Aquellos tótems de horror y mando han sido reducidos a monigotes con wifi.
Aquellos tótems de horror y mando han sido reducidos a monigotes con wifi.
Jaime Bedoya

El fútbol, amado deporte que encoge corazones y ajusta calzoncillos, podría estar entrando inadvertidamente en la trampa del off side. Dos incidencias de la Copa América lo anticipan: uno, el factor Qatar: billetera mata balón. Dos, la viperina y omnisciente influencia del VAR, flamante fuente de salivación sudamericana.

Empecemos por lo primero. El país más rico del mundo quería organizar un Mundial y la decisión recaía en las ágiles manos de la FIFA: el resto era traumatología.

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El último fracturado por la lubricación económica catarí fue el francés Michel Platini. Alguna vez Balón de Oro durante tres años consecutivos, el exjugador hoy está a punto de conocer las duchas de una prisión francesa. Aprenderá a atesorar el jabón tal como antes defendía la pelota sobre la cancha.

Gracias a emprendimientos bajo la mesa como este, Qatar realizará un extraño Mundial, turbio y anticlimático. Para empezar será en diciembre. Esto para evitar el inhumano calor del desierto, 50 grados a la sombra. Pero generando la mayor huella de carbono del mundo gracias a la cantidad de aires acondicionados necesarios para dominar temperaturas en estadios. Elejalder Godos, está usted avisado: lleve esa guayabera fucsia de lino que le hubiera laciado todos los pelos a la Cicciolina.

La reunión entre el entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el actual emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, en el 2010 tenía como propósito que Michel Platini vote por Qatar como sede del Mundial 2022. (Ilustración Armando Scargglioni)
La reunión entre el entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el actual emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, en el 2010 tenía como propósito que Michel Platini vote por Qatar como sede del Mundial 2022. (Ilustración Armando Scargglioni)

Pero lo más sensible del Mundial de Qatar 2022 no serán las montañas de coimas ni el trabajo esclavista para terminar de construir estadios a tiempo bajo temperaturas infernales. Será algo que pone en jaque el ritual laico del más hermoso deporte: el fútbol sin trago. En virtud del credo musulmán, el consumo de alcohol está prohibido en los espacios públicos cataríes.

Atención. No hablamos de la borrachera descontrolada que induce al consumidor a la calidad de bulto. Sería imposible ver un partido en tal grado de intoxicación. A menos que se tratase de un encuentro donde participara Alejandro Toledo, jugadorazo amateur, defendiendo los colores de la taberna californiana Dutch Goose.

El VAR es gran protagonista de la Copa América. (Foto: AP)
El VAR es gran protagonista de la Copa América. (Foto: AP)

La segunda amenaza al deporte rey es la que representa el VAR, nuevo disparador hepático sudamericano. De acuerdo, logra que el fútbol se acerque más a principios honorables como la justicia y la transparencia. Pero a costa de alejarse de lo visceral y lo telúrico, de ese indesligable ardor que genera el amor a la camiseta. La pelota no se mancha, pero barro y pasto siempre quedan atrapados entre las costuras.

Durante siglos los de negro fueron la autoridad máxima e indiscutible. Desde esa posición podían ser intermitentemente héroes o villanos, sabios o tarados, pero siempre respaldados por la jerarquía. Nunca más serán los convocantes de centenares de almas enviándolos de regreso al entrañable calor de la matriz materna.

Aquellos tótems de horror y mando, esos gladiadores de la subjetividad tiránica y el capricho por mandato, han sido reducidos a monigotes con wifi. A peleles gobernados por una dubitación demasiado humana. El pito, de adorno.

Habrá que aprender a mentarle la madre a una cámara.

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