A sus 32 años extraña la Gamarra del bullicio y los apretujones porque sabe que esas épocas de muchedumbre ya no volverán. En casi tres meses no había pisado el asfalto del jirón que da nombre al conglomerado textil. Quizá seguía los consejos del alcalde de La Victoria, George Forsyth, de no acercarse a una zona tan llena de contagios. Pero esta vez Alejandra vino para la reapertura de la galería donde alquiló y decoró con sus propias manos su primera tienda, donde se hizo empresaria.
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¿Cómo te golpeó esta crisis?
Primero me golpeó anímicamente, porque soy una persona trabajadora y me encanta venir a Gamarra. Con ocho tiendas, lo único que no delego es venir a comprar las telas, elegirlas, cargar mis bultos; es lo que más me gusta. No me lo puede quitar nadie. Eso me afectó mucho. Y económicamente claro que nos chocó. Mi rubro era fiestas, promociones, vestidos. Ahora ha cambiado. La gente quiere estar cómoda, las fiestas se acabaron. Hemos sacado una colección ‘relajada’: “Quédate en casa”. Buzos, pijamas, mantitas, polerones sueltos. Cosas que nunca pensé confeccionar. Todo cambió y los empresarios tenemos que cambiar.
Con doce años en Gamarra prácticamente ya debes sentirte una victoriana más...
Uhhh, aquí me conozco todos los huecos existentes de La Victoria.
¿Quién tiene más ‘calle’, el alcalde Forsyth o tú?
No sé, son diferentes ‘calles’. Para mí Gamarra es mi casa. Aunque no creas, el alboroto, chocarte con la gente –que se pelea por las telas–, hacer la cola, todo es parte de algo que uno estaba acostumbrado a hacer. Antes renegaba. Pucha, tengo que ir a Gamarra. Pero ahora uno lo valora y quiere regresar a eso, a estar en el montón. Por ejemplo, cada 23 de diciembre era un loquerío acá, yo cobrando con mi canguro… Todo eso se extraña, las cosas ahora son diferentes.
¿Pasaste algún mal momento en este sitio, a veces convulso?
Sí, robos y un saqueo; yo me quedé en mi tienda cuando empezó un saqueo y cerramos, pero abrieron la tienda, tiré mi celular y se llevaron cosas.
¿Qué se necesita para sobrevivir en Gamarra?
Yo he sufrido robos, caídas, estafas y pérdidas. He perdido plata, he vuelto a ganar. Yo creo que un buen victoriano, un buen gamarrino, está acostumbrado a todo. A veces hay que ponerse como león para defender tus cosas y nunca rendirte.
¿Gamarra te ha hecho una mujer más fuerte?
Soy una mujer que ha seguido reinventándose y ahora estoy en uno de mis mejores momentos. Voy a cumplir 32 años y siento que he cumplido todas mis metas. Soy muy feminista también. Pienso que una mujer no necesita a nadie para salir adelante. Me he caído, me han pisoteado quinientas veces y eso me ha hecho más fuerte. Ahora soy una mujer de acero, no me cae ni una bala.
Ahora eres una de las caras de Gamarra. Vi en redes tu mensaje de aliento a los pequeños empresarios y tu ofrecimiento de ayudarlos a promover sus productos.
De hecho que sí, porque han visto mi trayectoria, cómo comencé desde cero. A mí nadie me regaló nada, todo lo que tengo ahora me lo gané yo sobre la base de sudor y de esfuerzo. He cargado mis telas y no es que lo cuente para una foto. La gente de aquí lo ha visto y por eso lo valora. Me pueden decir ‘chica reality’, pero creo que siempre demostré ser una mujer valiente, una mujer que a pesar de los problemas salió adelante, que estudió una carrera pagándosela ella misma.
Y eso que vienes de una familia a la que no le ha faltado nada.
Mis papás me dieron los estudios del colegio y hasta allí nomás. Yo quería estudiar en la Universidad de Lima, una universidad cara, tenía que trabajar para estudiar ahí. He sido mil oficios, he trabajado en restaurantes, de anfitriona, en Gamarra, me recurseaba. En la maletera de mi carro llevaba ropa para revender. Iba a anfitrionar y ahí vendía, iba a la universidad y vendía.
¿Los saqueadores, aquella vez, te reconocieron?
No, porque fue antes de ingresar a la televisión. Yo tenía mi negocio mucho antes de entrar a la TV.
Mario Hart te llevó a la televisión. ¿Te sentías a gusto allí?
Yo tenía claro que no era la televisión lo que yo quería. Mi objetivo era hacer caja para poder crecer y tener las tiendas en los centros comerciales. Ya tengo ocho tiendas pero estamos evaluando cerrar algunas y dedicarnos a la venta online, al e-commerce, algo que como empresaria aconsejo; invertir en eso más que en las tiendas porque la gente va a tener miedo y todo será compras por Internet, y eso está pasando en todas partes del mundo.
Durante la pandemia te diste el tiempo para elaborar y donar mascarillas.
Yo tenía mis máquinas paradas y se me ocurrió hacer una donación de mascarillas. Me comuniqué con el alcalde For-syth, sacamos mis máquinas y armamos un taller en San Cosme para comenzar a confeccionar las mascarillas. Antes no lo conocía. Ahora tenemos una buena amistad y tenemos a Gamarra en común.
Él ha manifestado que admira tu belleza y que, por qué no, podría haber algo más.
No, nada, somos solamente amigos. Creo que han especulado más de lo debido, estamos solteros los dos, somos amigos los dos, no ha pasado nada ni hay proyección de que pase nada. Simplemente hay una admiración mutua. Para mí es admirable porque lo que ha pasado aquí en Gamarra durante la pandemia no ha pasado en ningún distrito. A pesar de eso él ha estado arriesgándose a contagiarse y eso para mí es de admirar.
Te veo como una chica para quien la opción del matrimonio es algo remoto y hasta indeseable.
Casarme y ser madre era uno de mis grandes deseos. Digo era porque casarme ya ha pasado a un segundo plano para mí. Ya tuve un anillo, ya viví esos momentos, que uno creía que eran perfectos, pero ya me di cuenta de que no dan felicidad. Estoy en un tratamiento para congelar mis óvulos. Es un tratamiento largo y tedioso. Y si más adelante, a los 35, quiero ser madre y no apareció el príncipe azul, pues no me importa, porque ser madre es un sueño que no me lo va a quitar nadie. He sufrido mucho, he pasado muchas cosas en el amor, uno va perdiendo la fe, sin cerrar las puertas de mi corazón.
Forsyth está primero en las encuestas. ¿Votarías por él?
Sí, le daría mi voto de fe porque ve las cosas desde la calle. Además, tiene las ganas, la vitalidad y la juventud de querer enfrentar los problemas, cosa que no se ve mucho. //