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Cristhiana de Osma: la peruana con dos mundiales seguidos en esquí acuático, que se quedó ‘atrapada’ en Orlando por la pandemia y apunta a los Panamericanos
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Cristhiana de Osma Bedoya (16) creció con el ejemplo de su familia sobre el esquí. Cuando era niña, sus padres y hermanos ya practicaban este deporte, y ella, la menor, los observaba como la espectadora de un sueño que tarde o temprano haría suyo. No pasó mucho tiempo hasta que dejó de mirar desde la orilla y se subió sobre esas tablas alargadas y delgadas que parecen hechas para rozar la superficie del agua sin romperla, encontrando en ese primer arrastre la chispa que definiría su vida.
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La escena transcurre en Bujama Lacus, un espejo de agua escondido en el desierto limeño, a la altura del kilómetro 90 de la Panamericana, donde se han forjado los grandes nombres del esquí acuático peruano. “Prácticamente, yo nací en el agua”, nos dice la deportista peruana desde Orlando, la ciudad donde vive desde 2020. “Cuando mis hermanos Rafael y Alejandra eran pequeños, mi mamá los metió al agua por diversión y se volvieron súper buenos desde chiquitos. Lo mismo hizo conmigo. Aprendí a esquiar antes que aprender a correr”, recuerda.
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Su primera competencia fue a los cinco años en un torneo latinoamericano en Argentina. Desde entonces, ha sumado títulos en torneos infantiles, panamericanos y mundiales, confirmando el peso de su talento y su proyección como referente de esta disciplina.

ORGULLO PERUANO
El slalom, la modalidad que practica Cristhiana, exige que el esquiador se deslice sobre una sola tabla sujetando una cuerda impulsada a lancha, mientras sortea una serie de boyas dispuestas a cada lado del recorrido. Cuenta que el desafío no es solo mantener el equilibrio a gran velocidad, sino trazar curvas perfectas, cada vez más cerradas, a medida que la cuerda se acorta en sucesivas rondas. La mínima falla puede costarle la caída.
En ese juego de precisión, fuerza y elegancia, Cristhiana encontró la consagración. Primero, en el Mundial Sub 17 de Esquí Acuático en Calgary, Canadá, que ganó en 2024; y luego, hace unas semanas, tras conquistar su segundo título mundial, en la categoría Sub 21, que reafirma su dominio en esta disciplina. “Yo siento que lo más complicado en cualquier deporte es controlar los nervios antes de la competencia, estar enfocado y no distraerte. La parte mental es muy importante”, comenta la esquiadora peruana.

En la final del Mundial, Cristhiana tuvo que medirse contra dos fuertes rivales, de nacionalidad chilena, favoritas por su experiencia. El duelo fue intenso y puso a prueba la resistencia de las competidoras. La peruana mantuvo el temple y dibujó giros precisos sobre el agua, mientras sus contrincantes cedieron ante la presión de las últimas boyas. “Es la primera vez en la historia del esquí que una mujer gana dos mundiales seguidos en slalom y que además ocupa el primer lugar del ránking mundial en ambas categorías (Sub 17 y Sub 21). Con esfuerzo y dedicación, es posible lograr todo lo que nos proponemos”, afirma

Ahora, tiene la mira puesta en dos objetivos: consolidarse en la categoría Open y ser campeona mundial absoluta. Y conquistar nuevamente el Mundial Sub 21, cuya sede será en nuestro país en 2027, así como los Juegos Panamericanos de Lima. Dice que la llena de ilusión volver a competir en el Perú, jugar de local y en una cancha que conoce como la palma de su mano. “Estoy súper preparada y lista para todos los retos que se vienen. Representar al Perú es un honor que me llena de orgullo”.
SANGRE DE CAMPEONA
Cuando la pandemia sorprendió al mundo, Cristhiana había viajado a Orlando junto a su madre y hermanos con el objetivo de entrenar y perfeccionar su técnica. La ciudad de Florida es un territorio salpicado de lagunas tranquilas y perfectamente adaptadas para el entrenamiento de alto nivel. Allí llegan esquiadores de todo el mundo en busca de aguas mansas y sol constante, un escenario ideal para forjar campeones.
Lo que iba a ser una estadía temporal se convirtió en una larga permanencia: escuelas cerradas, rutinas alteradas y un país que no era el suyo se transformó en su nuevo hogar. En medio de la incertidumbre y las restricciones, tuvo que readaptar su vida, equilibrando los estudios a distancia con las horas en el agua, y encontrando en la disciplina del entrenamiento una manera de resistir y seguir creciendo como atleta y como persona.

Por estos días, la vida de Cristhiana transcurre con una rutina exigente. Cada mañana conduce ella misma al colegio, donde combina sus estudios con el compromiso deportivo. Por las tardes, el agua la espera: horas de preparación sobre el esquí y, dos veces a la semana, sesiones de ejercicios para fortalecer la espalda y los brazos, que completan su formación como deportista de élite. “El apoyo de mis padres ha sido fundamental en todo este proceso. Creo que no estaría donde estoy ahorita si no fuera por ellos y todos los sacrificios hemos hecho”, explica.

Aunque Orlando se ha convertido en el lugar donde entrena y estudia, nuestra campeona mundial no deja de extrañar al Perú. Extraña a sus amigas, la calidez de su gente y, sobre todo, la comida que la conecta con casa: nada reemplaza un buen ceviche preparado como en Lima. “Extraño mucho la gastronomía porque eso no lo puedo encontrar aquí”, dice entre risas. Esa nostalgia la acompaña en el día a día, recordándole de dónde viene y dándole aún más motivos para brillar en cada competencia.
Con solo 16 años, Cristhiana de Osma ha conquistado dos títulos mundiales, pero todavía tiene un largo camino por delante. Su talento, disciplina y juventud hacen evidente que lo alcanzado hasta ahora es apenas el comienzo, y que su verdadero techo aún está por descubrirse en las aguas del mundo. //
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