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Arianna, la hija de Ugo y Sandra Plevisani, que dejó la Antropología y Nueva York para abrir un restaurante en Berlín
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Cuando Arianna Plevisani se traslada a su infancia, lo primero que aparece en sus memorias no es una cocina profesional o un plato sofisticado. Sus recuerdos la llevan a una mesa familiar, específicamente a los domingos por la noche, cuando sus padres —los reconocidos chefs Ugo y Sandra Plevisani— podían dejar de lado los restaurantes y toda la familia se reunía alrededor de una milanesa con arroz y papas fritas. “Ese era nuestro momento sagrado, porque el resto de la semana ellos estaban trabajando. Para nosotros, amor y comida siempre han estado profundamente conectados”, cuenta a Somos.
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De niña, Arianna encontraba refugio en leer y comer a solas en una habitación, rodeada de libros y sabores reconfortantes. Le fascinaban los tortellini, la pasta con mantequilla y parmesano, y también aquellas con abundante salsa de tomate. “Yo era súper gordita, disfrutaba mucho la comida”, recuerda entre risas. Aunque la gastronomía fue parte inseparable de su vida, no pensaba dedicarse a ella. Así, pasaron los años y eligió estudiar Antropología en Nueva York, convencida de que su camino iba por otro lado.
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El giro llegaría en Berlín, ciudad a la que se mudó con apenas 21 años. Allí, lejos de la diversidad culinaria de Nueva York, empezó a cocinar mucho más en casa. Eso provocó un cambio en ella.
SAZÓN DE HOGAR
Arianna se dio cuenta de que no solo le gustaba comer, sino cocinar, investigar sobre comida, leer sobre ella. Era su manera de sentirse en casa. Esa pasión llamó la atención de una amiga chef, quien la invitó a colaborar en eventos gastronómicos y luego en un restaurante en Islandia. Arianna aceptó, aunque en ese momento trabajaba en tecnología. “El primer día en la cocina recuerdo haber pensado: esto es lo mío. La intensidad, el trabajo manual, la energía… me calzaba perfecto”, recuerda. Desde entonces, no dejó más los fogones.

El salto más importante vino hace un año, cuando decidió abrir su propio restaurante en Berlín. El concepto partió de los ‘diners’ estadounidenses —espacios abiertos todo el día, parte de la cultura popular—, pero pronto se transformó en algo más personal. “Quería hacer mi interpretación de un ‘diner’, pero me di cuenta de que reconectar con la sazón peruana era lo que realmente me emocionaba”, revela.
Ari’s (@aris__berlin en IG) es el restaurante de Arianna Plevisani en la capital alemana, un espacio que mezcla el espíritu de los ‘diners’ estadounidenses con la sazón y la hospitalidad peruana. Aquí los sábados son de cebiche fresco y los domingos de pollo a la brasa, sin olvidar sus hamburguesas con papitas al hilo y ají amarillo. Un rincón cálido y auténtico en pleno Berlín (Glogauer 2, abierto de miércoles a domingo de 9 a.m. a 9 p.m.).

Así nació un espacio que, en apariencia, se parece a un ‘diner’, pero en esencia funciona como una sanguchería peruana con guiños americanos camuflada en la capital alemana. Allí, se sirven hamburguesas sazonadas al estilo blanquirrojo con papitas al hilo y ají amarillo (uno de los ‘best sellers’, según Plevisani), cebiche de corvina los sábados y pollo a la brasa los domingos. “Pierdo dinero con el cebiche, porque traigo el pescado fresco y hago todo desde cero, pero me da felicidad servirlo, y eso hace que valga todo”, admite la empresaria.
La acogida ha sido inmediata. Muchos clientes alemanes llegan atraídos por el formato del ‘diner’, pero regresan por el sabor. “Me dicen: nunca había probado esto, pero se siente como si lo hubiera comido toda mi vida”, cuenta Arianna. Además de la sazón, hay algo que los sorprende aún más: la hospitalidad. “En Alemania, la cultura de servicio es distinta. Nosotros tenemos otra calidez, recibimos a la gente con orgullo, les explicamos lo que servimos. Eso crea una conexión especial”, apunta emocionada Plevisani.


Esa conexión se refleja también en la dinámica del restaurante. Con una cocina abierta, los comensales pueden dialogar con los meseros y también con los cocineros. Para Arianna, esa cercanía es parte fundamental de lo que quería construir: un oasis en medio de Berlín, donde cualquiera pueda sentarse a comer algo rico, contundente y reconfortante, sin importar si llega solo, en pareja o con amigos.
Después de más de una década alejada del Perú, Arianna Plevisani ha encontrado en su restaurante una manera de volver a sus raíces. “Con los años me he dado cuenta de que lo que más me da satisfacción es cocinar con la sazón con la que crecí. Es mi forma de reconectar con mi cultura y compartirla con el mundo”, concluye, ilusionada en que también, sus compatriotas, puedan disfrutar de este guiño a su país en medio de Berlín. //
Arianna no es la única heredera de Ugo y Sandra Plevisani que reconectó con la cocina en la adultez, Maria (@simplymaricucina), hermana de en medio, profesional en Finanzas, descubrió sus dotes culinarios mientras vivía en Nueva York y hoy se dedica de lleno a la creación de contenido gastronómico en la capital, vía IG y TikTok.

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