Todo el mundo lo conoce en Huancayo, principalmente por ser el dueño de una conocida notaría que lleva su apellido. Ubicado entre la Calle Real y el jirón Lima, en pleno centro de la ciudad, el local —abierto en 1985— suele ser la oficina donde, de cuando en cuando, planea convertirse en presidente del Perú.
Aprendió bien el oficio de notario público, desde el año 1966, cuando fue conserje de una notaría en la cuadra seis de Azángaro, en el Centro de Lima. Cuatro años después —todo esto según una declaración jurada del 2005, cuando buscaba por segunda vez ser presidente— sería lavador de platos en un restaurante de San Isidro. Entre 1972 y 1978 volvió al ambiente notarial, en otros dos locales del mismo jirón Azángaro. En adelante, su carrera entre contratos jurídicos, compra—ventas y autentificación de firmas, fue cuesta arriba y en paralelo a su objetivo mayor: Palacio de Gobierno.
Ciro Gálvez Herrera había logrado inscribir su partido, Renacimiento Andino, cuando llamó a Miguel Ángel Calderón, ex decano del Colegio de Periodistas del Perú, y a otros tres hombres de prensa, para contarles sus planes y pedirles su apoyo profesional. Era la segunda mitad de la década de los 90, y Calderón —hoy en busca del decanato de periodistas por segunda vez— se dio cuenta rápidamente de que estaba no solo frente a un notario que quería ser, sin posibilidades ni capacidad, presidente, sino que “se creía aún más que eso: el último inca”. No tanto por ansias de poder sino por una suerte de mesianismo que no intentaba ocultar. “Él no buscaba un profesional que lo apoyase sino alguien que se convirtiera en su seguidor. Su personalidad no me pareció apropiada para trabajar y menos para ser su partidario. Creía saber de todo. Preferí no involucrarme”.
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Otras fuentes lo describen como un abogado “al que no se le puede dar la contra; no admite que puede estar equivocado”. Gente que ha trabajado con él recuerda su ego. “Una personalidad narcisista”, dice una ex asistente. No falta quien tenga la impresión de que Gálvez es un señor “de buenas intenciones, aunque un tanto folclórico”. Otra descripción lo coloca “no como un notario de los antiguos, vecino ilustre; él le ha sacado el jugo a su oficio de abogado”. Quizá una costumbre que todos le conocen lo pinta de cuerpo entero: en reuniones sociales o de trabajo, de pronto comienza a hablar en quechua con los interlocutores que puedan entenderlo. Los que no, han podido sentir esa actitud no solo como una falta de respeto sino como un secretismo incómodo.
TANTAS VECES CANDIDATO
Con Renacimiento Andino, Gálvez postuló dos veces a la presidencia (2001 y 2006). Este movimiento se fusionó con Siempre Unidos, del ex alcalde de Los Olivos, Felipe Castillo, y pasó a llamarse Renacimiento Unido Nacional (RUNA, que en quechua puede significar ‘hombre’, ‘varón’ o ‘humano’). Pese a ser un migrante huancavelicano con contactos y presencia en diversos círculos huancaínos, ni el nombre de Ciro Gálvez ni el de su agrupación política generan demasiado entusiasmo en la ‘Incontrastable’. También postuló dos veces al Gobierno Regional de Huancavelica (2002 y 2006), pero nunca alcanzó suficiente votación. Lo mismo el 2014, cuando quiso ser alcalde provincial de Junín con el Movimiento Regional Independiente con el Perú.
Tenacidad no le falta. Una tercera candidatura a la presidencia de la república, el 2021, lo sorprendió con COVID-19, y aún convaleciente participó de uno de los debates televisados, siempre procurando hablar en su lengua materna, el quechua, y siempre con un discurso sobre el “renacimiento” andino.
Tampoco le falta consecuencia. De hecho, la tesis que sostiene en sus dos libros de historia es más o menos la misma, con 13 años de diferencia. El primero, ‘Predicciones del renacimiento andino’ (‘Pachacutiy Unanchaykuna’, Huancayo 2005), aborda el “problema no resuelto de los países andinos”: la conquista española como raíz de los “males del Perú”. Y el segundo, ‘Teoría del renacimiento andino’ (‘Pachacutiy Yachay’, Huancayo 2018), se detiene en la “república, heredera del coloniaje” y deplora la “continuidad del tributo indígena”. Allí mismo postula la vigencia de la democracia “directa-consensual”, la propiedad colectiva de la tierra y la “inviabilidad de las ideologías occidentales”, en la línea de fortalecer “las estructuras del Tawantinsuyu”.
Algo de ese discurso reivindicativo está contenido en su producción poética y discográfica. “Durante muchos años Ciro Gálvez también se ha vendido como poeta y músico”, cuentan colegas periodistas desde Huancayo. En Youtube se le puede ver, declamando entre las montañas, composiciones de su autoría sobre el mundo andino. Junto a uno de sus hijos, el realizador cinematográfico Wari Gálvez, intentó crear una productora de cine.
El ministro tiene, además, un sello discográfico, 1238824 Records DK (está en Spotify, Amazon Music y Apple Music) con unas cuantas canciones, que van del huayno a melodías más psicodélicas, todas muy tristes, y una que otra sobre temas como la destrucción de la naturaleza e incluso la corrupción en la política.
Todo ello, de alguna manera, alimentó su plan de gobierno nacional, en el que, a lo largo de sus 33 páginas, proponía, entre otras cosas, destinar 100 mil millones de soles para las comunidades y pueblos originarios; refundar una nueva Nación con participación de los pueblos originarios: y promover la “descentralización del país bajo un sistema federativo”.
Terminada la primera vuelta electoral en abril de este año, Gálvez se acercó a Pedro Castillo quien, según él, lo designó como vocero suyo ante los pueblos originarios. “Lo apoyé motivando a los pueblos por el dominio del quechua que tengo y creo que dio resultado. Mi apoyo ha servido para que se logre votaciones tan altas en las poblaciones quechuas”, declaró el 19 de agosto en TVPerú. Esa cercanía parece haber convencido al presidente de ponerlo al frente del ministerio de Cultura, desde donde ya generó polémica con su propuesta de encargarse, también, de todo lo que concierne al sector turismo. En la práctica, desaparecer el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). “Casi el 100% de los ingresos del turismo provienen del patrimonio cultural. Es lógico que ese rubro debe ser manejado por Cultura”. Añadió que “el Ministerio de Comercio Exterior (debe unirse) con Producción, porque hay relación entre ambos sectores”.
La propuesta fue rechazada por 12 extitulares del Mincetur, quienes en un comunicado han recordado, como principal logro del sector, el aumento de las exportaciones de 7 a 55 millones en 20 años. Asimismo, los tratados de libre comercio logrados, el incremento de visitantes extranjeros (4,4 millones antes de la crisis sanitaria) y su aporte del 4 por ciento al PBI.
Unos días después, Gálvez acomodó sus declaraciones al respecto. “Puede proponerse reorganizaciones, reestructuraciones por el bien del país. Lo que va a buscarse es mejorarlo en algún modo, y si se tiene que transferir este rubro a otro, es otro tema, pero sin dañar nunca la rentabilidad del turismo”. Por ahora es una “opinión”, pero ya puso a gente a trabajar en su propuesta.
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MINISTRO CON DENUNCIAS
Esta extraña fusión que defiende Gálvez no es la única noticia que ha generado estos días. Varios medios de comunicación han podido desmentir lo que viene diciendo: que no tiene denuncias abiertas en el Ministerio Público. En realidad, como ha confirmado elfoco.pe, el ministro Gálvez registra 19 denuncias desde el año 2001. Siete de ellas están actualmente en etapa de investigación, por diversos delitos –desde estafa hasta lesiones- en cuatro regiones: Ayacucho, Lima, Junín y Pasco. Quizá lo que más llame la atención sea el delito de falsificación documentaria y usurpación. Siendo un recorrido notario, no se explica cómo en Huancayo se dice que en su notaría se dejan de ‘verificar’ correctamente firmas e identidad en testimonios y otros documentos.
Además, según el Jurado Nacional de Elecciones, fue denunciado el 2009 y el 2015 por supuestos despidos arbitrarios (tuvo que indemnizar a los afectados, en ambos casos).
Semejante expediente deja como una ‘palomillada de ventana’ un violento episodio registrado en agosto del 2001, en que el entonces candidato presidencial Ciro Gálvez Herrera extrajo un arma para asegurar a los trabajadores de un terminal de buses que no estaba borracho. La crónica fue publicada en El Comercio y en ella se cuenta cómo la policía tuvo que bajarlo del ómnibus con el que quería llegar a Huancayo, mientras le quitaban su revólver Smith&Wesson calibre 38, de serie AMZ 6700. “Yo soy notario de prestigio, yo voy a ser presidente, quiénes se han creído, ustedes, servidores del imperialismo”, gritaba dando varios tiros al aire. “Aquí se hace lo que yo digo, porque yo soy yo y punto, carajo. Nadie está borracho”. Pasó la noche en la delegación policial de La Victoria, donde no hubo ni rastro del sensible abogado y poeta que se viste como campesino para cantar.
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