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Inclusión laboral en Perú: cómo personas con autismo o discapacidad cognitiva acceden al empleo formal y construyen una vida con propósito
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Inclusión laboral en Perú: cómo personas con autismo o discapacidad cognitiva acceden al empleo formal y construyen una vida con propósito

Inclusión laboral en Perú: cómo personas con autismo o discapacidad cognitiva acceden al empleo formal y construyen una vida con propósito

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Más que una política de recursos humanos amable o una obligación legal con tinte burocrático, la inclusión laboral de personas con discapacidad representa una forma concreta de reconocer su dignidad, su talento y su derecho a desarrollarse plenamente, sin importar su condición. Para personas con , , síndrome de Angelman o discapacidad cognitiva, acceder a un empleo formal puede ser un desafío tan grande de sortear como una montaña. A las tradicionales barreras estructurales del sistema se suman los temores de muchas familias, que a veces dudan en soltarles la mano, y la falta de sensibilización de algunas empresas, que cada vez son menos. Para estos chicos y chicas con habilidades diferentes, el trabajo es una fuente de ingresos, pero también una vía necesaria hacia la autonomía, la autoestima y una vida con propósito.

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Según el , pionero en el trabajo con personas con habilidades diferentes, en el Perú la inclusión laboral cuenta con un marco legal. La Ley Nº 29973, también conocida como Ley General de la Persona con Discapacidad, garantiza derechos y promueve la participación plena de estas personas en la sociedad. Esta norma exige a las empresas privadas con más de 50 trabajadores que al menos el 3% de su planilla esté conformado por personas con discapacidad. En el caso de las entidades públicas, el porcentaje sube a 5%. También existen normas complementarias —como el Decreto Legislativo Nº 1417 y la Ley Nº 27050— que amplían estas disposiciones. En teoría, los derechos están protegidos. El verdadero reto es que esos derechos se cumplan en la vida real.

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Juan Carlos Fangacio
Octavio de Romaña lleva ya veinte años trabajando en el Banco de Crédito del Perú. Este año, como reconocimiento a su trayectoria, disfrutó de un merecido viaje de vacaciones.
Fotos: Joel Alonzo/GEC
Octavio de Romaña lleva ya veinte años trabajando en el Banco de Crédito del Perú. Este año, como reconocimiento a su trayectoria, disfrutó de un merecido viaje de vacaciones. Fotos: Joel Alonzo/GEC
/ JOEL ALONZO

Desde hace 28 años, el Centro Ann Sullivan impulsa el programa Empleo con Apoyo, una iniciativa pionera que comenzó mucho antes de que existiera la actual legislación. “La primera empresa que nos abrió la puerta desde el primer año fue la empresa Wong, y luego estuvo Kentucky Fried Chicken”, recuerda Hilda Salazar, directora del área de Inclusión Laboral del centro. Gracias a este programa, más de 200 jóvenes con discapacidad cognitiva han sido insertados en el mercado laboral, y hoy 84 de ellos están trabajando en 31 empresas de distintos sectores, y ya cuentan con las mejores referencias de sus empleadores.

Dos de esos casos ejemplares son los de Octavio de Romaña y Carlos García Franco, quienes llevan 20 años trabajando en el Banco de Crédito del Perú. Este año, la entidad les otorgó un beneficio por su trayectoria, como a cualquier otro colaborador con tantos años de servicio. Octavio trabaja en el área de almacén; Carlos, en la organización de los photochecks de la empresa. Son personas queridas por sus colegas, admiradas por su constancia, y respetadas por la forma particular y valiente en que enfrentan el mundo. Algunos cuentan con un coach contratado por sus familiares para supervisarlos y asistirlos; otros, en cambio, son plenamente autónomos y llegan y se van solos.

El BCP acoge a 13 personas con discapacidad en su equipo. Entre ellas se encuentran Carlos Fernando Peschiera, Rodrigo Fernández, Diego Laya y Carlos García Franco (sentado). Fotos: Joel Alonzo/GEC
El BCP acoge a 13 personas con discapacidad en su equipo. Entre ellas se encuentran Carlos Fernando Peschiera, Rodrigo Fernández, Diego Laya y Carlos García Franco (sentado). Fotos: Joel Alonzo/GEC
/ JOEL ALONZO

En la multinacional Ferreycorp conocemos a Martín Valcárcel, un chico con autismo cuya llegada a la empresa hace dos años fue un cambio significativo en su vida. “Antes yo trabaja en un hotel. Hacía jugos y cocinaba para el personal. Estuve diez años, pero ya no me gustó. Acá mi trabajo es hacer seguimiento a las personas y a algunos procesos, por ejemplo ver que cumplan con algunas tareas, que vayan a la clínica, por ejemplo”, dice Valcárcel, que asegura estar un poco nervioso y abrumado por toda la atención prestada, pero igual se porta como un profesional ante la grabadora.

“Martín es enfocado, ordenado, responsable. Se organiza solo, reporta cuando termina sus tareas”, explica Bárbara Pita, gerente de Relaciones Laborales de la empresa, una de las áreas para las que trabaja Martín. La otra es la gerencia del Centro de Servicios Compartidos, en donde es un colaborador eficiente. “Es parte integral de la cultura del equipo: participa en almuerzos, conversa con sus compañeras, hace un tiempo él mismo organizó su cumpleaños… fue el más concurrido del área”, señala Jenny Kato, la gerenta de esa área.

Desde el 2016, Felipe Olascoaga forma parte del Congreso de la República, donde consiguió una plaza laboral gracias a su participación en el programa Empleo con Apoyo. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)
Desde el 2016, Felipe Olascoaga forma parte del Congreso de la República, donde consiguió una plaza laboral gracias a su participación en el programa Empleo con Apoyo. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > ANTHONY NINO DE GUZMAN

Un caso final —de muchos que podrían citarse— es el de Luis Felipe Olascoaga, quien trabaja en el Congreso de la República como asistente de mensajería en el área de Servicios Auxiliares Parlamentarios, entre otras funciones. En ese entorno cargado de historia y símbolos de poder, Luis Felipe ha comenzado a interesarse por la participación política. Ha expresado que, en el futuro, le gustaría involucrarse activamente en ese ámbito para motivar a otros a aprender más sobre educación cívica. A través de estas experiencias concretas, la inclusión laboral deja de ser un ideal abstracto y se convierte en una herramienta real para construir un país más justo, más diverso y más humano. //

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