho (de 500 gr.) y un bife de cuadril (de 650 gr.), siendo este último un corte considerado magro. Lo pedimos en termino medio y llego cocido a la perfección. La carne era jugosa, contundente, suave como ninguna y con la cantidad perfecta de grasa para que sea sabrosa. La cantidad de sal dependía de cada uno y eso fue un punto a favor que rescatamos.

Como acompañamiento decidimos no arriesgarnos ni quitarle protagonismo a la carne pidiendo una ensalada de hojas verdes fresca y cumplidora y una porción de papas fritas que estuvieron cocidas a la perfección -pero que no se comparan con las de nuestro país-.

También ofrecen zapallos a la parrilla, pimientos asados, camote y distintos tipos de ensaladas que son comunes allá (como la de rúcula o la de papa con huevo duro y perejil).

El toque dulce

Satisfechos con la contundencia de la carne y los acompañamientos no sabíamos si pedir postres, pero afortunadamente uno de los jóvenes de servicio nos ofreció la carta. Renzo, de madre peruana, nos recomendó probar los helados con la promesa de que no nos íbamos a arrepentir y hoy toca darle la razón.

Pedimos tres sabores: helado de dulce de leche, helado de crema jersey y un sorbete de temporada preparado con pera williams y un destilado de la misma fruta que estuvo espectacular. Cada uno era mejor que el anterior y ahora comprendemos la recomendación ferviente que nos hicieron. Si regresamos a Don Julio, sería por sus carnes y sus helados.

La atención a cada detalle por parte del servicio fue impecable: llenar las copas cuando las veían medio vacías, traer hielo siempre que se acababa, responder a las dudas con la mejor de las actitudes, ofrecerse a cortar la carne si es que es para compartir y demás cosas pequeñas pero significativas nos hacen entender que Don Julio está donde está también por su equipo de trabajo.

DATO:

Don Julio se encuentra en Guatemala 4691, Palermo Viejo, C.A.B.A, Argentina. Atienden de lunes a domingo, de 11:30 a.m. a 4 p.m. y de 7 p.m. a 1 a.m. Para realizar reservas puede hacerlo a través de su página web.