El mejor atleta peruano de los últimos Juegos Olímpicos puede viajar de vacaciones a la playa, seguir sumando sponsors, comprarle una casa a su mamá pero hay lujos que solo él entiende. Paraísos que solo él ve. Es mediodía en Monsefú, una ciudad 763 kilómetros al norte de Lima donde ahora mismo brillan 23 grados a la sombra y donde ahora mismo, los 23.561 habitantes de la zona han escuchado rumores de una noticia extraterrestre: Ángelo Caro, quinto lugar en skateboarding de Tokio 2021, nacido en Lambayeque, paseará con su tabla en un parque de la zona. De incógnito. Uno de ellos, el señor Raúl Távara, se apoya en su muleta en la puerta de su casa, murmura algo con sus hijos pequeños y desde allí ve todo lo que ha pasado: la exhibición de Ángelo Caro, el concurso para elegir al nuevo talento adidas entre los cinco mejores skaters chiclayanos, la orquesta de cumbia que se hizo un sitio entre los 300 monsefuanos para darle la bienvenida.
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