
Fueron las noticias que leía sobre lo que sucedía en Milán y Nueva York, tras el paso del nuevo coronavirus por esas ciudades en febrero pasado, lo que puso en alerta al doctor en Economía y profesor de la Universidad de California Kristian López Vargas (Cusco, 1978). Ese ‘tsunami’ devastador iba a llegar a América Latina, al Perú, y no podía quedarse sin hacer algo. Entonces dictaba clases de microeconomía y dirigía talleres de economía experimental, actividades que dejó para regresar a Lima a poner manos a la obra, y también a cuidar a sus padres. Aquí contactó a todos los colegas con los que había trabajado en diversas entidades estatales antes de partir con una beca Fulbright a estudiar a los Estados Unidos. Decepcionante fue la sorpresa que se llevó, cuenta, cuando uno a uno comenzaron a informarle de que el Gobierno no tenía claro cómo iba a enfrentar la pandemia. Se dispuso, pues, a ofrecer su ayuda gratuita para apoyar desde algún frente. Hoy, junto a un equipo de más de diez reconocidos científicos peruanos, con formación y experiencia aquí y en el extranjero, trabaja en la concepción de una aplicación que permita el trazado digital de contactos, y así ayudar a contener la emergencia sanitaria. Somos conversó con él sobre el divorcio que existe entre la comunidad científica y el Estado, además del proyecto que codirige y las expectativas de la tan ansiada vacuna.
-¿El Gobierno necesitaría asesorarse con los científicos para trazar políticas que ayuden a combatir la pandemia?
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Juan Carlos Fangacio presenta en exclusiva lo que traerá nuestro suplemento sabatino, cada viernes.
La respuesta es compleja. En mayo, durante uno de los puntos más graves de la pandemia, mis colegas y yo no sabíamos qué más hacer para ofrecerle al Estado nuestro trabajo gratuito. Todos somos de diferentes disciplinas, universidades, backgrounds políticos. Era increíble cómo no podíamos –podemos– encontrar un canal para ello. Eso demuestra que hay un gran problema detrás. Mira qué paso en Israel a principios de marzo. El Gobierno llamó, casi por teléfono, a sus 20 científicos más importantes repartidos por el mundo. “Vénganse ya”. Los reclutó y les pidió que ayudaran a contener lo que pasaba. Su situación hoy no es perfecta, pero es mejor de lo que pudo haber sido. Por otro lado, creo que hay algunas instituciones clave en el Gobierno con las que se ha podido trabajar y con las que hemos tenido poca respuesta: la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y el Ministerio de Salud (MINSA). Otras carteras, en cambio, han aceptado nuestra colaboración para elaborar estrategias de comunicación: el Ministerio de Trabajo, el de Educación. A algunas no les da miedo interactuar con los científicos y curiosamente son aquellas lideradas por gente más joven y con mayor formación.
-Ese distanciamiento es justamente con las entidades que están a la cabeza del combate de la pandemia…
Creo que los asesores en Presidencia son bastante políticos. De lo que he averiguado, ninguno es experto en materia científica, alguien que pueda darle una luz de alcance al presidente. Luego, está la PCM que... Gobierno Digital [entidad que lidera los procesos de innovación tecnológica y de transformación digital del Estado], que está bajo su administración, viene haciendo un desbarajuste mayúsculo por varias razones. Eso pasa porque no hay gente capacitada. Tienen tino, astucia política, pero no son técnicos. Y, además, existe un factor tal vez cultural: hay mucho celo, en general, contra quienes saben más de algo. Eso a los científicos nos está cobrando una factura enorme. Todo eso ocasiona una fractura en las relaciones del Estado y la comunidad científica. La parte política ganándole a la técnica…
-Dado el background histórico de nuestros gobernantes, y de nuestra propia idiosincracia, es difícil pensar que quienes están a cargo puedan planear algo cuando con las justas están conteniendo la emergencia. ¿Es errada esa conclusión?
No creo que todos, pero sí que mucha gente de la PCM o el MINSA se va a su casa todas las noches diciendo “hice lo que pude”, cuando no están dándose cuenta realmente todo lo que sí podían hacer. Es verdad que están agobiados, pero hay cosas que no tendrían que costarles muchos recursos. Es cuestión de usar la ciencia.
-¿Cómo surge la idea de concebir la aplicación que han llamado trazador de contactos digital que está a punto de ser probada en la región Áncash?
Un grupo de colegas y yo nos reunimos en marzo para ver cómo podíamos ayudar. La opción con más impacto potencial era este sistema. Ninguno es dueño de una compañía de tecnología que quiera venderlo, no. Pero nos tratan como si tuviéramos un interés detrás. Estamos ofreciendo nuestro trabajo, conocimiento y experiencia sin cobrar porque queremos contribuir. Sí, en este último mes hemos trabajado con el Gobierno Regional de Áncash y con el MINSA –de manera no oficial, así es...– para que el sistema se lance ahí y luego a nivel nacional. El grupo de investigadores que está detrás de esto ha usado el dinero que ganamos de Concytec para pagarle a TektonLabs, la empresa desarrolladora de la aplicación. A eso se suma al aporte económico que hará Áncash, que subsidiará una parte cuando el lanzamiento sea a nivel nacional.
-¿Cómo funcionará la aplicación?
Así: supongamos que tú y yo hemos ‘bajado’ la aplicación y estamos usándola. No nos conocemos y nos cruzamos en la cola de un banco, a una distancia corta por unos 30 minutos. Digamos que yo, sin saberlo, soy presintomático: es decir, no he desarrollado síntomas aún, pero ya contagio. Cuatro o cinco días después me siento mal, hago la prueba y sale positivo. Esa información se sube a la aplicación de forma anónima. Entonces, lo que hace el sistema es recorrer mis pasos y ver con quiénes me he cruzado en los últimos días, eso a través de tecnologías GPS o Bluetooth. Así ubica nuestro encuentro en el banco. Cuando lo hace, recalcula tu probablidad de haber sido contagiada por mí. A quienes tienen probabilidad no trivial, les manda una alerta: “Gabriela, en días recientes has tenido un encuentro que potencialmente podría ser de riesgo. Por favor, haz lo siguiente…”. Si la probabilidad es alta, te sugerirá que te hagas una prueba molecular. Si no, mandará indicaciones para que te hagas triaje.
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-¿En qué países está funcionado una aplicación similar y le ha ido bien?
Hay reportes de 35 o 45 países que usan aplicaciones similares. Es en Europa donde ha tenido más éxito. En Alemania hay 20 millones de suscriptores. En Irlanda también ha ido bien.
-El equipo que está detrás del trazador digital está conformado por más de 10 científicos peruanos jóvenes, con conocimiento y experiencia adquirida aquí y en el extranjero, cuyas horas de trabajo en conjunto están valorizadas en un millón de dólares. Para combatir la pandemia, claro, están sumando esfuerzos gratis. ¿Cómo se juntaron?
Yo empecé a reunirlos. Publiqué en Facebook hace meses preguntas del tipo: “¿quién es el mejor desarrollador de apps en el Perú?”. Y Gianmarco León-Ciliota, que es un amigo de muchos años, le habló de esto a Lucía del Carpio. Ellos son dos científicos jóvenes brillantes. Así comenzamos a reunirnos para ver qué podíamos hacer y fuimos convocando otros. Nos llamamos Comité Académico del Trazador Digitañ de contactos, pero más por falta de imaginación y tiempo de pensar otro nombre.
-Desde tu perspectiva, ¿existe una autocrítica por parte de la comunidad científica? ¿Qué no está haciendo o podría hacer más?
En mi opinión se pueden mejorar muchas cosas. En la disciplina de la Economía hay una competencia “tierna”, pero ineficiente entre las mejores universidades privadas de Lima. Se debería buscar esfuerzos conjuntos para competir contra los retos de la economía internacional. Hay avances, pero se puede hacer más.
-¿Qué podríamos hacer los ciudadanos de a pie para apoyar a la comunidad científica?
Primero, no escatimar esfuerzo en conversar o persuadir a nuestros conocidos a cuidarse porque todavía estamos en una etapa difícil. Hay que cooperar en cuidarnos. Lo segundo es ambicioso y a largo plazo. El mundo está cambiando mucho y esta no va a ser la última crisis. Después de la pandemia nos va a tocar una con el cambio climático que será muy dura. Es muy probable, ojalá que no, que este no sea un lugar muy bonito en las siguientes dos décadas. Entonces, necesitamos sistemas políticos que funcionen mejor. Pienso que debemos tener en cuenta que no habrá un solo candidato, grupo o partido que vaya a salvar el día. La gente debe entender que es una obligación conocer bien por quién va a votar. Serán esas personas las que tomen decisiones en momentos de crisis. Hay que distinguir dentro del Estado quiénes hacen bien y apoyarlos. //
SOBRE LA VACUNA
- “Tal vez el 30% de los peruanos esté vacunado para julio del 2021. Lo que sí sabemos es que es muy difícil que una proporción grande lo esté durante el próximo año”.
- “Lo que me preocupa de la vacuna es que hay una excesiva resignación en algunos peruanos o autoridades ante su llegada. Como si solo hubiese que esperar”.
- “Hay poca claridad sobre qué beneficios se le dará al Perú por ser parte de los ensayos clínicos. He averiguado que el proceso no es tan ideal como se está presentando. No se accedería a lotes enormes. Creo que es una esperanza exagerada. Hay que tenerla, pero no cruzarse de manos sobre la base de ella. A su vez se están subestimando los intereses de los países que sí van a producir vacunas. Al empezar la pandemia, hubo un acaparamiento de los elementos de protección (mascarillas, guantes). Podría volver a pasar”.
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